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El castillo de Montearagón vuelve al esplendor de la Reconquista

Castillo de Montearagón

David Chic

13 de junio de 2024 23:08 h

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Erguido sobre un tozal justo al lado del pueblo de Quicena se encuentra el que fue el castillo más importante de la reconquista y la repoblación del Altoaragón. Siempre vigilante de la ciudad de Huesca, el perfil de Montearagón ha cambiado notablemente en el último año gracias a la obras de restauración y consolidación realizadas por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). Ahora, lo que antes era una ruina se ha transformado en uno de los monumentos más atractivos de la comunidad y su programa de visitas guiadas está llamado a transformar el modo que tenemos de relacionarnos con la historia y el pasado compartido. 

La inversión de los 1.726.520 euros que ha costado la restauración ha sido larga, pero el esfuerzo ha merecido la pena y aunque las obras han resultado de gran complejidad, tanto por la entidad del castillo, como por las numerosas intervenciones realizadas con anterioridad, el resultado no podría haber sido más satisfactorio. Además ha permitido abrir al visitante la magnífica iglesia ocupada hasta 1835 por monjes agustinos de Loarre, casi desconocida por los problemas estructurales que presentaba. Montearagón ya no es aquella explanada de matorrales que recuerdan muchos vecinos: ahora es un enclave arqueológico de primer orden en el que también han salido a la luz restos del pavimento original; así como otros cerámicos, también originales, cuya intervención ha resultado especialmente compleja.

La entidad encargada del programa de visitas guiadas, por el que ya han pasado más de 2.000 visitantes, es el Laboratorio de Desarrollo, Historia y Patrimonio de la Universidad de Zaragoza (HPLaB), liderado por Darío Español-Solana, profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de Huesca. “Estamos apostando por un programa de visitas guiadas basado en la intermediación didáctica, algo que por ahora nos está funcionando muy bien”, explica. Y por lo visto en el interior de las murallas del castillo, el proyecto tiene un gran potencial. Cuando los grupos de visitantes (nunca superiores a 30 personas por motivos de conservación y seguridad) se adentran tras el portón se encuentran con un viaje al pasado en toda regla. Allí descubren cómo se preparaban las armas, cómo se tejía o cómo se desarrollaban los actos litúrgicos en una experiencia inmersiva que se ve multiplicada cuando la visita cuenta con recreaciones históricas propiamente dichas.

Este recorrido comienza en el siglo XI y permite conocer al detalle las estructuras del castillo de Montearagón, cuyo origen se remonta al reinado de Sancho Ramírez quien la mandó construir en 1086. Diez años después, con la reconquista de Huesca por el rey Pedro I, se convirtió en uno de los monasterios más influyentes de Aragón. La Desamortización ocasionó su abandono en 1835 y poco a poco se convirtió en las nobles ruinas que recuerdan los más mayores de la comarca.

“Con la boca abierta”

Los visitantes que ya han podido visitar el sobrio monumento han podido adentrarse, gracias a la labor de intermediación de HPLaB, en el interior de la iglesia primitiva de finales del siglo XI (aunque completamente reformada en los siglos XV y XVIII), con su cripta románica abovedada y con la sorprendente reproducción fotográfica del altar mayor, un bello retablo atribuido a Gil Morlanes custodiado en el Museo Diocesano de Huesca. Asimismo, se conservan restos del palacio abacial y de las dependencias de los canónigos, distribuidas en torno a dos claustros que lucen, casi, casi, como en las recreaciones virtuales de las que se valen los guías para explicar el devenir de Montearagón a lo largo de los años.

La propuesta está pensada, según indica Español, para un público familiar que suele quedarse “con la boca abierta”. Ahora tienen la mirada puesta en los meses de verano, en los que Montearagón estará abierto todos los días y se pondrá en marcha una página web turística. Los visitantes que ha recibido el monumento han sido principalmente aragoneses, con una notable presencia de residentes en las comunidades vecinas y también algunos extranjeros, sobre todo llegados de Francia e Italia.

Por parte del Ayuntamiento de Quicena, a los pies del castillo, se está trabajando en la adecuación de los servicios para los turistas. “Estamos notando la reapertura hasta en las visitas al pueblo”, destaca su alcalde, Rafael Blasco. En este momento, el consistorio, en colaboración con la Diputación Provincial de Huesca, está trabajando en la creación un espacio de estacionamiento al pie del cerro y de un centro de visitantes en el pabellón de Quicena, ampliando la instalación actual que se encuentra en los bajos de la alcaldía. Con todo, estos avances dependen de la financiación europea y es difícil establecer plazos para su realización material. “Tenemos una gran sensación de orgullo, a la gente del pueblo le gusta que el castillo esté gustando tanto”, reconoce Blasco, avanzando que intentará ligar lo máximo posible la figura de Quicena con la del castillo de Montearagón, declarado Monumento Nacional en 1931.

Reservas

De cara a los próximos meses, desde HPLaB avanzan una mejora de la experiencia inmersiva que supone visitar el monumento, así como su compromiso con el entorno. “Un castillo como Montearagón se tiene que convertir en un pulmón socioeconómico para todo el territorio”, describe Español. Las visitas guiadas, que cuestan cinco euros, siendo gratis para niños de 0 a 6 años, son lideradas por guías historiadores y titulados, con diferentes horarios en cada uno de los días de apertura. Las reservas pueden realizarse por teléfono (622573497 mediante WhatsApp o llamada), en el correo montearagon@hplab.es, o en la página facebook.com/CastillodeMontearagon.

Estas visitas estarán disponibles los fines de semana y festivos hasta el 30 de septiembre, pudiendo reservar todos los días entre julio y agosto. Además, se ofrecerán actividades complementarias como recreaciones históricas (en ese caso la entrada es de ocho euros) y contenido digital, accesibles tanto en medios digitales como en el centro de visitantes en la entrada del castillo.

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