El Ebro soporta 4.226 vertidos autorizados, 1.473 de ellos industriales
La cuenca del Ebro soporta 4.226 vertidos autorizados de origen urbano e industrial con capacidad para echar a los ríos al cabo del año hasta 3.700 hectómetros cúbicos de líquido contaminante.
Ese volumen, equivalente a ocho veces el que puede almacenar el embalse de Yesa o a un caudal constante de 117 metros cúbicos por segundo, no está formado por compuestos contaminantes químicamente puros, sino que se trata de agua con esos componentes en unos elevados parámetros de dilución gracias a los cuales, de no saltárselos los responsables de su emisión, deberían resultar tolerables para los ecosistemas fluviales.
De lo contrario, su efecto en los cauces resultaría devastador, ya que esos 3.700 hectómetros anuales suponen algo más de la cuarta parte de los recursos de la cuenca en un año normal. De hecho, su elevado volumen responde, entre otras causas, a la necesidad de que los caudales de vertido incluyan una elevada parte de agua.
Siete veces el consumo de la industria y las poblaciones
El volumen vertido, por otro lado, no siempre coincide con el autorizado, sino que suele situarse por debajo. Esos 3.700 hectómetros cúbicos septuplican la demanda de recursos que suman el abastecimiento urbano y la industria en toda la cuenca: 358 y 147 hectómetros cúbicos, respectivamente, a los que se unen los 273 (126 para consumo humano y 147 para factorías) que cada año se trasvasan a otras cuencas vecinas desde el Ebro.
Según los estudios preparatorios del Plan Hidrológico del Ebro (PHE), las aportaciones medias del Ebro se sitúan en 14.623 hectómetros cúbicos -con máximos de 24.016 en años de crecidas excepcionales y mínimos de 8.402 en situaciones de sequía-, aunque su promedio llegó a caer hasta los 9.240 en el periodo de 1980 a 2005.
El censo de vertidos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) incluye 1.473 permisos de tipo industrial y otros 2.753 catalogados como urbanos o asimilables a ellos. El principal de estos últimos es el del Ayuntamiento de Zaragoza, habilitado para devolver al río al cabo del año 55 hectómetros cúbicos de agua residual previamente tratados en su sistema de depuración, en un listado que incluye casas aisladas en numerosos puntos de la cuenca.
Caudales de seguridad por encima de los ecológicos
Este es el primer año hidrológico en el que la CHE aplica en los ríos de la cuenca un régimen de caudales ecológicos, derivado de la aprobación del nuevo Plan Hidrológico el pasado otoño.
Así, por primera vez han convivido el llamado caudal de seguridad, que es el mínimo de agua que debe circular por un tramo de río para que este pueda absorber los efectos de vertidos autorizados hasta allí, y el ecológico, cuyo objetivo es “mantener de forma sostenible la funcionalidad y estructura de los ecosistemas acuáticos y de los ecosistemas terrestres asociados”.
Los caudales de seguridad son más elevados que los ecológicos: 30.000 litros por segundo frente a una horquilla ecológica de entre 11.500 y 35.000 en función del mes de que se trate en Zaragoza, y 1.000 por un abanico de 3.150 a 5.610 en Miranda. Fueron establecidos en 1998 por un acuerdo del Consejo del Agua del Ebro, tienen “carácter coyuntural y transitorio a expensas de la evolución de la calidad del agua y del estado ecológico” y pueden ser tanto modificados como suprimidos por la CHE.