Un emprendimiento aragonés que activa a más de 3.000 mayores en toda España a través de WhatsApp

La población de más de 65 años en España supone el 20,4% del total de los habitantes, según la estimación del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2024. En Aragón, la cifra de personas mayores de 65 años es superior a las 300.000, y según datos del Observatorio estatal de la soledad no deseada, el 14,6% de esta franja de la población viven solos, unas 78.000 personas. Durante la pandemia de Covid-19, el confinamiento de toda la población en sus domicilios hizo que el aislamiento calara todavía más profundo, primero por obligación y posteriormente por prevención, sobre todo en las personas de mayor edad. 

En aquel momento de hecatombe, surgió un amplio abanico de iniciativas, la mayor parte de ellas de carácter altruista, que buscaban combatir la soledad derivada del aislamiento en los hogares. Una de aquellas propuestas fue la de Elisa Pelayo, vecina de Borja (Zaragoza), que se había quedado en paro con la pandemia. “Llevaba tiempo trabajando en estimulación cognitiva en la comarca Campo de Borja, y decidí, de manera voluntaria, seguir enviando materiales a las mujeres mayores con las que había trabajado hasta entonces para que se mantuvieran activas”, explica Elisa. Su hijo, que por entonces estaba en el instituto, tenía que hacer un trabajo de clase en la herramienta de diseño online Canva, pidió ayuda a su madre y está descubrió en esa plataforma un mundo de posibilidades. “Empecé a diseñar cartelas con tutoriales sencillos, por ejemplo, para que las personas mayores aprendieran a hacer o a responder una videollamada desde el móvil y así poder estar en contacto con sus hijos que estaban confinados en otras localidades y no se podían desplazar”, explica la emprendedora. 

Cuando por fin las fronteras se abrieron, Elisa viajó a Navarra para visitar a sus familiares. “Mi madre había fallecido durante la pandemia, y mi situación familiar pasaba por un momento complicado, haber puesto en marcha esta cadena de ayuda a personas mayores había sido, además de mi hijo, mi salvación en cierta manera”, confiesa, y así se lo contó a su familia, que enseguida vieron que la idea podía escalar hasta convertirse en una fuente de ingresos “y de independencia” para Elisa Pelayo. “Toda la familia somos profesionales del ámbito social y de la salud, hay nutricionistas, trabajadores sociales, psicólogos, y ellos me ayudaron a diseñar la idea de negocio que hoy es mi empresa”, relata esta emprendedora aragonesa. 

Un emprendimiento social desde Borja para España

Este fue el germen de AgilMente, pero la idea, que solo contaba con las referencias que habían recibido de las personas que habían hecho uso de ella durante la pandemia, tendría que madurar en las siguientes etapas. “Me hice un listado de comarcas y ayuntamientos y contacté con ellos para presentar mi idea, no sé a cuantas puertas tuve que llamar hasta que obtuve el primer sí”, recuerda Elisa Pelayo que finalmente encontró su primera oportunidad en la comarca de La Litera. Aunque en su emprendimiento puede inscribirse cualquier persona que lo desee a título personal, “siempre intento articularlo como un servicio que se preste a través de servicios sociales”, aclara. Y así, varias de la comarca que tenían familiares mayores vieron que la idea podía ser muy beneficiosa para esas personas que todavía tienen energía y ganas para hacer cosas, pero a las que es importante estimular. 

A partir de esta experiencia y gracias al “boca a boca, porque los trabajadores sociales y las comarcas comparten las experiencias que les han ido bien”, afirma Elisa Pelayo, el proyecto de esta emprendedora ha ido creciendo hasta estar presente en 10 comunidades autónomas en toda España, con más de 3.000 usuarios a comienzos de 2025. 

Una de las claves es su bajo coste y su fácil implantación. AgilMente no requiere desplazamientos, una sala, ni personal que imparta las actividades porque todo se envía de manera individualizada a los teléfonos móviles de los usuarios a través de la herramienta de mensajería instantánea WhatsApp. Cada día de la semana envían contenidos de distintas áreas: un día nutrición, otro día memoria, ejercicios de lenguaje, los usuarios los hacen y, aunque al día siguiente reciben la solución, “también nos envían sus respuestas por mensaje o lo apuntan en un cuaderno y nos envían fotografía, lo que sea más cómodo para ellos, lo importante es que lo hagan y que sepan que hay alguien al otro lado escuchándoles”, aclara la emprendedora. La motricidad es otro de los temas fundamentales que se tratan, “recomendamos ejercicios una vez por semana y hay quién se graba en vídeo haciéndolos”, añade la precursora de AgilMente. 

La cercanía es lo que diferencia a este proyecto de otras aplicaciones para dispositivos móviles (App). “Yo soy la que envía los contenidos personalmente y la que está al otro lado de la pantalla para resolver sus dudas, responder a sus mensajes y a sus llamadas”, insiste Elisa que, desde el primer momento, tuvo claro que el contacto directo con los usuarios es vital. Los contenidos que se trabajan están basados en información específica para este colectivo de personas mayores y está elaborado por profesionales. “Rompemos mitos sobre la hipertensión o la diabetes, y hablamos sobre temas muy específicos como la alimentación cuando faltan dientes, información difícil de encontrar en revistas o programas de televisión generalistas”, explica Elisa. 

La dependencia no se puede erradicar, pero sí se puede retrasar

La creadora de este emprendimiento basado en la estimulación cognitiva y física de las personas de mayor edad, insiste en que en su forma de trabajar y de relacionarse con el usuario no solo se centra en el aporte de información a los usuarios, sino que llevan a cabo una importante labor educativa: “Se puede aprender a cualquier edad, y es beneficioso para mantener el cerebro activo y sano, por eso creemos firmemente en la educación, de hecho, quienes lo han probado aseguran que su mente está más ágil, recuerdan mejor y tienen más capacidad de concentración” entre otros beneficios.

Hasta la fecha trabajan sobre todo en la franja de edad de personas entre 60 y 75 años, aunque confiesan que es recomendable para todas las edades, y que tienen usuarios de 94 años que se manejan perfectamente. Otro ejemplo son las familias que realizan las actividades en grupo: “Tengo una usuaria de unos 60 años que pone en práctica las recomendaciones con su madre de 92, y con su marido, recién jubilado que nunca se habría acercado a participar en actividades de este tipo de manera presencial”, apunta la emprendedora aragonesa. 

Elisa Pelayo asegura que su emprendimiento responde a la necesidad de trabajar en la prevención de la soledad no deseada, una lacra silenciosa que “no se ve hasta que no estás dentro”. La estimulación cognitiva empodera a las personas mayores en su etapa de envejecimiento más visible: “Tener una obligación cada día mejora su estado anímico y aumenta su autoestima porque conforme van avanzando en los ejercicios, juegos y recomendaciones que les hacemos ven su progreso”, asegura la emprendedora que subraya que “cada euro que se invierte en estimulación cognitiva es un euro que se ahorra en dependencia”, un estadio de la vida que no se puede evitar, pero sí que se puede ralentizar. 

La iniciativa echó a andar con una inversión cero: “Era yo sola, con mi tiempo y mis conocimientos previos”, apunta Elisa, pero cuatro años después el proyecto se apoya en una red de autónomos, siete profesionales del mundo de la nutrición, la salud, la psicología, el trabajo social y el envejecimiento activo que trabajan desde Aragón, Navarra y Madrid colaborando en la elaboración de contenidos. A día de hoy cuentan con más de 4.000 actividades distintas y especialmente pensadas para personas mayores. 

Esta idea, que nació en una vivienda particular en la localidad zaragozana de Borja, se ha extendido y ha sido reconocida a nivel autonómico y nacional. El último reconocimiento ha sido el premio de Responsabilidad Social de Aragón en categoría autónomos que concede el Programa ARAGON EMPRESA del Instituto Aragonés de Fomento (IAF). Elisa Pelayo admite que estos reconocimientos le han “abierto puertas” y han sido “un impulso, a un proyecto innovador que de entrada suma dos factores: móvil y personas mayores, que parece que no van a funcionar” pero que ha demostrado que no solo funciona, sino que es necesario y que “cambia la vida de los usuarios y usuarias”, añade la emprendedora. 

La vida de Elisa Pelayo, a sus 44 años, también ha dado un giro, “mi emprendimiento me ha dado la vida entera porque he conseguido trabajar en lo que quiero y me hace feliz y, además, me ha proporcionado la independencia económica que me ha ayudado a avanzar en mi vida personal, consiguiendo metas que, de otra forma, quizás nunca me habría planteado”, confiesa la emprendedora. A quienes se plantean emprender, Pelayo les recomienda estudiar bien sus ideas, buscar asesoramiento y pensar las decisiones que van a tomar porque “siempre afectan a futuro” sobre todo aquellas que tienen que ver con la inversión inicial del proyecto, y en definitiva, con su viabilidad. Aun así, esta mujer que se conformaba con “sacar lo suficiente para pagar la cuota de autónoma” y que ahora trabaja en casi toda España, anima a otras personas a explorar el autoempleo como fórmula para convertir sus ideas de negocio en realidad.