El envejecimiento de la población es cada vez más significativo y Aragón, con los problemas de despoblación que además acarrea, no se queda atrás. Las personas mayores superan significativamente los jóvenes en Aragón, así lo indica el índice de envejecimiento del 154,28%, lo que significa que hay 154,28 mayores de 65 años por cada cien menores de 15 años. Esto también se ve reflejado en las zonas rurales, ya que en los municipios con menos de 5.000 habitantes, la población mayor de 65 años supera el 24%, según datos del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud. Los retos a los que se enfrentan los habitantes del entorno rural han sido protagonistas en el foro 'Vivir más, vivir mejor', que se ha celebrado este lunes en Zaragoza.
La segunda mesa de este foro organizado por HelpAge International España junto con la Fundación Rey Ardid y en colaboración con Fundación “La Caixa”, estuvo moderada por Claudia Santisteve, trabajadora social de la Fundación Rey Ardid y giró en torno al mundo rural, a la agenda pendiente para la sostenibilidad y el bienestar de las personas mayores. María Quilez, técnica de desarrollo rural del Grupo Acción Local Campo de Belchite, explicó las condiciones en las que se encuentran los servicios de salud y servicios sociales en el Campo de Belchite. “Como retos actuales, destacaría la importancia de mejorar y reforzar servicios para que las personas mayores puedan estar en su casa el mayor tiempo posible y garantizar servicios de movilidad adecuados para que tengan independencia”. También compartió con los asistentes diferentes proyectos que la comarca tiene en marcha.
Mercé Espuñes Molins, docente e investigadora de la Universidad de Lleida puso el foco en cómo está desapareciendo la figura de la cuidadora y en la delegación del cuidado a otras personas de otros países. Personas que a veces están internas en pueblos del pirineo donde están aisladas, sin transporte, personas que todo el dinero que ganan lo mandan a sus países. “Son mujeres con muy pocos recursos, que nos están ayudando y sosteniendo el sistema. El estado social y democrático no funciona para el cuidado de las personas mayores. Es la red familiar la que básicamente esta protegiendo a las personas mayores”, explicó Espuñes.
Caridad López Granero, profesora titular del departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza, aborda la edad como un continuo porque desde la perspectiva más biológica envejecemos desde que nacemos. Como retos, López encuentra una serie de barreras como ambientes interiores poco cuidados, desconexión social o acceso a los recursos, entre otros. “No se pide realmente una gran inversión económica, sino valorar la situación de las personas mayores y proponer proyectos concretos”, reivindica López.
Soledad no deseada e Inteligencia Artificial
La tercera mesa, moderada por Laura Correas, trabajadora social gerontóloga de la residencia Rey Ardid Rosales, recogió la voz de las personas mayores de Aragón, que compartieron sus experiencias en torno a la soledad no deseada, a sus experiencias de voluntariado y a los retos a los que se enfrentan las personas mayores en la actualidad. Juan Luis Laborda, José Manuel Otal, Graciella Difilippo y Reme Peiró fueron los protagonistas de esta mesa, en la que explicaron cada uno su experiencia personal. La soledad no deseada, la brecha digital, la necesidad de integración y la promoción de actividades y temáticas interesantes, fueron varios de los retos compartidos por los participantes.
La economía y la inteligencia artificial fueron los ejes centrales de la cuarta mesa, moderada por Raquel Girón, psicóloga y trabajadora social de la Fundación Rey Ardid. La mesa contó con las aportaciones de Juan Fernández Palacios, director del centro de investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre, Irene Lebrusán, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora en el Centro Internacional de Investigación sobre el Envejecimiento y la Longevidad (CENIE) y Fernando Flores, profesor de Derecho Constitucional y director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia. Comentaron cómo la economía senior es un fenómeno que afecta a todos los sectores de manera transversal y cómo se está perdiendo el dividendo demográfico; si la población no crece, solo hay dos vías para recuperar ese dividendo: la inmigración y aprovechar el potencial de la población senior. “Para que la economía senior sea sostenible, tiene que mantenerse la capacidad adquisitiva de la población senior y para esto hay que tomar medidas hoy”, comenta Juan Fernández Palacios. Las personas mayores son las primeras en pagar el precio de la solidaridad intergeneracional. Irene Lebrusán habla de cómo afecta la longevidad a la sociología, de cómo el sistema laboral no se adecúa a las actuales necesidades y es cada vez más necesario dotarle de flexibilidad para adaptar la transición a la jubilación. “El aumento de la esperanza de vida es el mayor logro de cualquier sociedad. Esto es algo que no debemos olvidar”, explica Lebrusán.
Qué beneficios y riesgos tiene la IA fue otra de las reflexiones de la mesa. Fernando Flores reivindica la fata de datos y de estudios con relación a estos temas. “Al ser una sociedad edadista, podemos estar introduciendo elementos que, combinados, suponen un sesgo. Y no lo podemos saber hasta conocer los resultados”, apunta Flores.
La última mesa, titulada “Las mujeres mayores: una discriminación interseccional”, moderada por la periodista Vita Ventura, contó con la participación de Pilar de la Vega, designada en 1983 directora provincial del Ministerio de Educación y Ciencia, Begoña Elizalde, profesora del departamento de sociología y trabajo social de la Universidad de Navarra y Carmen Rodríguez, investigadora del centro nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos III (Madrid). Reflexionaron acerca de estar en un momento cambiante, de la importancia de atender a las necesidades de las mujeres mayores, que no serán las mismas dentro de 50 años, entre otras cosas gracias al acceso a la educación. La crisis de los cuidados es un tema central a abordar, crisis que ha estallado en el momento en el que las mujeres han dejado de poder en muchos casos realizarlos. Aun así, las mujeres mayores siguen teniendo varios ejes de discriminación que las atraviesan y que hacen que tengan, según estudios, más discapacidades, más ansiedad y depresión y más problemas de movilidad.