El Gobierno elude de nuevo proteger los valles del macroproyecto pirenaico del esquí

El Gobierno central ha ampliado la lista de reservas fluviales del Pirineo aragonés al incluir en ella cuatro de los ríos que surcan el Parque Nacional de Ordesa y dos de los que atraviesan el parque Posets-Maladeta, aunque sigue manteniendo fuera del listado de ríos salvajes, con la consiguiente protección para sus valles, la Canal Roya y la Canal de Izás, que discurren por la zona en la que está diseñado crear el mayor dominio esquiable de Europa.

La iniciativa de las reservas naturales fluviales es un proyecto de la pasada década, con el que el Ministerio de Medio Ambiente pretendía, en la época de Cristina Narbona, proteger 445 tramos de río que suman más de 4.200 kilómetros de cauces, valles y paisajes que apenas se han visto alterado por la mano del hombre. El objetivo era preservarlos de la actividad humana y crear una malla de corredores biológicos que estructurara los espacios de la Red Natura 2000.

Sus sucesores –Elena Espinosa, Miguel Arias Cañete e Isabel García Tejerina- fueron posponiendo el proyecto hasta que esta última lo aprobó con recortes de calado: la propuesta inicial del Cedex quedaba reducida a 82 zonas que sumaban 1.755 kilómetros al tiempo que la protección quedaba reducida a una catalogación. No obstante, las confederaciones hidrográficas quedaban habilitadas para “tomar medidas de protección y explotación adicional en función de la evolución de las masas” y para vetar concesiones y autorizaciones para el uso del agua“.

Tijeretazo ambiental

El Gobierno ha corregido ahora parcialmente ese tijeretazo ambiental añadiendo al listado 53 reservas que suman 928 kilómetros en seis demarcaciones hidrográficas -Duero, Tajo, Segura, Cantábrico Oriental, Guadiana y Ebro-, con lo que recupera el primer escenario previsto por García Tejerina: 135 áreas que abarcaban 2.669 kilómetros. Pese a la ampliación, supone menos de un tercio de los enclaves que seleccionó el Cedex, que no llegan a abarcar dos terceras partes de su extensión.

Las doce nuevas zonas declaradas en la demarcación del Ebro, que suman 184 kilómetros, incluyen quince de la cabecera del Ulldemó, en Beceite; 9,2 del Vallibierna y 6,1 del Salenca, afluentes del Ésera y el Noguera Ribagorzana, y tres ríos tributarios del Cinca como el Irués –que con el barranco de Garona cubre 21,8 kilómetros por Cotiella y Sierra Farrera-, el Vellos -11,42 en Ordesa- y el tramo inicial del Ara, que recorre 33,25 por los valles de Bujaruelo y Viñamala desde su nacimiento hasta el Arazas. Esas áreas elevan a 21, con una longitud de 338, el número de reservas naturales fluviales de la comunidad.

Una desprotección paradigmática

En el listado de las reservas naturales fluviales de Aragón, cuya gestión enfrenta al Gobierno central con el autonómico, que litigan por ella en el Tribunal Constitucional, siempre llamó la atención la ausencia de la Canal Roya y la Canal de Izás, dos pequeños ríos salvajes que discurren por las inmediaciones del Anayet, en la divisoria de las cabeceras del Alto Gállego y el Aragón.

La sorpresa provoca la misma perplejidad que la ausencia de un plan de protección para el Anayet, donde en apenas veinte kilómetros cuadrados confluyen, a más de 2.000 metros de altitud, los dos ríos, el volcán semiderruido que le da nombre y media docena de lagos de alta montaña.

Esa es la zona en la que el Gobierno de Aragón y Aramón, el hólding semipúblico aragonés del esquí que posee a medias con el banco Ibercaja, pretende unir las estaciones de Astún, Candanchú y Formigal para dar lugar al mayor dominio esquiable de Europa, que sumaría 220 kilómetros de pistas. Los remontes están diseñados a través de la Canal Roya.

El proyecto, presupuestado en unos 60 millones de euros y cuya viabilidad dependía de varios desarrollos urbanísticos, se encuentra paralizado por decisión de la Consejería de Vertebración del Territorio, que lo considera inejecutable a fecha de hoy.