La emblemática lucha de los vecinos de Loporzano contra las macrogranjas, cuyos impactos en forma de contaminación atmosférica e hídrica van cobrando intensidad conforme se mantiene su despliegue, ha encontrado un inesperado apoyo en el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) que dirige Teresa Ribera, que ha decidido incluir el acuífero de San Julián de Banzo, que aflora en el paraje conocido como Fuenmayor, entre las futuras reservas naturales hídricas, en este caso subterránea, para las que su departamento está tramitando un decreto.
La declaración como reserva natural subterránea conlleva, como el el caso de las fluviales y las lacustres, la constatación de que se trata de una masa de agua que no ha sido alterada por la acción del hombre y en cuyo entorno se aplicará una restricción de las actividades que puedan alterar sus equilibrios.
“El manantial de San Julián de Banzo-Fuenmayor es una de las descargas con mayor aportación que drenan la Sierra de Guara, en concreto el manantial aflora justo en el contacto de las calizas del Eoceno con las areniscas y conglomerados del Mioceno en el frente del retrocabalgamiento de San Julián”, explica la documentación que acompaña a la propuesta de decreto.
El principal interés para protegerlo radica en que, además de ser “una de las descargas con mayor aportación que drenan la Sierra de Guara”, se trata de uno de los manantiales sobre cuyo “funcionamiento hidrogeológico” se tiene mayor grado de conocimiento en toda la cuenca del Ebro.
Prohibidas las granjas en la zona de recarga del manantial
La declaración de la reserva natural subterránea, propuesta al Miteco por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), tiene como finalidad “preservar la cantidad y la calidad del agua del manantial de Fuenmayor”, para lo que se establecen tres anillos de protección con la ‘zona cero’ en el paraje del afloramiento que actualmente se encuentra vallado.
La delimitación de la llamada Zona I, que abarca una superficie de 10,2 kilómetros cuadrados en el área desde la que el acuífero se recarga con las aportaciones de agua, tiene como objetivo “proteger esta de cualquier partícula de agua que puede acabar saliendo por el manantial”, por lo que en ella quedarán “restringidos los vertidos de líquidos sin depurar, residuos sólidos, fangos y purines tratados, obras subterráneas, actividades insalubres, nocivas y peligrosas, determinadas infraestructuras y equipamientos y actividades agrícolas como granjas porcinas y de vacuno”.
Todas esas actividades “deberán recogerse” como prohibidas en “la normativa urbanística del instrumento que regule el perímetro protegido”, aunque “la mayor parte” de esa zona ya se encuentra dentro del Parque Natural de Guara, lo que conlleva la aplicación de medidas de conservación.
La estructura de protección se completa con la llamada Zona II o de protección adicional, en la que “se preserva la captación ante contaminantes químicos puntuales que pudieran utilizarse en los campos de cultivo que drenan directamente hacia el manantial superficial y subterráneamente”.
“Uno de los manantiales más interesantes de Guara”
Situado a algo más de 700 metros de altitud sobre el nivel del mar, manantial se encuentra a algo menos de medio kilómetro del núcleo de San Julián, uno de los quince que integran el municipio de Loporzano, y para acceder a él es necesario recorrer doscientos metros por camino.
El acuífero, ubicado dentro de varias figuras de protección vinculadas a la Sierra y Cañones de Guara, forma parte de un sistema más amplio, la masa de agua subterránea Guara-Santo Domingo, “que abarca una superficie de 838 kilómetros cuadrados”, la mayor parte de ella en la provincia de Huesca, y que ha sufrido episodios de contaminación en algunos puntos por exceso de nitratos como consecuencia de la actividad ganadera.
“El manantial de Fuenmayor es uno de los más interesantes de la Sierra de Guara, ya que constituye el principal punto de descarga de un acuífero kárstico”, explica la documentación del decreto, que destaca su “rápido e importante aumento de caudal en respuesta a las precipitaciones registradas”, lo que le ha llevado a superar los 1.300 litros por segundo en algunas ocasiones en periodos de tan solo siete horas.
Por el contrario, y aunque “no ha llegado nunca a agotarse”, ese caudal se sitúa por debajo de los doce litros en épocas de estiaje veraniego.
Dos ríos, una laguna y un ibón
Los planes del Miteco contemplan la declaración de otras cuatro reservas naturales hídricas en territorio aragonés, dos de ellas en la cuenca del Júcar y otras dos en la del Ebro.
Las dos primeras son las del río Villahermosa, que abarcaría un tramo de doce kilómetros y medio de su cauce en el área del barranco de Monegro, la del Monleón, que afectaría a otro de casi 90 y que incluye el Barranc del Forcall y el río Majo.
Las dos del Ebro son de tipo lacustre: la Salada de Chiprana, en la estepa zaragozana, y el Ibón de Cregüeña, en el Pirineo oscense.