Reencuentro (sin miedo) con el huerto: “Está todo lleno de malas hierbas y ya vamos tarde para plantar”
La luz al final del túnel ha llegado para los hortelanos: tras semanas de restricción -primer total, luego parcial- para acudir a cuidar sus parcelas, este 1 de mayo amanecen con un BOE recién publicado que autoriza de nuevo el trabajo en sus parcelas, siempre y cuando estén en el mismo término municipal de su domicilio, o en uno adyacente al mismo.
Este requisito de proximidad queda exceptuado los casos que impliquen cuidado y alimentación de animales y también en aquellos en los que, por razones socioeconómicas, la recolección de verduras sea necesaria para la subsistencia. Los desplazamientos y labores deberán ser de manera individual, y cumpliendo con las medidas sanitarias.
Para José Andrés, hortelano aficionado con una parcela a las afueras de Zaragoza, el BOE de hoy supone, sobre todo, “tranquilidad”. “He estado viniendo de vez en cuando para alimentar a las gallinas, pero con todo el miedo del mundo por los casos de abusos policiales que se han visto estos días; temía que me multaran, porque aunque llevaba los sacos de pienso y el recibo del IBI rural encima, vete a saber si me creían”, explica.
“Esto parece la selva”
Su reencuentro hoy con el huerto ha sido algo traumático: “Esto parece la selva, en algunos lugares las malas hierbas me llegan por las rodillas. Se han echado a perder las verduras de invierno: las habas ni se ven, las lechugas se han subido... Y los frutales han cogido enfermedades y plagas: el peral lo tengo con pulgón y el melocotonero, con abolladura”.
Las gallinas le siguen por la parcela “porque andan muertas de hambre”, y con ellas alrededor ya se ha puesto a revisar el riego y desbrozar. “No hay tempero, pero voy a pasar el motocultor para dejar la tierra lista para plantar las verduras de primavera y verano, aunque ya es muy tarde para la mayoría de cosas, y para las de otoño es pronto. Por suerte, tengo un pequeño invernadero donde hay tomateras y tengo plantero, aunque creo que de estos tomates no comeré hasta el Pilar. Voy a poner también lechugas y cebollas”, detalla José Andrés por teléfono, a pie de huerto y jada en mano.
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