El hexaclorociclohexano (HCH), el principal residuo de la fabricación de lindano en las instalaciones de Inquinosa en Sabiñánigo, cerradas hace ya 29 años, sigue presente en las aguas del río Gállego tres años después del vertido provocado con el traslado de los residuos al nuevo vertedero de Bailín a mediados de 2014, según confirma el Informe de Sustancias Peligrosas de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) referente al 2017.
Tanto en ese caso como en el del río Zadorra en Vitoria, otro de los focos históricos de contaminación por esta sustancia, la polución “procede de un vertedero de residuos en el que se depositó esa sustancia”.
En el caso del Gállego, el vertido, que obligó a cortar el agua de boca en varios pueblos de la ribera y a cerrar las aportaciones al embalse de La Sotonera para evitar que el residuo se distribuyera por el sistema de canales y acequias de Riegos del Alto Aragón, el mayor de la UE con 120.000 hectáreas, se produjo durante el traslado de los residuos del antiguo vertedero de Bailín a una nueva celda de seguridad situada a escasa distancia.
La falta de medidas de seguridad y la llegada de unas intensas lluvias provocó el derrame, según las investigaciones del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil. El vertido dio lugar a un proceso judicial en el que llegaron a estar imputadas 14 personas, aunque el Juzgado número 1 de Jaca terminó por archivar la causa al no hallar responsables directos de lo ocurrido.
Los residuos, estimados en 120.000 toneladas, proceden de la actividad de Inquinosa, una empresa química que fabricó el insecticida conocido como lindano en su planta de Sabiñánigo durante quince años, entre 1974 y 1989, cuando la UE lo prohibió.
El Gobierno de Aragón estima que se tardarán al menos 25 años en limpiar la zona, en una operación cuyo coste se estima en 550 millones de euros y en la que, hasta ahora, ni el Gobierno central ni la UE han mostrado mucho interés en participar.
Dos positivos en Hostal de Ipiés
“Los casos más importantes de seguimiento por incumplimientos detectados en esta red de control son, un año más, los realizados por presencia de HCH en el río Gállego, en la provincia de Huesca (tras el episodio de contaminación en 2014) y en el río Zadorra en Álava”, señala el organismo de cuenca, que recuerda que el año pasado fueron detectadas en el primero de ellos, a la altura de Hostal de Ipiés, dos concentraciones por encima de lo admisible.
Concretamente, uno de los positivos fue detectado en al agua y otro en uno de los peces capturados en la zona durante los trabajos de muestreo, en los que llevaba dos años sin aparecer, lo que revela la presencia de ese residuo en el ecosistema. Ni allí ni tampoco en Villanueva de Gállego, no obstante, su presencia llegó a ser detectada en los sedimentos del cauce, lo que indica que su densidad está remitiendo.
Los técnicos de la CHE también detectaron varios positivos de HCH en la acequia de Urdán, que alimenta uno de los regadíos tradicionales de la ribera del Gállego, aunque en todos los casos “inferior al límite de cuantificación” que marca la normativa.
El informe concluye que “se ha retornado a cierta normalidad” y que “la situación es más estable” que cuando se produjo el vertido. “Los trabajos llevados a cabo por el Gobierno de Aragón durante estos años, especialmente en el entorno del vertedero de Bailín, han conseguido que la contaminación en el río Gállego haya remitido”, añade.
Los cuatro puntos de control del río, en los que se realizan controles con periodicidad semanal, mensual y anual, anota, “control muestran una situación estabilizada y normalizada, aunque se requiere mantener el dispositivo actual”.
Otros puntos con contaminación química
El Informe de Sustancias Peligrosas de la CHE señala la presencia de otros contaminantes químicos en la cuenca del río Gállego.
Así, reseña cómo fueron detectados dos positivos de selenio en el sedimento del cauce y en uno de los peces capturados en Villanueva de Gállego y otros dos de mercurio en esa localidad y en Hostal de Ipiés.
No obstante, el río aragonés con más sustancias contaminantes con niveles superiores a los que permite la normativa fue de nuevo el Huerva, a cuyo paso por Fuente la Junquera se detectaron concentraciones elevadas de níquel, cobre, selenio, zinc y fluoruros en el agua y también la presencia de antraceno en los sedimentos.
Le sigue el río Cinca a su paso por Monzón, donde las estaciones y los análisis del organismo de cuenca hallaron restos de DDT tanto en el agua como en los peces, hidrocarburos aromáticos policíclicos en el lecho y mercurio en la biota, en este caso con una concentración superior a los 200 microgramos por kilo.
El informe reseña la presencia de este último metal pesado en peces capturados en el Jalón a su paso por Grisén, en el Ebro tanto en el azud de Pignatelli (conde toma sus aguas el Canal Imperial) como en Pina, y en el Vero en Barbastro, donde varios peces presentaban también restos de cromo.