Marta Macho, profesora y divulgadora: “Los estereotipos empujan a las niñas a elegir carreras de letras y a los niños de ciencias”

'¿Cuentas o cuentos? Las matemáticas de la literatura' es el título de una de las primeras actividades organizadas en Zaragoza en torno al 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. La encargada de pronunciar la charla es Marta Macho (Bilbao, 1962), profesora en el grado de Matemáticas de la Universidad del País Vasco y editora del blog 'Mujeres con Ciencia', premiado por su labor divulgadora con premios como el Emakunde de Igualdad del Gobierno vasco o el de la Real Sociedad Matemática Española.

La charla que usted va a pronunciar se titula '¿Cuentas o cuentos? Las matemáticas de la literatura'. ¿Las cuentas y los cuentos tienen más relación de lo que parece? 

Sí. Es sólo un juego de palabras, porque las matemáticas son mucho más que cuentas y la literatura también es mucho más que cuentos, para acercar dos disciplinas que aparentemente mucha gente piensa que están separadas. Las personas que nos dedicamos a las matemáticas, sobre todo, a la divulgación de las matemáticas, siempre repetimos que las matemáticas son transversales a todo y, por lo tanto, la literatura tenía que tener matemáticas dentro. Además, defendemos con pasión que no hay dos culturas: la de ciencias y la de letras. Muchas veces hay gente que dice casi con temor lo de “explícamelo despacito, que soy de letras”. No me gusta que me digan eso, siempre riño un poco cuando me lo dicen; porque no hay ciencias y letras, hay una cultura con mayúsculas que engloba toda la actividad humana. Me gusta divulgar las matemáticas a través de la literatura, en parte porque me gusta mucho leer y encontrar matemáticas en esas lecturas. No voy buscando matemáticas cuando leo, pero cuando encuentro algún guiño a las matemáticas o que se utiliza algún teorema matemático en la literatura, me gusta resaltarlo para que la gente vea que la vida es mestiza, que las ciencias y las letras se llevan muy bien, que en la literatura tiene que haber matemáticas como la literatura también inspira a las matemáticas de cierta manera.  

¿Dónde encontramos matemáticas en la literatura? 

 

En cualquier sitio, prácticamente. En parte, por lo que he comentado de que las matemáticas son transversales a todo. Desde que nos levantamos por la mañana, estamos haciendo matemáticas en cierto sentido: cuando programamos el microondas, cuando conectamos el ordenador, cuando hacemos una transacción comercial... Hay matemáticas escondidas ahí que hacen que las cosas funcionen. En esta charla, tomo varios textos de géneros distintos: poesía, teatro, novela de aventuras... Me cuesta elegir porque hay tanta información que es difícil; en casi cualquier texto puede haber un teorema de geometría, algo de aritmética o, a lo mejor, no están citadas directamente las matemáticas en el texto, pero aparece una conversación entre dos personajes que cometen un error garrafal, como una cuenta mal hecha. No se trata de reñir a nadie, sino de llamar la atención sobre el tema. Incluso hay muchos textos que tienen una estructura matemática muy precisa: puedes leer el texto sin detectarlo, pero si te llaman la atención sobre ello, disfrutas del texto de una manera distinta. Es como si vas a un museo a ver cuadros y decides entre contratar una audioguía o a una persona que te guíe y te enseñe o prescindir de ello. Puedes mirar los cuadros de una manera naif o con ayuda de alguien que te explica lo que está sucediendo en ese cuadro, con lo que podrás entenderlo de otra manera o percibir un matiz que hace que ese texto sea más rico. Es impresionante ver la cantidad de matemáticas que hay en textos de cualquier género.

A pesar de la labor de los divulgadores de insistir en que no hay tanta dicotomía entre ciencias y letras, ¿todavía sigue sorprendiendo esta visión de la literatura llena de matemáticas?

Claro que sí, sorprende, pero a la gente le gusta que le cuenten estas cosas. Es incluso un pequeño reto. Estoy segura de que hay gente que después va a leer con otra mirada, intentando encontrar en algún texto un guiño matemático. Suelo contar, porque como profesora de matemáticas es algo que me parece importante, que doy clase en el Grado de Matemáticas del País Vasco y uno de los problemas enormes que tiene nuestro alumnado es la falta de comprensión lectora. Creo que las matemáticas y la literatura están muy ligadas y, casualmente, son las asignaturas que la gente suspende más en Bachiller. Sinceramente, creo que es porque se parecen mucho. Para entender un texto literario bien, hay que leer con precisión, no de cualquier manera. Si lees por encima un texto, puedes interpretar mal algo que está allí dicho. En matemáticas, cuando planteamos un problema, si lo lees a la ligera, sin cuidado, no entiendes bien lo que estás leyendo, puedes hacer un ejercicio que no hemos pedido. A mí me mueve mucho la pasión por la lectura. Quizá tiro piedras contra mi propio tejado, pero diría que es más importante que aprendan a leer bien, que sean lectores críticos, a que sepan muchas matemáticas. Porque las matemáticas se pueden aprender, con esfuerzo, con ganas, pero la lectura es algo esencial en la vida de las personas. No se puede leer una noticia de un periódico a la ligera, porque te pueden estar engañando. Hay que leer con cuidado y ser crítico con lo que está allí contenido. Cuando te muestran una estadística en un periódico, también hay que saber. Ahí, entran en juego las matemáticas. Creo que hay una simbiosis perfecta. 

¿Es posible reconciliar con las matemáticas a esos lectores apasionados que se dicen “de letras”?

Un poco sí. Nadie pretende que todo el mundo sea experto en matemáticas con este tipo de charlas. En mi caso pretendo es mostrar la riqueza de un mundo mestizo, en el que nadie tenga complejos porque no entiende una cosa u otra. Hay tiempo para aprender, sólo hay que tener ganas. También quiero mostrar la belleza de las matemáticas a través de la literatura o al revés. Igual puedo enganchar a alguien que no lee mucho y al que le gusten las matemáticas y decirle que en el texto hay unas matemáticas preciosas. Ojalá dejemos de separar tanto y de poner las cosas en lugares encasillados y pasemos a aprender y disfrutar con disciplinas aparentemente tan distintas, pero que al final no lo son. Son actividades humanas y ambas muy gratificantes.

Usted es editora del blog 'Mujeres con Ciencia'. De hecho, la charla de este martes se enmarca en los actos organizados con motivo del 11 de febrero, el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ¿por qué tradicionalmente las niñas han “elegido” más las letras que las ciencias? 

No es una cuestión de gustos. Mucha gente piensa que, si eligen letras, será porque les gusta. Los gustos se adquieren con la presión de todo el entorno que nos rodea. Estamos todos muy coaccionados y coaccionadas por lo que vivimos desde bien pequeños en casa, en la escuela, en sociedad... Por ejemplo, desde muy pequeños, con los regalos que se hacen a niños y a niñas: con los juguetes, con el tipo de juegos a los que juegan unos y otras, con el paternalismo que se tiene con las niñas y no tanto con los niños. Todo empuja a niños y niñas a dedicarse a actividades distintas. A los niños se les regala muchos juegos de construcción y eso les va formando en su cabeza una manera de ver el espacio que las niñas que sólo tienen muñecas no activan. El cerebro, como cada vez está más demostrado, es un órgano muy maleable. No hay cerebro masculino y femenino. No tiene nada que ver con la biología. El cerebro se moldea dependiendo de lo que le enseñes en contenidos y también todo lo que le enseñes de tipo social o cultural. Todos los estereotipos, los sesgos que tenemos todos y todas empujan en muchas ocasiones a las niñas a elegir carreras más de letras y a los niños más de ciencias. Pero ni ellas eligen con libertad ni ellos tampoco. Hay muchos niños varones que quisieran ser enfermeros y en casa les dicen que hagan medicina, que ya puedes, que eres un chico. Pues déjale que haga Enfermería, que es una profesión absolutamente maravillosa. Igual que a ellos los animan a hacer algo, teóricamente, de más prestigio, a ellas las desaniman. Ya es hora de dejar estos estereotipos, de educar a niños ni niñas de verdad de la misma manera. Seguramente si lo hiciéramos así, habría prácticamente paridad en todas las disciplinas.

¿Las niñas y las jóvenes siguen sintiéndose hoy en día expulsadas de los estudios más tecnológicas? 

 

Dentro de las ciencias, hay disciplinas muy feminizadas: la Medicina, las biomédicas en general. En el otro extremo están todas las tecnológicas, las ingenierías mecánicas, las informáticas, la carrera de Física... Son como los dos polos opuestos. Lo grave del tema es que no siempre ha sido así. A nivel mundial, cuando la carrera de Informática se llamaba sólo “Informática” era una carrera bastante igualitaria, con un 35 o un 40% de chicas matriculadas. Eso ha ido descendiendo con el tiempo, precisamente, en un momento en el que hubo un cambio de nombre en la carrera y pasó de llamarse “Informática” a “Ingeniería Informática”. Parece que la palabra ingeniería asusta a las chicas. No es por culpa de ellas. Es todo el estereotipo que tienen detrás y les empuja a elegir de una manera o de otra. Sorprendentemente, la Matemática era una carrera bastante paritaria en la que ahora empezamos a observar que desciende el porcentaje de mujeres. No podemos saber seguro los motivos, todo es multifactorial, pero creemos que en parte es porque está empezando a ser una carrera de prestigio: hay una gran demanda, no hay paro y la gente se coloca mucho en cualquier tipo de empresa. Eso es terrible, va muy en contra de las chicas porque precisamente no optan por carreras tecnológicas cuando la tecnología ya no es el futuro, es el presente. Además, el analfabetismo tecnológico te puede llevar a que te aparten de muchos trabajos que quizá no sean al 100% tecnológicos. Eso es una brecha en la vida cotidiana incluso. No se puede prácticamente ir a sacar una cantidad pequeña al banco si no lo haces a través de un cajero. Puede parecer trivial, pero hay gente de 80 años que nunca ha usado una tarjeta de crédito en un cajero. Puede parecer que ejemplos como éste están superados, pero estarán superados para la gente de cierta generación. La brecha digital aparece en el momento que aparece. Lo que ahora nos parece evidente, no lo será. Dentro de unos años esas tecnologías que son tan sofisticadas van a ser de uso cotidianos y las chicas las usan menos. Eso es muy malo.