Esta es la historia de una niña que soñaba con ser inventora. Le dijeron que eso no se podía estudiar, así que se convirtió en Ingeniera en Telecomunicaciones y trabajó durante años en una empresa privada. Un buen día, Patricia Heredia (Huesca, 1980) dejó su trabajo y abrió una academia de robótica, pero se dio cuenta de que acudían muchos más niños que niñas. Ahora, con un canal de YouTube, Patricia Heredia y Valeria Corrales (Huesca, 2008), una aspirante a ingeniera informática de 10 años, animan a todas las niñas a soñar con ser inventoras.
Valeria, ¿Cómo empezaste a interesarte por la ciencia y por la robótica?
Valeria: Al principio, no teníamos ninguna academia de robótica en Huesca. Veía vídeos en YouTube para poder aprender a programar. Después, cuando Patricia abrió su academia, me apunté, lo probé y me gustó mucho. Ya llevo tres años.
¿Es tan fácil? ¿Se puede aprender a programar viendo vídeos en YouTube? Porque entonces tenías sólo 7 años...
V.: Veía tutoriales que me guiaban. Al principio, no sabía hacerlo sola.
¿Desde qué edad se puede empezar a intentar animar a niños y niñas a que se interesen por la ciencia y por la tecnología, Patricia?
Patricia: Nosotros empezamos en la academia con niños desde los 4 años, aunque es verdad que a esa edad se trata más bien de jugar y de ordenar el pensamiento; todavía no programan. A partir de los siete años sí creo que ya es importante acercarles a este mundo. Es la mejor edad; es cuando más pueden interesarse por esto y, además, todavía no tienen prejuicios, por ejemplo, en cuanto a género.
¿Qué pueden hacer en programación estos niños y niñas de siete años?
P.: Con siete años ya se puede programar. Hay una web con muchas herramientas gratuitas, que se llama code.org, que tiene un montón de programas, similares a juegos, para programar por bloques. Por ejemplo, les gusta mucho el Minecraft, que tiene una opción para programar tu personaje con unos bloques; están muy guiados. Es como si fueran unos vídeos tutoriales. Además, está dividido por edades, con lo que puedes entrar en el curso que te conviene. Una vez hecho esto, se puede hacer Scratch, que también es programar: videojuegos, historias... Es también por bloques y gráfico: diseñan su propio escenario, personajes... Más adelante, a Scratch se le puede unir una placa, que se llama Makey-Makey y permite conectar el mundo real con el virtual. Es como una extensión del teclado de tu ordenador, una placa a la que se le pueden conectar unos cables y esos cables, a objetos conductores. Por ejemplo, a plátanos, a otras frutas, a vasos con agua. Entonces, si tocas esa agua, haces una conducción, como si tocases una tecla de tu teclado. Por tanto, puedes, por ejemplo, tocar un piano con fruta.
¿Qué tipo de experimentos son los que más suelen atraer a niños y niñas?
P.: En la parte de robótica, hay varios tipos de construcción -con Legos, para hacer tus propios robots-, pero normalmente lo que les gusta más son los creativos, porque hacer un robot guiado acaba aburriéndoles. Por ejemplo, les gusta más hacer un circuito con LEDs y en lugar de utilizar cables, usamos plastilina conductora; aprendemos a cocinarla con harina y con limón y hacemos circuitos en serie; en paralelo, alimentamos motores... Los experimentos de este tipo les encantan.
¿Cuál es el experimento que más te ha gustado hacer a ti, Valeria?
V.: Me gusta mucho montar Legos, pero también soldar y usar el Makey-Makey.
¿Hay algo que hayas intentado y que todavía no te salga?
V.: Programar con Python. Para mí es un poco difícil, porque siempre programo con bloques y Python ya es con código. Eso lo probamos, pero ya no estamos haciéndolo porque era demasiado difícil.
¿Es necesario que los padres tengan conocimientos de informática para acompañar a los hijos en esta afición?
P.: No. No es necesario, porque tanto los kits como los programas son muy amigables. Lo que sí tienen que tener es tiempo y ganas para estar con ellos. Cuando a mí me piden consejo sobre qué pieza robótica pueden regalar para un cumpleaños, siempre pregunto cuánto tiempo tienen los padres para pasar con ese niño. No se trata de darles la tableta o el kit de robótica y que lo monten ellos solos. No. Hay piezas pequeñas, hay que estar con ellos, ver cómo funciona, los programas de la tableta tienen su complejidad... Pero no hace falta que tengan conocimientos previos. Hay un montón de tutoriales por Internet; hay mucha ayuda.
¿Qué estáis haciendo últimamente?
V.: Hacemos diferentes vídeos en el canal de YouTube. Estos días hemos subido uno que cuenta los suscriptores que tenemos en nuestro canal. Y el miércoles que viene, haremos uno que sirve para encender y apagar la luz con la voz.
P.: Tenemos en marcha un canal de YouTube para inspirar a niños y, sobre todo, a las niñas; para que se introduzcan en el mundo de la tecnología. Con nuestros vídeos no vas saber hacer proyectos, pero sí hablamos de ellos, decimos que son muy chulos, intentamos que a los niños y niñas les entren ganas de hacerlo. Después, en nuestra web, ya colgaremos todos los pasos. El canal de YouTube es entretenimiento, emoción, inspiración y motivación. Que los niños y niñas pequeñas lo vean, que no les dé miedo y que se den cuenta de que pueden hacerlo exactamente igual que Valeria y yo en el vídeo. Que lo prueben porque, a veces, cuando les preguntamos por actividades extraescolares, piensan en teatro, en música... y si les hablas de tecnología, responden: “¡Qué difícil!”. El nombre de “robótica” les suena a algo difícil y no es así, es muy divertido. Cuando empezamos, grabábamos los vídeos con nuestro móvil y Valeria los editaba. Nos dimos cuenta de que los vídeos tenían impacto, que cada vez más niñas nos preguntaban, Valeria los enseñaba en el colegio, dábamos charlas... Nos hemos decidido a aprovechar ese impacto para animar a esas niñas a que prueben las actividades con robótica y tecnología. Por eso, queremos hacer los vídeos más profesionales, comprar más materiales para probar nuevos proyectos. Necesitamos financiación y por eso hemos lanzado una campaña de crowfunding.
¿Por qué os interesa atender especialmente a las niñas?
P.: Porque antes de abrir la academia, no me había preocupado demasiado, pero fui entrando en varios grupos de mujeres y tecnología, en eventos... y me di cuenta de que casi no venían niñas. El porcentaje de niñas en la academia frente a niños era muy bajo. No entendía por qué ocurría esto: nuestras actividades las pueden hacer igualmente todos, es un sitio donde se divierten y aprenden. Sobre todo, no entendía por qué ocurría más conforme aumentamos la edad. De los 4 a los 8, más o menos sí hay un 50% de niñas, incluso a veces más. A partir de los siete hay menos, pero a partir de los 12, no hay. Eso significa que ahí hay un problema. Tampoco sé exactamente muy bien por qué ocurre, pero cuando les preguntamos, vemos que influyen los estereotipos y la falta de referentes femeninos. Hace poco, estuve hablando con chicas de Bachiller y me decían que no querían hacer ninguna ingeniería porque es muy difícil; en realidad, no sabían ni qué es una ingeniería. También pienso que resulta más atractivo si subrayamos la parte creativa de la tecnología y la electrónica: a veces pensamos en fábricas de coches, con robots grandes, o en centrales… Es más fácil que los niños se interesen si piensan en proyectos de tecnología como una camiseta con LEDs, o un cuenta-suscriptores de YouTube.
Valeria, ¿qué te gustaría ser de mayor?
V.: Ingeniera. Seguramente, informática, pero no estoy muy segura.