Virginia Gálvez es vicepresidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Campo de Borja, y presidenta de Bodegas Aragonesas, la única mujer en Aragón en ocupar ambos cargos. En la comunidad hay 4.000 familias de viticultores y 180 bodegas que producen 140 millones de litros de vino al año. “Pese a la situación coyuntural, los vinos aragoneses están viviendo un buen momento”.
¿Qué significa para usted el vino?
Para mí, el vino es un sentimiento. Un mundo que se vive desde dentro y que no te deja indiferente. Mi pueblo, Fuendejalón, ha sido siempre eminentemente vitivinícola, y la mayoría de los vecinos lo vivimos como algo muy nuestro y con auténtica pasión.
Es usted la única mujer al frente de una bodega aragonesa ¿es el del vino un sector con techos de cristal?
Sin duda es un sector todavía muy masculinizado, aunque creo que dentro del mundo de la agricultura no es el peor parado. Cada vez vemos más mujeres que, de una manera u otra, participan en este sector. Es cierto que esa participación, principalmente, se lleva a cabo en el ámbito laboral en los distintos eslabones de la cadena, pero si lo miramos desde el punto de vista de la intervención en los órganos de decisión de las Bodegas o Cooperativas, el número es alarmantemente bajo, especialmente en el mundo cooperativo, dónde en Aragón las mujeres suponen tan solo un 2% de los miembros de los Consejos Rectores de las cooperativas agrarias.
Su trabajo al frente de las bodegas es un referente para la generación presente y futura ¿cuál es su experiencia? y ¿por qué todavía no tiene homólogas en otras bodegas?
Yo vengo del mundo cooperativo, que es muy tradicional. Aquí siempre han sido los hombres quienes han formado parte de los Consejos Rectores, los que han participado en la toma de decisiones; es una cuestión de costumbre, de tradición, más que de limitar el acceso de las mujeres a estos puestos. Si un Consejo está formado en su totalidad por hombres, probablemente los nuevos miembros serán hombres. Pero si se abre la brecha y empiezan a aparecer mujeres, poco a poco se irán incorporando más de forma natural. Está claro que no es fácil, supone compaginar el cargo, con tu trabajo, familia y otros aspectos de tu vida, pero desde mi punto de vista, es una experiencia muy positiva que te aporta mucho como persona, es por ello, que animo a otras mujeres a participar en estos órganos.
¿Qué aportarán las mujeres en los órganos en los que se toman las decisiones en el sector agrario?
Las mujeres tienen que dar un paso al frente y atreverse a formar parte de estos órganos. Es importante que las propias mujeres eliminemos de nuestras cabezas esta creencia o tradición de que es un mundo de hombres y de un determinado perfil. Podemos encontrar muchas mujeres que no dedican su día a día al trabajo en el campo, pero son las que se encargan de la gestión de sus explotaciones, de los aspectos fiscales, laborales, etcétera. En definitiva, de las múltiples obligaciones que hoy en día conlleva la agricultura. Su participación en los órganos de decisión permitiría aportar esa visión de gestión tan importante y una perspectiva diferente.
¿Cómo ha caído entre las entidades de su sector el artículo 24 del texto del Estatuto de las Mujeres Rurales de Aragón (todavía en fase de proyecto de Ley), que obliga a las entidades que trabajan en el rural a tener paridad en sus órganos de toma de decisiones para poder optar a ayudas públicas?
Se trata de una medida que va a marcar un antes y un después en muchas organizaciones. A nivel cooperativo, estamos hablando de pasar del 2% actual de representación de las mujeres en Consejos Rectores, a que dentro de 4 años esta participación sea como mínimo un 40% si se quiere optar a ayudas o subvenciones públicas. Para muchas entidades va a suponer un cambio drástico en su organización tradicional. En nuestro caso concreto, tanto en Bodegas Aragonesas como en Cooperativa de Fuendejalón, ha sido habitual la presencia femenina en nuestros órganos de decisión. Actualmente, estamos dos mujeres y la elección de ambas se ha producido con toda naturalidad, por lo que creo que nos adaptaremos con facilidad.
Hablamos ahora de los caldos de Aragón ¿Qué caracteriza a los vinos aragoneses y qué aportan respecto a los de otros territorios?
En Aragón tenemos una fuerte tradición de vinos con mucho cuerpo y complejidad. Son vinos con mucha calidad en general y apreciados tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Vinos nobles, igual los aragoneses.
¿Gusta más fuera o dentro de España? ¿Qué imagen tienen de nuestro vino en el exterior?
En los últimos tiempos hemos visto un gran auge de los vinos de garnacha, de los que podemos presumir de ser los pioneros. Esto ha provocado que nuestra imagen se haya reforzado y hayamos ganado prestigio. Hemos pasado de estar en un segundo plano, a demostrar que podemos elaborar nuestros vinos con unos estándares altísimos de calidad, y todo se debe al gran trabajo realizado durante muchos años por nuestros viticultores y bodegas.
¿Y los de su bodega en particular?
Los vinos de Bodegas Aragonesas son reconocidos por su calidad. Tenemos marcas que gozan de mucho prestigio y tienen muchos adeptos desde hace años, como son Fagus (primer vino de garnacha de España) o Garnacha Centenaria de Coto de Hayas. Pero al mismo tiempo creemos que es imprescindible seguir innovando y creando nuevas líneas acordes con las tendencias actuales del mercado, como es el caso de Azzulo, un blanco semi-dulce muy apreciado por el público joven, o Nabulé, nuestro último proyecto, una garnacha fresca de terroir, muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados esta variedad.
¿En qué momento se encuentra el vino aragonés?
Pese a lo complicado de la situación coyuntural que venimos sufriendo estos últimos años, los vinos aragoneses están pasando por un buen momento, principalmente a nivel internacional, donde hay una tendencia al alza, en especial de los vinos de D.O. Si bien el volumen podría ser superior, hemos aumentado en valor, lo que indica que gozamos de prestigio y calidad fuera de nuestras fronteras. Esperemos que esta evolución continúe y consigamos aumentar nuestra participación en el mercado nacional, donde nos hemos quedado un poco estancados.
En la parte menos amable de la situación de nuestros vinos, desde la COVID-19 este producto ha vivido una situación inestable. Según los últimos datos publicados, en España, el excedente de 2023 ronda entre los 3 y los 4 millones de hectolitros a los que el mercado no puede dar salida. ¿Cuántos de estos millones corresponden a vinos de Aragón? ¿Se ha encontrado y solución a esta situación?
Partiendo de que el vino producido en Aragón supone en torno a un 15% de la producción nacional, estaríamos hablado de una horquilla de entre 450.000 a 600.000 hectolitros de excedente en nuestra comunidad. Se están buscando soluciones para minimizar esta situación. Recientemente se han aprobado unas ayudas para fomentar la cosecha en verde; una forma de reducir la producción eliminando racimos con anterioridad a la vendimia, para de este modo una alta producción a la que luego no se le pueda dar la salida deseada. Otra medida que se ha valorado desde diversas organizaciones es la destilación de crisis, aunque el Ministerio parece no ser muy proclive a su implantación. En este sentido, la situación de las Denominaciones de Origen aragonesas difiere mucho entre sí; mientras en el Campo de Borja (o el Somontano) no tenemos grandes problemas con el excedente, en el caso de nuestras D.O. vecinas el escenario es algo más complejo y podría suponerles de gran ayuda.
Otro de los problemas del sector vinícola ha sido la pérdida de un 25% de sus viñedos en dos décadas ¿cuáles han sido las causas de esta pérdida?
A mi modo de ver, las causas de esta pérdida de superficie se resumen en dos: falta de relevo generacional y escasa rentabilidad en algunos casos. No podemos negar que el sector agrario es un sector envejecido. La media de edad de los agricultores de Aragón ronda los 60 años. Sin jóvenes que se incorporen a la agricultura, muchas de las hectáreas cultivadas por estas personas mayores acaban siendo perdidas cuando estos llegan al fin de su edad laboral. En el caso de la rentabilidad, vemos que la vid, a diferencia de otros cultivos, requiere de grandes atenciones y un importante desembolso económico. En un momento como el actual, con los incrementos en los precios de los carburantes, los fitosanitarios, así como el de las materias primas en bodega, que suponen un importante aumento de los costes de elaboración, los cuales no pueden ser repercutidos en el precio de venta, se está produciendo una importante disminución en la rentabilidad, en ocasiones llegando a trabajar a pérdidas.
Aun así, como decimos, el sector sigue en expansión ¿qué factores han ayudado a que así sea?
Pese a la pérdida de superficie, los rendimientos por hectárea son superiores a los de años atrás, de modo que en producción nos mantenemos estables o incluso en aumento. Otro factor determinante de nuestra expansión es la calidad de los vinos que elaboramos en nuestra región. Es fundamental apostar por la calidad, ya que es lo que nos hace diferentes y permite situarnos en posiciones más prestigiosas en relación con otras zonas.
¿Cuáles son los retos que quedan por delante?
Tenemos muchos retos que afrontar y muchas mejoras que implementar, desde antes de la plantación de la viña hasta el momento de la comercialización. En primer lugar, tenemos que analizar la situación actual, las tendencias del mercado y las consecuencias del cambio climático, que están propiciando un mayor interés por los vinos blancos y los tintos más afrutados. Sin renunciar a nuestros orígenes y nuestras características, tenemos que poder ofrecer productos que se alineen con las nuevas tendencias. Tanto en el campo como en bodega, no se puede dejar de lado la modernización y la automatización de tareas, especialmente con los problemas para encontrar mano de obra cualificada, que cada vez son mayores. La sostenibilidad es otro de los retos a los que tenemos que sumarnos. Y finalmente, en cuanto a la comercialización, debemos aprovechas todas las oportunidades para, no solo mantener, sino aumentar nuestra presencia en el mercado exterior, así como lograr un mayor impacto dentro de nuestras fronteras.
- La viticultura tiene mucho de oficio, de tradición y también de química y de innovación tecnológica ¿cómo se consigue mantener el equilibrio entre todas esas facetas? ¿Ese es el secreto del vino?
Podríamos decir que sí. El secreto del vino está en compaginar nuestras tradiciones y nuestros orígenes, con la más moderna tecnología. Logrando el equilibrio entre ambos conseguimos los vinos de los que tan orgullosos nos sentimos todos los aragoneses.