“Estamos siete horas podando a 35 grados y después nos vamos otras 12 a apagar un incendio”

39 grados a la sombra. Pertrechados con pantalón, camiseta, botas, guantes, casco y con una motosierra en las manos, algunos más. La ola de calor de las semanas pasadas ha hecho saltar la voz de alarma, después de que, según los bomberos, se dieran cinco casos de golpes de calor, además de quemaduras y deshidrataciones. Desde la empresa pública encargada de la gestión, la Sociedad Aragonesa de Gestión Agroambiental (Sarga), aseguran que solo fueron informados de uno de los casos.

Lo extremo de las temperaturas empujó a los bomberos forestales a solicitar un descenso en las máximas de temperatura de trabajo –temperatura límite con la que se puede trabajar en labores de selvicultura como la poda o la limpieza–. La empresa respondió y, el pasado 22 de julio, emitió una instrucción en la que indicaba que “cuando la temperatura supere los 39º C no se realizarán trabajos con maquinaria ligera” –antes eran 42º C–. Por añadidura, estipuló que por encima de 37º C “se deben realizar mayores descansos”.

Las previsiones anuncian otra subida y, aunque recibida con satisfacción, la medida no es suficiente para los bomberos. Lo consideran, casi, un parche y, si se continúa en esa línea, piden que, al menos, la temperatura máxima para trabajos con maquinaria ligera se baje a los 35º C y que estas labores de selvicultura se hagan a partir de las 18:30 horas.

No se tiene en cuenta, dicen los profesionales, el equipamiento que deben llevar, “es como si te vas a la playa, te pones un equipo de esquí y empiezas a hacer flexiones”. Explican en Sarga que, “cualitativamente”, sí se valora este aspecto, “pero que no existe una fórmula matemática que se pueda aplicar”.

“El fuego se apaga en invierno”

Los bomberos encuadran, sin embargo, el riesgo en un problema mucho más profundo, de raíz: “No deberían realizarse trabajos de prevención en verano. El fuego se apaga en invierno”. El fallo, argumentan, radica en que solo están contratados seis meses al año y, en ese periodo, deben compaginar estas labores con las extinción de incendios. Actualmente, las cuadrillas terrestres trabajan de 14:00 a 20:50 horas en la selvicultura: “A menudo nos pasamos siete horas podando y después tenemos que ir a apagar un incendio en el que podemos llegar a estar 12 horas”.

Desde Sarga aseguran que se trabaja con “el presupuesto y los recursos que se nos adjudican desde el Gobierno”. Respecto al horario, señalan que se decidió hacer así porque la gran mayoría de los incendios se declaran a partir de las 19:00 horas. El hecho de contar para la extinción con unas cuadrillas que ya están trabajando –en prevención– “nos permite tener una capacidad de respuesta más rápida”. Además, afirman, “desde el punto de vista de los riesgos laborales sería mucho más arriesgado hacer un relevo nocturno que seguir trabajando más horas y que el relevo se realice después”.

Sostienen, por añadidura, que dentro del horario establecido (14 – 20:50) se incluye el desplazamiento al “tajo” y la vuelta –“que suele ser una hora”– y la pausa de 30 minutos.

No lo ven así los bomberos, que llaman la atención sobre la condición física con la que un profesional se presenta en un incendio después de llevar horas trabajando con maquinaria y equipamiento a altas temperaturas. Por ello, exigen a la empresa que en los periodos de máxima activación –desde el 1 de junio hasta mediados de septiembre en el año actual– no se realicen labores de prevención.

“Reciben formación para detectar síntomas de un golpe de calor”

Diferencian en SARGA las cuadrilllas helitransportadas de las terrestres, para destacar que las primeras –que son las que más acuden a la extinción de incendios– “están en base y no realizan trabajos selvícolas en periodo estival”. Y ponen un ejemplo: “Del presupuesto para las helitransportadas, el 50 % es para incendios y el 45 % para labores de prevención, que realizan fuera del periodo de máxima activación porque sí están contratados todo el año”. Por el contrario, “en las terrestres el 15 % es para extinción de incendios y el 85 % para funciones selvícolas”.

Les han indicado a los bomberos que tengan un sistema que favorezca la rotación entre los trabajos más y menos exigentes “y que si tienen que realizar mantenimiento de maquinaria lo hagan en los tramos de más calor”. También les recomiendan hacer pausas más frecuentes: la vida útil de la carga de combustible de una motosierra “es de 45 minutos, cuando hay que recargarla deben aprovechar para hacer un descanso de 15 minutos, es decir, que de cada hora trabajan un 75 % y descansan un 25 %”.

“Es un trabajo exigente”, reconocen, “por eso estamos revisando cosas y la clave es seguir profundizando en la autorregulación de las cuadrillas, que reciben formación para detectar situaciones en las que aparezcan síntomas de golpes de calor u otras afecciones”.