El aragonés baixorribagorzano reivindica una identidad propia. Una lengua que no es ni castellano, ni catalán. Tampoco simplemente aragonés. Un habla local que se extiende por las comarcas aragonesas de Ribagorza, Somontano Cinca Medio y La Litera, limítrofes con Catalunya. Un territorio que persevera en su conservación para que no se pierda como tantas otras entre las arenas del tiempo y el desuso. Para ello se han puesto en marcha iniciativas como un taller conversacional en la localidad de Estadilla al que asisten aquellos vecinos que quieren o bien practicarlo o bien conocerlo en una mayor profundidad. Un hilo invisible con el que conectar varias generaciones.
En esta población próxima a Barbastro y también a Monzón, la gente conoce y habla su lengua local, el baixorribagorzano. La presentación del libro ‘El imaginario de Pedré’, realizado a partir de los poemas escritos por un vecino ya fallecido que escribía en esta lengua, prendió la mecha y el teniente de alcalde y concejal de Cultura, Jordi Cañavate, ideó la puesta en marcha de unos encuentros que no fuesen exactamente un curso sino un vehículo para hablar. Le secundaron María José Girón, fundadora de Im Fent, asociación para visibilizar la lengua aragonesa con un espíritu colaborativo, y miembro de la Sociedat de Lingüistica Aragonesa (SLA); y Daniel Giménez, maestro de lengua aragonesa en el CRA La Candeleta de Estadilla y en otras localidades.
El impulso de Cañavate, recogido por Girón y Giménez, ofreció como fruto un planteamiento que se quiso alejar de lo académico. “Algo conversacional”, como lo define Giménez. Se trata de reivindicar el orgullo por esta lengua entre quienes han vivido siempre allí y quienes han llegado de fuera. “Tiene sentido que una persona que lleva 25 años en Estadilla no se atreva a hablar porque es de fuera, y la gente por deferencia le hable en castellano y por ello no ha tenido la oportunidad de escuchar mucho el estadillano. Otro hándicap es que siendo catalán cuando intenta hablarlo tenga miedo a decir cosas propias de esta otra lengua”, explica el también socio de Im Fent.
María José Girón, que también es profesora, había sacado adelante grupos de conversación en inglés con nativos que han servido de modelo “para hacer un grupo de conversación dinámico y diverso con gente del pueblo que sabe hablar y otros de otras localidades que no consiguen aprender porque les hablan en castellano”. Se han previsto ocho sesiones; la primera, el domingo 7 de mayo, y Giménez deja claro que “no es un curso ni se trata de implementar el aragonés, sino de darle flujo entre los que ya hablan y los que no porque vienen de fuera o en casa no lo hacen”.
La presentación mostró la buena acogida de esta iniciativa con un lleno que se aspirará a repetir en unas siguiente citas de naturaleza itinerante por diferentes puntos de Estadilla. Juega a su favor que se trata de personas muy conocidas en el pueblo: un concejal y dos profesores con un contacto continuado con jóvenes y mayores. La mecánica de trabajo que busca Cañavate, que expone que necesita hablar el baixorribagorzano con alguien, es la de aprender la lengua usándola, que es “la manera más dinámica y atractiva de hacerlo”.
Recoge esta petición Giménez, pues es natural de otra localidad y ha aprendido el baixorribagorzano “estudiando”: “Aunque tenga amigos aquí, me falta naturalizar mi discurso. Hacerme bilingüe, no pensar en una lengua y traducir con la cabeza”. Por último, María José Girón da “solidez” al formato. Se trata de explorar las posibilidades que da la lengua a través de este grupo de conversación, “sentarse, tomar algo y hablar durante una hora u hora y media una vez a la semana. Y ver si gusta” y se repite más adelante, con la idea de que se dé en el mes de septiembre.
Girón que busca descastellanizar su lengua materna pues en otras localidades más al norte, como Graus, el ribagorzano “se ha castellanizado más”. En Estadilla hay base para implementar el proyecto. Un grupo de jubilados de Estadilla que se conocen como informadores turísticos desarrollan su labor en ribagorzano. Giménez detecta “mucha gente mayor en el lado de los que saben y jóvenes que quieren aprender”.
En Estadilla y también en Fonz, localidades meridionales de la provincia de Huesca, la lengua disfruta de una vitalidad muy elevada con respecto al resto del territorio. El problema reside, según Giménez, en que “se está castellanizado. Aunque la gente mayor lo hable bien, la de mediana edad lo hace castellanizado y palabras que decían los abuelos pueden hoy sonar catalanizados”. Y pone el ejemplo que la palabra puyar /puyá/, que se puede leer en autores como Pedré, Cleto Torrodellas o Bernabé Romeo, y “ahora ya hay quien dice /subí/”.
El baixorribagorzano presenta un sólido estado de salud en el segmento de edad a partir de los 30 años y Giménez considera que se ha producido un “corte de transmisión generacional más tardío que en otras zonas”. Esto se puede deber a que se tiene una mayor percepción de la utilidad de la lengua y a la “conciencia localista” que no es tan sencillo encontrar entre los menores de 30. Giménez trabaja con alumnos de entre 3 y 12 años y le es sencillo identificar a los que hablan ribagorzano en casa y le dicen “cosas que no se han aprendido en clase”. Esta lengua es extraño que perviva en poblaciones relativamente grandes como Estadilla o Fonz cuando es más habitual en pequeñas y envejecidas.