La Fresneda vivió este verano por primera vez las restricciones de agua de boca por el alto nivel de nitratos detectados en su captación habitual. “Creíamos que teníamos una acuífero bastante sano, que no tendríamos problemas” dice su alcalde, Ramón Gimeno, aunque reconoce que hace años que se vaticinaba que la gestión de estos residuos ganaderos podía convertirse en un problema. No solo para ellos, ni especialmente en este pueblo. En La Portellada llevan años sin poder beber agua del grifo hasta que hace poco ha entrado en funcionamiento una nueva captación de agua, con la ayuda de la Diputación de Teruel.
Son dos ejemplos del problema al que tienen que hacer frente los municipios de la comarca turolense del Matarraña, conocida como la Toscana española por la belleza de sus paisajes y sus monumentos que evocan a la bella región italiana. Pero el turismo no alimenta por sí solo a esta zona, eminentemente ganadera, que estudia cómo compatibilizar todos los usos sin poner en riesgo su paisaje y su futuro.
La elevada concentración de explotaciones porcinas en esta comarca es el principal problema. El uso de abonos nitrogenados y la gran cantidad de purines que se generan, que los campos no pueden asumir en forma de abono, provoca que aumente el nivel de nitratos que pasan a los acuíferos y que pueden resultar nocivos para la salud.
Y de cuando en cuando, la climatología se alía también para agravar el problema con riadas tras periodos de sequía que arrastran los lodos con nitratos y contaminan las captaciones, lo que también ha provocado restricciones de agua en Valdeltormo, Calaceite y Mazaleón.
Solucionar el problema es una necesidad medioambiental pero también legal, puesto que algunos de estos municipios, como Peñarroya de Tastavins, están declarados por el Gobierno de Aragón como zonas vulnerables y se pueden enfrentar a sanciones administrativas si no solucionan el problema.
“Tenemos que empezar a concienciarnos del problema de los purines y tener sensibilidad”, explica el alcalde de La Fresneda, que este verano intentó paliar el problema con una desnitrificadora aportada por la Diputación. De momento en su pueblo están estudiando cómo distribuir por el término municipal los purines porque creen que tienen suficiente terrenos para absorberlos y mientras tanto, han pedido ayuda a la Diputación para que estudie también una nueva captación de agua.
La institución comarcal se encarga de realizar las analíticas del agua de boca de los municipios para vigilar la concentración de nitratos y su presidente se marcó como una de las prioridades del mandato solucionar este problema que comparten, por ejemplo, con otras regiones de Aragón o de Cataluña.
En una Comarca formada por pueblos muy pequeños que todavía no cuentan con depuradora de aguas residuales, “la solución pasa por la depuración integral de toda la cuenca del Matarraña”, con la puesta en funcionamiento de las plantas de tratamiento de purines y las de depuración de aguas residuales, apunta el presidente de la Comarca, Rafael Martí. Pero ni lo primero ni lo segundo es fácil.
La planta de tratamiento de purines construida hace unos años en Peñarroya de Tastavins en el marco de un programa Life, se cerró en 2013 por al alto coste que supone para los ganaderos llevar los purines y tratarlos, algo que intentó solucionarse construyendo de manera paralela una planta de biogas. El recorte en las primas que daba el Gobierno central a estos negocios restó una ajustada rentabilidad y obligó a cerrar la planta, insostenible económicamente.
Martí confía en que la empresa que se ha quedado su gestión pronto pueda volver a ponerla en marcha y que sea viable.
La Comarca contará también con otra planta en Valderrobres, esta de reciente construcción, y solo a falta de hacer la recepción de obra, explica Martí. La gestión que se plantea para esta instalación es que lo haga una sociedad participada al 51% por el Ayuntamiento y la Comarca, y el resto por una asociación de los propios ganaderos.
El Gobierno de Aragón, a través del Instituto Aragonés del Agua, está “analizando cuál sería la mejor fórmula” para la puesta en marcha de estas plantas, según fuentes del Ejecutivo, y para ello se han encargado informes jurídicos y técnicos “que permitan garantizar la viabilidad y continuidad de las plantas una vez que se pongan en funcuionamiento. ”Es importante ponerlas en marcha cuanto antes pero más importante aún es garantizar su continuidad“, destacan.
Con las plantas en funcionamiento y a pleno rendimiento Martí confía en que puedan absorber el excedente de purines pero “habrá que ver el potencial de las plantas” reconoce porque “es difícil calcularlo”.
La otra vía para la depuración integral de la cuenca pasa por la construcción de las depuradoras previstas por el Instituto Aragonés del Agua. Las obras ya están en marcha en Peñarroya, Beceite, Valderrobres, La Fresneda y Cretas. Pero tampoco este camino es fácil porque en algunos municipios como en Cretas y La Fresneda ha habido oposición de quienes consideran que se trata de instalaciones muy costosas y apuestan por otras llamadas “verdes”.
Recientemente, además, el nuevo consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, anunció que se paralizaba la adjudicación de las zonas 10B y 10C que contemplaba la construcción de más depuradoras, “buscando el máximo consenso y desde nuevos prismas, para aplicar las tecnologías y formas de gestión que se consideren más adecuadas”, según las mismas fuentes del Gobierno de Aragón.