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“La revolución sexual de los mayores de 65 está en marcha”

Santiago Frago, codirector del Instituto de Sexología y Psicoterapia Amaltea

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

El Instituto de Sexología y Psicoterapia Amaltea fue pionero al coordinar en Zaragoza la primera asesoría sexológica pública de España mayores de 65 años. Funcionó durante siete años, con charlas-coloquios y asesorías semanales en los centros de mayores de la ciudad. Con toda esa experiencia, este instituto zaragozano sigue ofreciendo hoy en día consultas privadas, talleres y cursos de formación para médicos. Santiago Frago (Lleida, 1957) es el codirector de Amaltea.

¿Se puede disfrutar del sexo a cualquier edad?

Sí. En principio, el deseo erótico y amoroso no tiene mucho que ver con la edad. La edad sí condiciona la salud y las enfermedades, con lo que con más años, somos más proclives a la toma de fármacos. La suma de esos factores, enfermedades y fármacos, puede provocar que alguna expresión de nuestra vida erótica se vea un tanto limitada. Claro, eso no significa que esa expresión erótica no sea posible. Hay una serie de valores como el deseo, la atracción, la seducción, el encanto, el humor, la necesidad de mimos y caricias... todo eso no se pierde con la edad. Además, creo que los adultos mayores, en muchas ocasiones, desconocen que conservar y mantener su vida íntima les va a beneficiar de una manera clara en su salud general.

Por tanto, ¿los problemas sexuales sólo son consecuencia de otras alteraciones en la salud?

Sólo por el hecho de cumplir años no es normal tener dificultades sexuales; no hay razones médicas para abandonar la vida sexual e íntima. Los problemas sexuales siempre son indicativo de que algo no va bien: puede ser un problema de salud cardiovascular, la toma de fármacos, un conflicto de pareja... También es importante señalar que los motivos principales que llevan a los mayores a consultas de sexología son, por este orden: los problemas de erección, desajustes o conflictos con el deseo y conflictos de pareja. Pues bien, nosotros hemos llevado una asesoría sexual para jóvenes universitarios y, curiosamente, la causa de consulta principal de los jóvenes también eran los problemas de erección. Sin embargo, es cierto que en los jóvenes las causas de esas dificultades de erección eran ocasionadas por motivos no físicos y en las personas mayores, por motivos de salud, básicamente los efectos secundarios de la toma de fármacos.

Entonces, ¿los problemas sexuales no son tan diferentes entre jóvenes y mayores?

En la causa que los motiva, como hemos comentado, sí hay diferencias. Es poco habitual que la gente joven tome fármacos para bajar la tensión, por ejemplo. Además, los jóvenes suelen tomar fármacos de forma muy temporal. Sin embargo, los conflictos del deseo tampoco se circunscriben exclusivamente a la gente mayor. Sí es verdad que el nivel de deseo de una persona con 30, 40 o 50 años no tiene por qué mejorar con la edad. Y la edad, insisto, siempre nos va a condicionar en el ámbito más clínico, por sufrir más de enfermedades.

¿Cuáles son los fármacos más problemáticos para una vida sexual satisfactoria?

Los fármacos que más interfieren en la vida sexual son los anti-hipertensores, los antidepresivos, algunos tipos de analgésicos, tranquilizantes... Tenemos un abanico de fármacos en los que sabemos claramente en qué aspecto de la respuesta sexual van a interferir. También pienso que en consulta los médicos siempre han obviado estos efectos secundarios. No se trata de anticiparlos, pero sí de comentarlos con los pacientes porque en muchas ocasiones ellos desconocen que un fármaco les está condicionando su vida erótica y que se puede sustituir por otro. No diría que los médicos tengan que anticipar a los mayores de 60 o 65 años que pueden aparecer dificultades en su vida sexual, pero sí que el médico debería preguntar en la siguiente revisión qué tal ha ido, si ha notado algún efecto en su vida íntima. Si el médico no pregunta, probablemente, a una persona mayor le va a dar cierto pudor decirle al médico que desde que toma ese fármaco no sabe qué pasa con su vida sexual. Por eso, tiene que ser el profesional médico el que facilite la expresión de ese tipo de conversaciones muy vinculadas a lo íntimo, para que el paciente se sienta cómodo. Creo que esto va cambiando, que los profesionales médicos cada vez son más conscientes. Es algo que, desde luego, en los cursos de formación para médicos, intentamos siempre propiciar.

¿Influye la educación que recibieron en su momento las personas que ahora están en la tercera edad?

Sí, cada uno es producto de su propia biografía personal, cultural y educativa. Algunas actitudes están muy marcadas por historias previas, aunque consideramos que también hay otro tipo de amores mayores: gente entre los 60 y 70 que viven un amor muy joven. En la actualidad, los 65 años son una edad frontera. A partir de ahora, yo creo que cambia un poco la manera de enfocar la sexualidad; son hombres y mujeres que van a estar mucho menos marcados por sus historias previas y van a ir liberándose de errores, de mitos, de equívocos muy vinculados al hecho de cumplir años.

¿Cuáles son esos mitos y cómo afectan?

Son mitos relacionados con un modelo de sexualidad histórico muy vinculado al hecho procreativo, que provocaba que las sexualidades construidas fuera de ese rango no fuesen suficientemente valoradas ni tenidas en cuenta. También influye que han vivido una expresión sexual muy centrada en la genitalidad. A partir de ahí, surgen errores como que la vida sexual puede perjudicar la salud, que un problema cardiovascular puede empeorar la vida sexual, considerar la menopausia como el fin del hecho sexual, cuando en realidad en muchos casos ha constituido una liberación para la mujer... La actitud ante esas realidades se ha modificado. Cuando empezamos a atender en la asesoría sexológica pública para personas mayores, el 55% eran hombres solos, un 40% eran parejas y sólo un 5% eran mujeres solas. Es decir, que había hombres sexys -llamémoslo así- y no había tantas mujeres sexys. Creo que estamos en un momento de cambio, que la revolución sexual de los mayores está en marcha, porque la gente mayor hoy en día tiene muy buena salud, pide mucho más y está mucho más comprometida con su relación. En ese sentido, también hay más conciencia de que llevar una vida sexual y amorosa satisfactoria va a condicionar una mejora de la salud general.

En todo caso, ¿piensa que no se suele prestar suficiente atención a sexología para esta franja de edad?

Sí, sorprende, ni en la sexología ni en el ámbito sanitario. La sexualidad de los mayores es una realidad invisible. De hecho, todavía se evita preguntar a veces sobre la historia íntima y amorosa de las personas, cuando sabemos que algunos problemas de salud graves tienen como primer síntoma una dificultad en el ámbito erótico-sexual. En el ámbito privado de Amaltea siempre hemos recibido a personas mayores a nivel de consulta, pero cuando propusimos al Ayuntamiento de Zaragoza crear un servicio público fue un punto de inflexión, porque comprobamos que cuando los mayores tenían ese recurso lo utilizaban: la asistencia a las charlas-coloquio era mayoritaria y eso no es fácil porque visibilizaba quién tenía interés en el tema y creaba un cierto conflicto porque les resultaba una situación un poco incómoda. Esto me recuerda lo que decía Jane Birkin, que puede que el sexo no alargue la vida, pero la abstinencia la hace interminable.

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