“Yo soy 'termicana'. Nací y viví, igual que mi hermana, que me llevaba solo un año, en la central térmica de Compostilla, donde mi padre trabajaba. Mi hermana y mi padre murieron del mismo cáncer”. Es el contundente testimonio de Sara Velasco, médico y autora del libro Carbón con el que empieza este documental en el que hablan vecinos, exmineros, activistas y expertos de los efectos en la vida diaria del carbón y que, denuncian, problemas de asma, alergias o incluso una relación directa con varios tipos de cáncer.
Bajo el nombre El lado oscuro del carbón, las voces silenciadas: los impactos de la quema y extracción del carbón en primera persona, este trabajo busca mostrar la cara más amarga de un sector que se reivindica como futuro de regiones de España despobladas pero que, señalan, es una amenaza para el hombre no solo por ser motor del cambio climático y sus impactos ambientales, sino también por los problemas sociales y de salud que deja tras de sí.
El documental se ha rodado en Teruel, Almería, León y Gijón, lugares de tradición minera, recogiendo testimonios de personas que viven allí, voces “muchas veces olvidadas”, denuncian desde Greenpeace.
Sara Velasco reclama que los médicos presten más atención al entorno y la contaminación ambiental en el que viven las personas a la hora de estudiar un cáncer: “No se puede decir que un sarcoma le da a una niña de 14 años porque sí, porque le ha tocado el dedo de Dios. Le ha tocado el dedo de la central”, asegura en la cinta.
El documental recoge testimonios de vecinos que muestran la contaminación en las casas, exmineros que han sufrido en sus carnes un cáncer que relacionan con el trabajo en las minas o en las centrales térmicas.
Denuncian también que las minas llevan tiempo sin ser rentables pero se han mantenido por cuestiones políticas, para evitar el “estallido social” desde el tardofranquismo, y luego los gobiernos han dedicado muchos fondos para reactivar estas zonas mineras, más allá del carbón, con ejemplos de dinero dilapidado.
Uno de los que se muestra en el documental se ejemplifica en las ruinas del Centro de Estudios Medioambientales del Principado de Asturias, inaugurado en 1996 tras invertir 150 millones de pesetas y que se demolió en diciembre de 2012 sin que nunca se hubiera utilizado. Pero no es el único caso que se muestra, con edificios vacíos que se inauguraron a bombo y platillo y hoy son espacios ruinosos. “Se ha tirado el dinero” dicen exmineros en el documental.
En Almería también denuncian la contaminación en el aire provocada por la central térmica en Carboneras, y cifran en 177 las muertes prematuras derivadas de esta contaminación en la zona de influencia de la central. Y sobre todo, insisten, han aumentado los casos de bronquitis crónica y asma en proporciones elevadas respecto a otras poblaciones, a pesar de que hay “oscurantismo” respecto a la información.
Las horas de sol o el viento, por ejemplo en esta zona, son una energía mucho más poderosa que el carbón, pero no se explotan por la influencia y presiones, dicen, de las empresas mineras.
Andorra, la amenaza de la despoblación
El documental recoge también la vida en Andorra (Teruel), donde no se denuncian los daños en la salud o el medio ambiente, sino el problema de la despoblación al que se enfrentan en una zona dependiente del carbón después de que se haya planteado el cierre de la central térmica. Reclaman apoyos y unión para la diversificación económica en una zona muy dependiente del carbón.
En el Museo Minero de Andorra hay una imagen de un minero que dice, recuerda una de los testimonios del documental, Sofía Serrano, nieta de minero y tesis de máster en Alternativas al carbón, “algo así como 'bajamos a la oscuridad en busca de un mineral precioso que es la esperanza’. Pues es que la esperanza a lo mejor ya no es el carbón y a lo mejor somos nosotros”, concluye.
Junto al documental, Greenpeace publica un informe en el que recopila los impactos económicos, sociales y en la salud del uso del carbón.
“Gracias a todas las personas valientes que han hecho posible este documental”, explica Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Cambio Climático y Energía de Greenpeace, “hoy Gobierno y empresas tienen un motivo más para abordar de forma urgente el abandono del carbón” que la organización reclama para 2025, con una “transición sostenible y justa para el medio ambiente y las personas”.