Fuentes secas, embalses por debajo de la media para estas fechas y campos destinados a producir bajas cosechas son algunos de los efectos de la sequía que se vive en la provincia de Teruel. Aquí, las precipitaciones en los primeros cuatro meses del año han sido desiguales, lo que se refleja en los mapas de índices de sequía.
Por poner un ejemplo de ese desequilibrio hídrico, en Griegos -ubicado en la Sierra de Albarracín-, se han cuantificado, entre enero y marzo, cerca de 400 litros de agua por metro cuadrado. Según los registros, esto supondría aproximadamente la mitad de las precipitaciones que recoge la zona en todo un año. En el otro extremo, en la parte oriental, estarían las comarcas del Matarraña y del Maestrazgo, donde se estima que se ha recogido un 70% de precipitaciones menos de lo habitual.
El informe mensual del estado de indicadores publicado al cierre de abril por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) apunta que hay una sequía prolongada en tres cuencas. Estas son la del Aguas Vivas, Huerva y Guadalope. Estas dos últimas se encuentran en situación de emergencia, tal y como refleja el mapa de índices de escasez. A su vez, la cuenca del Matarraña y del Martín están en prealerta.
En el parte semanal de embalses de la CHE a fecha de 6 de mayo, el embalse de Moneva, en la cuenca del Aguas Vivas, roza el 30% de su capacidad. Respecto a la cuenca del Martín, Cueva Forada está a un 41% y el de las Parras se situaría a un 63%. Por su parte, en la del río Guadalope, estaría Puente de Santolea a un 49%, Santolea al 28% o Calanda se quedaría con poco más de 24%. El de Pena, situado en el Matarraña, alcanza el 48%.
Algo que choca con la situación del embalse del Arquillo de San Blas, que suministra agua a la capital turolense. Como señala el parte sobre los estados de los embalses de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), este se encuentra aproximadamente al 85% de su capacidad de llenado.
Municipios con problemas de suministro
La propia CHE recoge en el informe de actualización de los indicadores un espacio para el impacto en el abastecimiento a la población. En el último disponible -correspondiente a abril- apunta que el aprovisionamiento a los ciudadanos puede considerarse “con carácter general garantizado”.
No obstante, acto seguido recomienda “adoptar medidas de concienciación y ahorro”, con especial énfasis en las zonas que se encuentran en alerta y emergencia. De estas áreas, algunas localidades se están viendo afectadas por la escasez, aplicando restricciones de uso. Incluso, núcleos poblacionales, como la Iglesuela del Cid, llevan varias semanas recibiendo agua mediante cisternas, que llevan los bomberos de la Diputación Provincial de Teruel (DPT).
El alcalde de este municipio, según declaró en el periódico Heraldo de Aragón, “no recordaba una sequía tan prolongada”. Allí, han localizado un pozo subterráneo con el que podrían abastecerse y los trabajos para conectarlo con el depósito municipal ya están en marcha.
La Abejuela, perteneciente a la comarca de Gúdar-Javalambre y en el límite con la Comunidad Valenciana, también lleva ya varios meses recibiendo agua. Algunas de las medidas que decidieron aplicar fue el corte de suministro durante periodos de tiempo concretos como son los fines de semana. A un centenar de kilómetros está Mirambel, donde uno de los dos manantiales que surten al pueblo se ha secado.
El pasado año, la sequía ya obligó a la dotación de bomberos de la DPT a distribuir cerca de un millón y medio de litros de agua a más de una decena de pueblos de la provincia turolense. Algunos de ellos fueron Saldón, Camarena de la Sierra, Fonfría, Villel, Manzanera, Segura de Baños o Gargallo.
Cosechas en peligro
Esta situación de ausencia de agua la sufren además los ganaderos y agricultores. La UAGA -Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón- considera que en algunas zonas las pérdidas de los campos podrían situarse en un 90%. Es el caso del Bajo Aragón, Bajo Martín, Cuencas Mineras, Matarraña, Gúdar-Javalambre, Maestrazgo o Andorra-Sierra de Arcos. “Por segundo año consecutivo, los agricultores y agricultoras de las comarcas en las que el trigo y la cebada en secano son los cultivos prioritarios y la principal fuente de ingresos, no van a poder cosechar”, explican.
En otros territorios como el Jiloca, todo está a la espera del parte meteorológico. Desde UAGA reconocen que en función de la lluvia y las temperaturas se podría salvar una parte de la producción, pues las pérdidas ahora mismo se mueven entre un 20% y 50%.
Las predicciones del Observatorio Europeo de Sequía no muestran que haya gran probabilidad de que se den precipitaciones en los próximos meses. Por el momento, el volumen de agua embalsado en la CHE está en un 73%, un punto por debajo del promedio de los últimos cinco años.