Pese al aviso y la hora nadie llevaba paraguas. Tras veintiún días de 38-40º el alivio fue instantáneo y daba gusto mojarse y sentir el aire fresco.
Tras el intenso y prolongado sofoco la lluvia cambió las caras de la gente. De repente había felicidad, incluso esperanza.
La tarde anterior el mismo trozo del Coso solo estaba el hombre que pide de rodillas con los codos en el suelo, el termómetro gritaba 38º y el pequeño rascacielos de la Adriática y la Matería parecían de harina. A las 5,15 en Independencia no se veía un alma excepto el repartidor de Glovo con su patín. Tengo la foto pero esta de la lluvia es más animada.
Llamar un taxi al 424242 el lunes era imposible: “estamos media plantilla y todos ocupados”. El 383838 no funcionaba. Los negocios que cierran por vacaciones es que van bien... si vuelven a abrir. Pues allí estábamos en FNAC, en el Coso Alto, disfrutando de la tormenta ¡y del acierto meteorológico!
En el centro histórico hay turistas en familia, los barrios guay están vacíos, los otros igual que siempre. En FNAC, en la planta de abajo, libros, han puesto unas máquinas de frío monstruosas que hacen más ruido y viento que frío, pero ayudan. El viento hace pasar las páginas de los libros a toda velocidad. Si tienes memoria fotográfca x4 puedes leer libros enteros y estar fresco.
En FNAC han puesto sección de libros aragoneses, y en La Casa del Libro, hace años, también... donde no hay es en el Corte Inglés. ¿Alguien se acuerda de que el CI de Independencia dedicó la planta calle a los libros? ¿Y que hubo sección amplia de Aragón? Quizá me lo estoy reinventado. Félix Romeo se acuerda seguro. ¡Y Eloy!
Tres olas de calor y esta bendita tormenta. Avenidas reanimadas por el fresco, ¡paraguas! El verano que nos creímos el cambio climático en las propias carnes ha cesado... de momento... a seguir como si nada.