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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Moción de censura a Rajoy: ganar o ganar para Sánchez, perder o perder para Rivera

Albert Rivera y Pedro Sánchez

Arsenio Escolar

La contundente primera sentencia sobre la trama Gürtel está causando enormes efectos políticos directos y laterales. La Audiencia Nacional ha puesto al PP ante un espejo demoledor. Les ha dicho a sus dirigentes, a sus afiliados, a sus votantes y al conjunto de la sociedad española varias verdades terribles. Hay dos que destacan sobre todas ellas.

Una, que ha quedado acreditada la existencia de una caja B del partido, “una estructura financiera y contable paralela a la oficial, existente al menos desde el año 1989” que ni Mariano Rajoy ni el resto de dirigentes que comparecieron como testigos en el juicio han logrado “rebatir” pues su testimonio fue insuficientemente “verosímil”, quizás porque cobraron sobresueldos procedentes de ella. Otra, que “entre el grupo Correa [el principal condenado de la trama] y el Partido Popular se creó un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local a través de su estrecha relación con influyentes militantes de dicho partido”.

Con solo este último entrecomillado, Rajoy debería haber presentado dos renuncias. Una, como presidente del Gobierno, al rey, para que se abriera en el Congreso de los Diputados el mecanismo constitucional de búsqueda de un nuevo presidente. Otra, como presidente del PP, ante su propio partido para que este celebrara cuanto antes un congreso extraordinario refundacional en el que purgar de una vez por todas y a fondo los muchos casos de corrupción y elegir unos nuevos dirigentes no salpicados por la anterior etapa. Se ignora por ahora si el jueves 24 de mayo, tras publicarse la sentencia, alguna de estas ideas estuvo en la cabeza de Rajoy, o si barajó una tercera vía posible: convocar elecciones. No parece, a tenor de la reacción desde Moncloa aquella tarde -“los hechos a los que hace referencia no afectan en modo alguno a este Ejecutivo”-, creyendo una vez más que bastaba con ignorar la realidad para liberarse de sus efectos.

La respuesta política del PSOE a la sentencia y al dontancredismo de Rajoy no se hizo esperar. A primera hora de la mañana del viernes 25, los socialistas registraban en el Congreso una moción de censura al presidente del Gobierno en la que presentaban a su secretario general, Pedro Sánchez, como candidato. La moción ponía otro espejo delante no sólo del PP sino también del resto del arco parlamentario, especialmente ante Ciudadanos.

La jugada es audaz y arriesgada, pero en el PSOE se ve como una partida que solo tiene resultados positivos, como un ganar o ganar. Si la moción de censura sale adelante, el PSOE volvería al Gobierno, se apuntaría el tanto de haber acabado con la etapa de Rajoy, se adueñaría del protagonismo político y se postularía como gran favorito para el siguiente ciclo electoral. Si la moción de censura no prospera, los socialistas proclamarán que han cumplido con una obligación ética para con el conjunto de la sociedad y de las instituciones, que han debilitado aún más a Rajoy, que le han quitado la máscara de regenerador de la vida pública a Ciudadanos y que han mostrado que tienen un proyecto, un programa y un líder para estos tiempos difíciles.

Para Ciudadanos y para su líder, Albert Rivera, por el contrario, la moción de censura del PSOE a Rajoy tiene mucho riesgo de convertirse en un perder o perder. Si la apoya, le cederá a Sánchez el éxito de jubilar a Rajoy y de expulsar del poder al PP, así como el liderazgo político general y el viento a favor que ahora tiene en sus propias alas según todas las encuestas. Si no la apoya y Rajoy salva el pellejo, se convertirá en su cómplice, y al discurso de regeneración de la vida pública de Rivera se le abrirían no ya grietas sino boquetes.

Los nacionalistas catalanes -ERC y PDeCAT- difícilmente desaprovecharán la oportunidad de quitarse de en medio a Rajoy. Ya le intentarán pasar la factura algún día a Sánchez. ¿Y el PNV? “Para que apoye una moción de censura a Rajoy, al PNV sólo habría que darle un poco más de lo que le dé el PP en la negociación de los Presupuestos”, comentaba Pablo Iglesias en febrero pasado. Por aquellos días, Iglesias insistía en público y en privado en su idea de que había que desalojar a Rajoy del poder mediante una moción de censura encabezada por el PSOE para formar “un Gobierno que haga algunas cosas concretas muy sociales y que en un año convoque elecciones”.

Por esas mismas fechas, Pedro Sánchez rechazaba la propuesta de Iglesias. “No quiero precipitarme. Yo pienso primero en España, después en mi partido y más tarde en mí mismo”. Cuando se le insistía, cedía solo una hipótesis: “Cada cosa a su tiempo y de modo natural. Una moción de censura solo sería natural si estuviéramos ante una emergencia nacional o ante algo muy grave que paralice aún más la legislatura y acentúe la parálisis del Gobierno”. El jueves pasado, Sánchez vio esos síntomas tras la sentencia de Gürtel y la falta de reacción de Rajoy, e Iglesias se apresuró a apoyar al líder socialista.

A pocos días de la votación de la moción de censura, todo está aún confuso. Rajoy quizás siga en su estrategia preferida, aquella que plasmó en mayo de 2011 en uno de sus famosos SMS a Luis Bárcenas cuando ya se sabía de su fortuna en Suiza (“Luis, sé fuerte. Hacemos lo que podemos”) y en otro a la mujer del extesorero, Rosalía Iglesias (condenada ahora a 15 años de cárcel en la sentencia en Gurtel, por cierto; y su marido a 33 años): “Al final, la vida es resistir y que alguien te ayude”. ¡Y tanto! Tras las elecciones de diciembre de 2015, a Rajoy lo ayudó Pablo Iglesias, al no apoyar la investidura de Sánchez. Tras las de junio de 2016, lo ayudó Albert Rivera con el pacto PP-Ciudadanos de aquel verano. Poco después lo ayudó el PSOE de la gestora, al facilitarle la investidura en noviembre. Hace unos días, el PNV, al apoyarle en los Presupuestos... ¿Serán ahora de nuevo Rivera o el PNV, o ambos a la vez, quienes lo ayuden?

En el otro lado del ring, Sánchez confirmará de nuevo, o desmentirá, su trayectoria de aprovechar las segundas oportunidades, los rebotes, casi el azar. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid en 2004 de rebote, tras no entrar en las elecciones de 2003 y correrse después la lista socialista por algunas dimisiones. En 2009 se convirtió en diputado en el Congreso también a la segunda oportunidad, después de no entrar tras las elecciones de 2008. Volvió a entrar de diputado en 2013... tras no conseguirlo en los comicios de 2011. Contra casi todos los pronósticos, ganó con holgura las primarias socialistas de 2017 a Susana Díaz, que meses antes lo había desalojado de a dirección. En 2016 no logró su investidura como presidente del Gobierno... y ahora, en 2018, tiene una segunda oportunidad con la que casi nadie contaba.

Sea cual fuere el resultado de la votación, la legislatura ha entrado en una etapa bastante o totalmente distinta.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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