Con la muerte del neoyorquino Carlos Baturín, el asturiano Emilio Menéndez no solo ha perdido a un marido: “Ha sido el amor de mi vida, mi guía, la persona que me hizo ser feliz y me puso la cabeza en su sitio”. Los buenos momentos, los pequeños detalles y las largas conversaciones que compartieron durante 50 años son los recuerdos que hoy se agolpan en su memoria mientras toma aire porque verbalizar sus sentimientos le lleva a emocionarse.
Carlos estaba muy delicado de salud. Su corazón estaba débil, tenía un problema respiratorio y le habían diagnosticado una enfermedad pulmonar congestiva. Desde 2022, el matrimonio apenas salía de su domicilio en Madrid. Emilio se volcó en su cuidado y cuando Carlos murió, el pasado 28 de abril, él decidió pasar su dolor en la intimidad.
“50 años es una vida entera de recuerdos”
Los primeros días fueron muy duros para él: “Cuando me despertaba por la mañana y me daba cuenta de lo que había pasado era como si se me abriera la tierra”, describe.
Su tranquilidad se rompió el 2 de junio cuando trascendió la noticia de que había muerto uno de los contrayentes de la primera boda gay, que se celebró en España en 2005. A partir de ese momento, ha tenido que hacer un gran esfuerzo emocional para sobreponerse y rendirle un homenaje de amor y agradecimiento desgranando algunos de sus recuerdos.
Emilio reconoce que “son tantos y tan bonitos” los recuerdos que le vienen a la memoria que no sabe por dónde empezar porque cuenta que “50 años juntos es una vida entera de recuerdos”.
Empezamos por el principio. Se conocieron cuando Emilio, un joven veinteañero que residía en la localidad de Pola de Allande, un pequeño concejo de la zona occidental asturiana, se trasladó a vivir a Madrid y coincidió con Carlos, un psiquiatra diez años mayor que él, en una cafetería de la capital “que no era del ambiente gay”.
Eran los años duros de la dictadura, cuando los homosexuales tenían que ligar en sitios clandestinos porque aún estaba perseguido y muchos padres consideraban que era “un disgusto” tener un hijo que quería a otro hombre. La conversación de aquel día derivó en una relación “de honestidad y afecto” que permaneció inalterable 50 años después.
Del anonimato a una boda que dio la vuelta al mundo
Emilio aprovechó que Carlos se iba a vivir a Nueva York (EEUU) a hacer la reválida para acompañarle. Poco después, regresó a España para cumplir con el servicio militar porque, según relata, no quería convertirse en un prófugo. Una vez licenciado, la pareja volvió a residir en Estados Unidos, aunque fijaron su residencia en Boston donde Carlos tenía un trabajo.
“La etapa americana fue una de las más felices porque teníamos nuestra casa, podíamos hacer una vida normal y se consolidó la relación”, asegura. Cinco años después, de nuevo regresó a España y se instaló a vivir en Madrid.
Su relación salió del anonimato de su círculo más próximo para alcanzar una dimensión mundial el 11 de julio de 2005 cuando la pareja se convirtió en el primer matrimonio gay de España. La boda civil, celebrada en el Ayuntamiento de Tres Cantos, en Madrid, fue oficiada por el entonces concejal de IU José Luis Martínez Cestao.
El enlace tuvo una gran repercusión mediática. Un centenar de medios de comunicación se congregaron en el consistorio para captar una imagen que iba a dar la vuelta al mundo.
Emilio y Carlos formalizaban oficialmente su relación aprovechando que acababa de entrar en vigor la ley que daba vía libre al matrimonio homosexual, durante la etapa de gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, y antes de que pudiera llevarse al Tribunal Constitucional y se pudiera tumbar.
A continuación reproducimos varias de las noticias publicadas en aquellos años. Titulares como “Matrimonio para todos” o “El primer sí gay” fueron solo algunos ejemplos que llenaron portadas y páginas interiores en los medios de comunicación social.
Emilio siempre ha expresado abiertamente sus opiniones personales sobre temas de actualidad como la llegada de la extrema derecha a las instituciones o los suicidios de víctimas de acoso por su orientación sexual, entre otros. El año pasado venían recogidas en una entrevista que concedió a Eldiario.es Asturias en julio de 2023.
Entre otras declaraciones, Emilio reconocía que no temía que la irrupción de Vox en las instituciones y los pactos alcanzados con el PP implicasen un retroceso en los derechos sociales porque sostenía que se limitaría a la puesta en escena de gestos simbólicos. “No me dan miedo. Si hay que salir a la calle, se sale. Somos más que ellos. Que no nos toque la legislación, porque se arma”, advertía.
La enfermedad de Carlos le unió aún más a él. Los dos últimos años han sido “malos” porque los problemas de salud iban haciendo mella. No obstante, ambos aprovecharon el tiempo para “charlar mucho” y esas largas conversaciones le ha dejado “muy tranquilo” porque le ha podido decir todo lo que sentía por él y transmitirle ese agradecimiento que hoy hace público por haberle cambiado la vida.
“Queríamos vivir nuestra última aventura juntos”
“No se nos ha quedado nada en el tintero. No me quedó absolutamente nada por decirle, ni por demostrarle porque hemos sido muy honestos el uno con el otro toda la vida. Por eso nos hemos querido tanto y los dos sabíamos lo que iba a pasar y lo asumimos”, recalca.
Últimamente Carlos ya no tenía fuerzas, aunque sí mucho tesón. Era consciente de la evolución de su enfermedad y así se lo transmitía a su marido: “Me decía que algún día tendría que ser, porque tenía 88 años. Estaba bastante asumido y decidimos que lo queríamos vivir como nuestra última aventura juntos y que íbamos a procurar llevarlo con la mayor naturalidad posible”, relata Emilio.
Y su último deseo se cumplió. Los dos se recluyeron voluntariamente en la intimidad de su casa y solo entraban en su domicilio los médicos y las enfermeras “cuando eran necesarios”.
Evitar las emociones de la despedida
Su último viaje a Pola de Allande fue en 2022. En aquella ocasión, Carlos ya se trasladaba en una silla de ruedas, aunque a él particularmente no le gustaba y enseguida la sustituyó por una moto eléctrica.
Su marido admite que uno de los mayores pesares que le ha quedado es que ya no volverán más juntos a su tierra natal: “Él adoraba Asturias, pero algún día tenía que ser. Me decía que iría si pudiera ir, pero luego estaba convencido de que pensaría que iba a despedirse y era una situación complicada”.
El mismo sentimiento le produjo cuando la familia de Asturias se desplazó a Madrid a verle. Tras una jornada muy amena, cuando se despidieron Carlos le preguntó a Emilio si habían ido a despedirse de él.
“Yo le respondí que no, que habían venido a verle porque sabían que a lo mejor no podía ir él. Esos eran momentos tristes. Por eso no queríamos tener muchas visitas, nada más que la familia y los íntimos para que no se emocionara mucho, ni pensara que pasaba por aquí todo el mundo a despedirse”, expone.
Las anécdotas se le acumulan. Recuerda que a Carlos le gustaba mucho el regaliz y aunque no le convenía mucho comerlo y se lo racionaba porque no podía tomar sal, de vez en cuando le compraba un paquete, sobre todo en estos últimos tiempos.
“Entonces lo tenía guardado en un cajón de la cocina y de vez en cuando él me decía si le podía dar un par de regalices. Esta mañana encontré el regaliz y lloré como un tonto. Son esas pequeñas cosas que te llegan al alma”, ilustra.
“Carlos fue el artífice de mi liberación. Fue el que me colocó la cabeza en su sitio. No solo me dio una vida feliz, sino que desde el principio me ayudó. Me liberó de mis sufrimientos. Es una persona a la que he querido no solo porque me enamoré de él, sino porque además le estoy profundamente agradecido. Desde los primeros meses cuando nos conocimos y aún no teníamos una relación me trató casi como un paciente a base de afecto y de confianza. Creo que antes y después de la enfermedad, sin que yo me diera cuenta, me ha hecho terapia de nuevo, lo hizo al principio y lo ha hecho al final”, explica.
Opina que la vida ha sido muy buena con él por haber encontrado a esa persona “encantadora” con la que ha compartido 50 años de su vida.
Los planes de futuro
“Sé que tendré algún día más triste que otro. La gente me dice que soy muy fuerte, pero yo les digo que no. Mi madre decía que había que tener buen conformar con muchas cosas que manda la vida y no hay forma de cambiarlas. Y yo creo que tengo buen conformar”, comenta.
Para esta nueva etapa no tiene planes. En un principio, no se plantea acudir este año a los actos organizados con motivo del Orgullo Gay que se celebrarán del 28 de junio al 7 de julio.
“No. En principio no creo que vaya. La verdad es que tampoco quiero yo exhibirme ahora como el viudo de España”, corrobora.
Está convencido de que si tiene que hacer todas las visitas que ha prometido tiene completo hasta el otoño porque sería ir de una punta a otra, de norte a sur y de este a oeste.
“Si cumplo con todo eso ya tengo el verano solucionado de planes”, afirma. Entre esos viajes programados no faltará su Asturias natal y, por supuesto, Pola de Allande, el concejo desde el que un día salió rumbo a Madrid y donde encontró al hombre con el que ha compartido su historia vital.