Seguir el rastro de una manzana desde que se recoge del árbol hasta que sale convertida en sidra natural ya es posible gracias a un proyecto de la Fundación del Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC) y diferentes llagares asturianos, entre ellos el de Valle Ballina y Fernández, propietario de la marca El Gaitero.
Un móvil y un código QR en la etiqueta bastan para hacer aparecer en la pantalla una línea del tiempo dónde se detalla el origen del producto que estamos consumiendo: tipo de manzana, características de la pomarada, nota de cata, comentario del enólogo y lugares en los que se pueden comprar.
El trabajo técnico corre a cargo de la Fundación CTIC, cuyos expertos han diseñado la plataforma web y el programa en el que se apoya. Su director general, Pablo Priesca, explica que su labor como organismo de desarrollo territorial es “mejorar la competitividad de las empresas aportando desde la parte tecnológica” pero también cuidando del ecosistema social en el que se integran.
Tecnología para el mundo rural
Además de colaborar con grandes empresas como Valle Ballina y Fernández, el CTIC orienta sus esfuerzos a ayudar a las pequeñas pymes que se insertan en el medio rural asturiano. Desde su sede de Peón, una parroquia de alrededor de 350 habitantes, se centran en desarrollar tecnologías innovadoras que den valor añadido a sus productos.
“Trabajamos de dos formas: por un lado, desarrollamos tecnologías ad hoc para ayudar a las empresas cuando no encuentran una solución en el mercado a sus necesidades. Por otro, ayudamos a las pequeñas pymes a buscar otras empresas en el mercado que les ayuden a avanzar en innovación […] Porque muchas veces hay un problema de idioma entre quien vende la tecnología y quien necesita incorporarla”, concluye Priesca.
Desde CTIC explican que en torno al 45% de sus ingresos proceden de contratos con empresas, pero también tienen participación de organismos públicos y solicitan proyectos de desarrollo territorial. De aquí ha salido el proyecto Aldea Cero, en el que se enmarcan ideas como el de la trazabilidad blockchain en la sidra.
Hay que entender el entorno como un ecosistema donde todo está relacionado con todo. Por eso es necesaria una visión de conjunto y un marco teórico que la sustente cuando se aborda un trabajo en el entorno rural
La idea, explica el director general, es crear un modelo de desarrollo que se pueda implantar en otras zonas rurales y dentro de este plan contemplan asistir a empresas de todo tipo, pero siempre desde el territorio. “Nosotros analizamos la relación entre la ruralidad, la regulación y la innovación […] Hay que entender el entorno como un ecosistema donde todo está relacionado con todo. Por eso es necesaria una visión de conjunto y un marco teórico que la sustente cuando se aborda un trabajo en el entorno rural”.
Así, en la fundación también trabajan con pastores para monitorear el ganado en el Parque Natural de Somiedo o con los niños del colegio rural de Peón que, como pequeños periodistas, documentan las profesiones y costumbres de los mayores de la zona en video.
Pablo Priesca insiste en que el trabajo de la fundación debe estar siempre “en la frontera de la innovación”. Explica que su función es ir acercando tecnologías incipientes pero a medida que llegan al mercado de forma masiva, tratan de moverse hacia nuevos campos experimentales. “Por eso todas las tecnologías que nosotros manejamos ahora están bajo el paraguas de la Inteligencia Artificial y la cadena de valor del dato”, concluye.
Podemos dejar que innoven solo las empresas potentes o podemos poner la tecnología disposición de las empresas de todos los tamaños, y esto último es lo que estamos intentando
Emilio Tereñes es uno de los técnicos encargados de acercar esos horizontes tecnológicos a las empresas. Él es el responsable del proyecto de trazabilidad de la sidra y quién imparte las formaciones a aquellos que deciden probar. Explica que el sistema operativo con el que funciona la tecnología blockchain está financiado íntegramente por CTIC y del lado de las empresas se hacen cargo de modificar el etiquetado para añadir los códigos QR.
“Podemos dejar que innoven solo las empresas potentes o podemos poner la tecnología disposición de las empresas de todos los tamaños, y esto último es lo que estamos intentando”, concluye. Cuenta además, que a través del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Sidra de Asturias, su idea comenzó a llegar a otros productores más pequeños y actualmente ya son varios los que se ha sumado al proyecto. “Con esto, las empresas medianas y pequeñas tienen la oportunidad de dar a conocer mejor su producto. Representa una gran oportunidad de mostrar con datos su valor añadido y la calidad de sus productos”.
Más de cien años de tradición y evolución
Estas fechas son vertiginosas en las instalaciones de Valle Ballina y Fernández en Villaviciosa. Mientras se embotellan algunas de las 23 millones de botellas que la compañía pone anualmente en el mercado en Navidad, con su internacionalmente conocido producto de sidra El Gaitero, el enólogo de la compañía, Tano Collada, cuenta que para ellos incorporar los datos de trazabilidad no ha supuesto una tarea extra. “Es una información que ya tenemos que ofrecer al organismo regulador de la denominación de origen. Así ahora simplemente introducimos esos datos en otra plataforma”.
Desde aquella primera sidra espumosa –que se creó para hacer llegar a los emigrantes asturianos del otro lado del Atlántico una bebida que no se convirtiese en vinagre durante las largas travesía en barco–, hasta la incorporación de la trazabilidad blockchain, ha pasado más de un siglo en el que la compañía ha ido incorporando nuevos productos que van desde sidras naturales a refrescos o alimentos envasados.
Collada cuenta que, por el momento, este proyecto que acaban de poner en marcha a medias con CTIC se aplica sólo a su producción de sidra natural –que supone alrededor del 2% de su producción total– y no a su producto estrella, la sidra espumosa. Aunque no descartan hacerlo a medio plazo: “El futuro es dar cada vez más información al consumidor y generar valor añadido”, concluye.
Sea o no “famosa en el mundo entero”, como reza su eslogan, la sidra El Gaitero, con sede en Villaviciosa (Asturias), se ha colado en la Navidad de muchos hogares desde que la compañía echó a andar en 1890. De hecho, el enólogo explica que el 80% de sus ventas anuales se concentran precisamente en estas fechas.