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OPINIÓN Ángela Vallina

El blanqueo de la extrema derecha: el silencio y la acción de los buenos

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La entrada de Vox en Gijón marca un hito peligroso en la política de Asturias en lo que es, sin duda, el primer paso para blanquear una fuerza que no es constitucionalista y cuyos objetivos son suprimir las autonomías y negar derechos, en un modelo machista, clasista, racista y xenófobo.

La moderada Carmen Moriyón con su pacto con la extrema derecha invalida su trayectoria, al romper la palabra dada a la ciudadanía, y ataca a colectivos concretos. No entraré aquí en las consecuencias de esta decisión para Foro a corto plazo –las dimisiones y bajas están ahí–, ni a largo, con una más que previsible desaparición, pero sí en algunas cuestiones que son una agresión a conquistas que había costado mucho conseguir.

Ser mujer no garantiza que se sea defensora de la igualdad entre sexos, mucho menos ser feminista. La alcaldesa de Gijón que lo es gracias a los votos del fascismo, no por ser la más votada, pacta con quienes niegan la violencia de género, que ha provocado desde que hay registros -2003- más asesinatos que todos los perpetrados por la banda terrorista ETA.

Estamos en época de un falso rechazo a los extremismos, porque la trampa es poner en extremos cosas que no lo son. Lo de Carmen Moriyón diciendo que no pactaría con extremistas, equiparando a quienes defendemos las libertades, los derechos, la igualdad, y la justicia social, económica y política con quienes piden ilegalizar partidos democráticos, es un sarcasmo.

Estamos en época de un falso rechazo a los extremismos, porque la trampa es poner en extremos cosas que no lo son

Me recuerda la letra de una canción de Ojete Calor, “Extremismo, mal”, que, con humor negro, pero certero, define eso que hizo la regidora en campaña: “ni nazis ni judíos y ya está”. Hitler llegó al poder en unas elecciones democráticas, sin mayoría, y consiguió hacerse con el control político gracias a las derechas alemanas que con él pactaron.

Quiero aclarar que no creo, sinceramente, que Carmen Moriyón sea fascista, ni nazi, ni siquiera mala persona, pero sí estoy convencida de que se ha equivocado y que, cuando pase el tiempo, no se sentirá orgullosa porque, como dijo un gran luchador por los derechos humanos, Martin Lutter King, lo que estremece no es la maldad de los malos, sino la indiferencia de los buenos. Y aquí ha habido indiferencia hacia esas personas que están en el punto de mira de esos con los que pacta y también acción, porque ese acuerdo blanquea y normaliza a VOX.

Un siglo después, el fantasma del fascismo vuelve a recorrer Europa y llega a Asturias, a Gijón. Están en riesgo las políticas de igualdad y contra la lacra de la violencia machista, pero hay mucho más en juego. Que se lo digan a quien no es heteronormativo: homosexuales, lesbianas, trans y aquellas personas que sienten de forma distinta a lo que se supone la normalidad, una normalidad que solo es prejuicio y falsa moral. Quieren una sociedad gris, volver a los años 40 y Carmen Moriyón les facilita el camino. No vale decir que necesitaban su apoyo; si lo hubiera intentado, de verdad, habría logrado otro acuerdo mejor para la mayoría social, para Gijón y para su propio partido.

Y qué decir del asturiano. Claramente, la llingua no se ha tenido en cuenta y no extraña: ya en la legislatura 2019-2023 la reforma del Estatuto fue imposible porque Foro se dedicó a marear la perdiz, usando el asturiano como moneda de cambio, tratando de ligar la oficialidad a suprimir impuestos a la riqueza, eliminando sucesiones y patrimonio, demostración que la llingua les importaba menos que la cartera: hoy con este pacto vuelven a traicionar a los asturianoparlantes que confiaron en ellos, mientras su diputado traga el sapo y dice que no afectará al funcionamiento de Foro Asturias. No son creíbles.

En medio ambiente, habrá una involución con medidas lesivas en la lucha contra la contaminación y el cambio climático.

La derecha, no importa si nacionalista española o la que surgía llamada a generar en Asturias un partido de corte regionalista, moderno y europeo, sigue declarándoseheredera del franquismo, porque con quienes pactan defienden ese modelo de sociedad y sólo se aprovechan de la democracia para dinamitarla. 

No, lo que ha sucedido en Gijón no es una anécdota. Carmen Moriyón ha demostrado que mentir es su palabra: no pactaré con Vox después de la campaña a Pumares, dijo. Ella y Foro han firmado, seguramente, su defunción política, porque han traicionado a sus votantes y la ciudadanía de Gijón y de Asturias. Es inmoral coger en sillón que no te dieron los votos a costa de derechos. No todo vale en política.