El de Cangas del Narcea es el concejo de mayor extensión de los 78 que conforman el Principado de Asturias. Está ubicado en el suroccidente asturiano y limita al sur con el municipio leonés de Laciana. Su capital homónima, atravesada por el río Narcea del que tomó su nombre, es el centro neurálgico de la vida de un concejo en el que habitan en torno a las 12.000 personas. Su economía se basó, históricamente, en la agricultura y ganadería hasta que en la década de los 70 y 80 irrumpió con fuerza la minería que, a pesar de la reconversión industrial y minera de los 90, sigue jugando un papel importante, siendo Cangas junto a Degaña y Tineo, los concejos asturianos en los que aún se sigue produciendo carbón.
Las fiestas de Cangas del Narcea, declaradas de Interés Turístico Regional hace más de 30 años, se celebran del 14 al 22 de julio en honor a las vírgenes del Carmen y La Magdalena, y aunque oficialmente son las Fiestas del Carmen y la Magdalena, popularmente se las conoce como la 'Descarga de Cangas', pues la pólvora, los voladores y la pirotécnica son los auténticos protagonistas durante esos ocho días en este enclave del suroccidente asturiano.
Para entender la idiosincrasia de estas fiestas hay que conocer la historia de la Sociedad de Artesanos, entidad privada fundada en 1902, integrada exclusivamente por hombres y encargada de lanzar los voladores el día grande de las fiestas, al que nos vamos a referir como ‘día de la Descarga’. Por lo tanto, ¿qué sucede si eres mujer y quieres lanzar voladores en la descarga?, pues no puedes porque para lanzar voladores debes formar parte de la Sociedad de Artesanos y como mujer lo tienes prohibido, por el simple hecho de serlo. Es una de esas mal llamadas tradiciones de este país tras las que algunos aún consiguen esconder comportamientos machistas y discriminatorios, en pleno siglo XXI.
¿Es algo asumido y aceptado, frente a lo que no existe contestación en Cangas del Narcea? No del todo, ha habido contestación y seguramente la volverá a haber, pero las consecuencias de enfrentarse al poder de una entidad que tiene más de 120 años, como la Sociedad de Artesanos, en un pueblo pequeño, son difíciles de enfrentar y bien lo saben las que lo intentaron, por eso, algunas de ellas han accedido a contar su historia para elDiario.es en Asturias con la condición de que no se publiquen sus nombres. Pueblo pequeño, infierno grande, dicen.
No existen fechas claras constatadas para explicar el nacimiento de la descarga de Cangas. Algunos, los más románticos, dicen, hablan de que fue la contestación del pueblo a la invasión francesa. La certeza que sí está contrastada es que en 1860 ya se lanzaban voladores en honor a la virgen. Y en 1902 se funda la Sociedad de Artesanos que en seguida se erigió como una especie de comisión de festejos y se ocupó de que años tras año Cangas honrase a su virgen con pólvora. Sus homólogas, es decir, sus mujeres, participan en la Sociedad de Bienhechoras, para entendernos, la versión femenina de los Artesanos, pero ellas en ningún caso dedicadas a los voladores, no, ellas se dedican a la limpieza y mantenimiento de la virgen.
Al margen de estas dos grandes sociedades, en las fiestas de Cangas del Narcea tienen un papel también importante, aunque en ningún caso estelar como las anteriores, las peñas. Son un total de 40, siete de ellas son femeninas, desde finales de los años 80, y pueden tirar voladores en el día y hora que les fije la organización, en ningún caso, por supuesto, en el día grande. Y así van pasando los años y librando polémicas, porque las mujeres sí pueden lanzar voladores, dentro de sus peñas, aunque en cualquier momento, salvo en la Descarga.
La primera vez que el debate sobre la ausencia de mujeres en la Descarga se produjo puertas afuera fue el 14 de marzo de 2005, cuando se celebró en Cangas del Narcea una mesa redonda titulada ‘Tradiciones que discriminan a la mujer en nuestra sociedad’. Fue en ese momento cuando, de verdad, algunos cangueses y canguesas se preguntaron por qué las mujeres no podían lanzar voladores el día 16 de julio. En aquel momento quedaron claras tres posturas. Por un lado, quienes consideraban que la tradición debía evolucionar a la vez que la sociedad, es decir, los partidarios de que las mujeres entrasen en la Sociedad; los que querían el cambio, pero sosegado y sin tensiones; y quienes rotundamente se negaban a que las mujeres participasen en esta parte de la fiesta porque “ellas ya tienen su rol en la fiesta y es el que tienen que seguir teniendo”.
“Es muy frustrante que no te dejen participar en el día grande de las fiestas de tu pueblo por ser mujer”. Lo cuenta una de esas mujeres que no se calló ante la discriminación, pero que se ha cansado ya de pelear y de enfrentarse a determinada parte del pueblo. Cualquier hombre que pague la cota, explica, sea o no sea de Cangas, puede entrar a formar parte de la Sociedad y tirar voladores en el día grande. Si yo tengo una hija, siendo de Cangas, ni ella ni yo podemos entrar, lamenta.
Explica molesta cómo antes de que cambiase la normativa que regula el uso de pirotecnia en las fiestas, en 2018, algunos miembros de la Sociedad dejaban que sus mujeres, novias, hermanas o familiares, de manera excepcional, apurriasen (sostener uno a uno los voladores y pasárselos, también uno a uno, al tirador) los voladores y tirasen alguno al final de la secuencia. “Era su forma de dejar participar a mujeres en la Descarga”. Con el cambio de normativa esto quedó prohibido porque solamente pueden tirar voladores los socios de la entidad organizadora.
Lo que cuenta esta mujer lo vivió en primer persona Marcos Verano, miembro de la Sociedad de Artesanos y padre de una niña que solicitó la entrada en la entidad cuando tenía 12 años, ahora tiene 34 y ya no quiere saber nada de aquello. “Se votó y el no fue rotundo”, cuenta Marcos, quien asegura que muchos hombres se fueron de la Sociedad en aquel momento, pero que él, que además formaba parte de la directiva, decidió quedarse porque“ las cosas se cambian desde dentro”.
Marcos Verano entró en la Sociedad de Artesanos desde el mismo momento en que nació, al igual que todos los hijos de socios. Defiende que la tradición es tirar voladores, no quién los tira, y que la Sociedad a la que pertenece tiene el privilegio de organizar la descarga, no es dueña. Lamenta que el machismo siga escondiéndose y amparándose en la tradición, de hecho, cuenta con rabia cómo insultaban a su hija cuando en 2006 presentó un escrito para ser aceptada en la Sociedad y poder tirar voladores el día grande. Verano que un acto de la envergadura de la descarga de Cangas, que además se celebra en suelo público, acabe siendo denunciado, “incluso por alguien de fuera”, dice, y entonces las mujeres acaben entrando por la puerta de atrás. “No quiero eso”, sentencia.
Otra de las mujeres que ha querido hablar con nosotros hace referencia al uso de suelo y recursos públicos por parte de una sociedad que discrimina y vulnera los principios básicos de la igualdad entre hombres y mujeres. Pues si bien desde la Sociedad de Artesanos presumen de autofinanciarse, la realidad dice que lo que se ocupa para la Descarga es una parcela de suelo público, el Prao del Molín, y se ponen en guardia todos los servicios de seguridad, tráfico y sanitarios del concejo. “La Descarga paraliza el pueblo, se corta el tráfico en todas las calles, que se vacían para que puedan circular las ambulancias sin ningún problema en caso de accidente, ¿esos no son recursos públicos?”, se pregunta esta vecina.
Hace algo más de cuatro años, justo antes del inicio de la pandemia, un grupo de chicas y chicos de Cangas del Narcea, capitaneados por Clara Puerto, decidieron iniciar una nueva recogida de firmas, tomando el testigo de quienes habían intentado cambiar las cosas veinte años atrás. Recogieron firmas de manera presencial y también a través de la plataforma change.org, consiguieron más de 1.100, y las llevaron al ayuntamiento. Cuenta Clara que decidieron acudir al consistorio porque las últimas firmas recogidas, hace dos décadas, se habían depositado en la Sociedad de Artesanos y no habían servido para nada. Hoy, cuatro años después de la iniciativa que ella y sus amigos llevaron a cabo, lamenta que tampoco lo suyo obtuvo ninguna respuesta. Recordando aquellos días cuenta lo que supuso ir por Cangas con las hojas para que firmasen los vecinos y vecinas, cuando se encontraba con gente conocida de toda la vida, personas que le tenían cariño y torcían el gesto al explicarles su cometido, algunos llegando incluso a tirar las hojas a la papelera.
Clara nació en Cangas y vivió allí toda su infancia y adolescencia hasta que tuvo que irse a estudiar fuera. Ahora, con 25 años, trabaja en Madrid, pero sigue perteneciendo a una de las peñas de la pólvora femenina. Cada verano tira voladores, cuando y donde les indican, porque cuando cumplió 18 años lo primero que hizo fue el curso de tiradora y sacarse todos los permisos necesarios para tirar. ¿Por qué puedo tirar en mi peña y no puedo tirar en la descarga?, ésta es una pregunta que no consigue salir de su cabeza desde que cumplió la mayoría de edad. “Yo no quiero ser artesana, lo único que quiero es participar del día grande de las fiestas de mi pueblo, tirando voladores como ellos”, reclama.
Desde elDiario.es en Asturias nos hemos puesto en contacto con la directiva de la Sociedad de Artesanos y no hemos recibido respuesta ni por parte del presidente ni del vicepresidente de la misma. No obstante, en declaraciones a periódicos de ámbito regional, y tras celebrar su última asamblea general en la que volvieron a rechazar una nueva petición para la inclusión de mujeres en la Sociedad, aseguran que el espectáculo pirotécnico está organizado por una entidad que es masculina y alertan de las consecuencias que puede traer el incumplimiento de la normativa y los estatutos.
Crece el descontento, el malestar y la indignación en torno a una fiesta que, debido a la sinrazón de algunos, puede acabar empañada por la polémica.
El acto central pirotécnico de las fiestas de Cangas del Narcea, la Descarga, consigue que durante aproximadamente siete minutos retumbe el cielo cangués con 80.000 voladores y más de una tonelada de pólvora. Es una de las fiestas de gran afluencia del verano asturiano, a la que acuden más de 50.000 personas cada verano, en el que las mujeres de Cangas piden también poder participar tirando voladores, al igual que han hecho los hombres desde hace más de un siglo.