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Descendientes extranjeros de españoles: los “sentimientos cruzados” del argentino Juan Manuel de Hoz al recibir su DNI

Bárbara A. Peri

25 de agosto de 2023 01:27 h

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Juan Manuel de Hoz, portavoz del Centro de Descendientes de Españoles Unidos (CeDEU), ya tiene su DNI español. Lo recogía en la comisaría central de la Policía Nacional de Oviedo esta misma semana. “Ha sido un momento muy lindo pero a la vez extraño”, comentaba con eldiario.es desde Llanes, una de las paradas de su viaje veraniego a España. Ese que repite cada año y que este mes de agosto lo lleva por tierras gallegas, asturianas, cántabras y vascas.

De Hoz lleva más de 12 años luchando para conseguir la nacionalidad española como nieto de emigrantes a Argentina. Al margen de todos los procesos administrativos y el papeleo necesario para hacerse ciudadano de pleno derecho en España, para él el DNI es “el documento de uso corriente que uno puede llevar a todos los sitios en su billetera” y que demuestra que es español.

“Tengo sentimientos positivos pero muy cruzados, con mucha carga emocional”, asegura. Cuando inició su cruzada para conseguir la modificación de la ley española que le permitiese nacionalizarse, lo hizo por sus abuelos y también por sus padres, a los que ha perdido en los últimos cuatro años. Por eso para él este momento es como “un homenaje” a sus antepasados, “es una cuestión identitaria muy fuerte para quienes vivimos al otro lado del charco”.

El amor por el “terruño”

Manuel de Hoz Calzada y Joaquina Calzada Miñor embarcaron en 1921 hacia Argentina. La situación de pobreza en la que vivían en Castro Urdiales les llevó a abandonar España. Volvieron dos años después pero no pudieron quedarse porque la situación política, con el golpe de Estado de Primo de Rivera, se agravó. Así que volvieron a cruzar el Atlántico y se instalaron definitivamente en Buenos Aires donde formaron su familia dedicándose a la agricultura y el comercio.

En esos mismos años abandonaron España José Usubiaga y María Antonia Gracia, de origen navarro-catalán. Se instalaron en el barrio de Palermo donde construyeron una nueva vida con su peluquería y su vinagrería.

Ellos eran los abuelos paternos y maternos de Juan Manuel. A los primeros no los conoció, pero su padre se encargó de transmitirle todo lo que ellos le habían contado de Cantabria. Los segundos le inculcaron desde niño el amor por España. “Es algo que se mama”, asegura, “sabemos que es difícil entender esta España exterior que es la que se creó fuera de las fronteras, con envío de remesas, apertura de clubes, centros asturianos donde muchos se conocieron”.

De Hoz, que se considera un afortunado porque pudo disfrutar mucho de ellos, ya que fallecieron a los 90 y 96 años, recuerda con cariño los “hornazos que su abuela preparaba cada domingo” cuando él iba a comer con sus padres y hermanos, y “las papas con bacalao, que había que desalar durante dos días, para Semana Santa porque claro en esas fechas carne no, siempre pescado (ríe)”.

También cómo le hablaban de su cultura, de su afecto, y del gusto que le inculcó por ir a los centros españoles donde aprendió danzas en las “xuntanzas” que disfrutaban en comunidad, en grandes mesas en las que degustaban también empanada gallega. “No tengo antepasados gallegos pero la empanada me sale muy bien”, comenta.

Con el tiempo lo que más le sorprende a este nieto de emigrantes es ese amor por España, por un país que dejaron a causa de la pobreza, por la búsqueda de una vida mejor. “Recuerdo los comentarios de que venían de tierras donde excavaban para cultivar pero era muy difícil sacar nada. Sobre todo, los que venían de la zona de Navarra, en condiciones muy hostiles”, cuenta y se pregunta, “¿y ese amor hacia un lugar que les había expulsado?”.

Siempre estuvieron orgullosos de sus orígenes y tuvieron la añoranza del volver. Pero Juan Manuel habla de “ese cruce de sensaciones que uno tiene con el destierro que genera la emigración”. “Obviamente vas a extrañar”, afirma, “pero ya te has traído a los tuyos y aunque el sentimiento de haberte ido te hace amar a tu tierra, volver para ver cómo cambió todo, eso no les tiró”.

La búsqueda del cambio normativo

Del matrimonio de Manuel y Joaquina, nació Miguel Ángel de Hoz, y del de Jose y Maria Antonia, Claudia Inés Usubiaga, los padres de Juan Manuel. Los dos eran descendientes de migrantes, ella psicóloga, él rector. Cuando a ella le tocó hacer prácticas “se enamoraron profundamente y no se soltaron nunca más”, cuenta su hijo.

Como descendientes directos de españoles obtuvieron la nacionalidad por la Ley de Memoria Histórica de 2007, cuando Juan Manuel ya era mayor de edad, por lo que no pudo acceder. “Sólo te la concedían si estabas bajo patria potestad de un español y al tener más de 18 pues ya no encajaba en el supuesto”, nos cuenta.

Esta situación fue la que lo llevó a contactar con gente que se encontraba en su misma situación. Había casos en los que, por la cuestión de la edad, un hermano obtenía la nacionalidad pero otro no. “Empezamos a crecer poco a poco, a través de blogs, contando historias personales de lo que había pasado en el consulado. Con Facebook y otras redes nos empezamos a organizar y a pedir entrevistas con políticos españoles que visitaban Argentina, México, Uruguay, Chile,...”, y es así como nace CeDEU.

Después de muchas conversaciones, de mucha presión mediática, consiguen que se presente una proposición de ley para incluir nuevos supuestos para la concesión de la nacionalidad a descendientes de emigrantes . El Partido Popular, entonces en el gobierno, sólo acepta la cuestión sefardí. Pero cae la legislatura en 2019 y se convocan elecciones anticipadas en España. El nuevo gobierno de coalición pone en marcha, un año después, la tramitación de la Ley de Memoria Democrática que se aprueba a finales de 2022.

Esta ley abre un plazo de dos años, desde octubre del año pasado a octubre de 2024 (con posible prórroga a 2025), para solicitar la nacionalidad todos los nacidos fuera de España “de padre o madre, abuelo o abuela, que originariamente hubieran sido españoles, y que, como consecuencia de haber sufrido exilio por razones políticas, ideológicas o de creencia o de orientación e identidad sexual, hubieran perdido o renunciado a la nacionalidad española”. Además también podrán iniciar la tramitación “los hijos e hijas mayores de edad de aquellos españoles a quienes les fue reconocida su nacionalidad de origen en virtud del derecho de opción de acuerdo a lo dispuesto en la anterior Ley de Memoria Democrática”.

Para Juan Manuel de Hoz es una ley que “no deja cabos sueltos y pone a España a la altura de países como Portugal o Italia, que también tuvieron emigración”. Está muy agradecido al gobierno español actual “que llevaron la delantera y decidieron terminar con estas asimetrías que se daban dentro de las mismas familias”.

Fueron muchos los que los apoyaron en el camino pero De Hoz tiene un agradecimiento especial para el Secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, para Pilar Cancela, secretaria de Cooperación Internacional, y para “muchos otros funcionarios de gobierno que hicieron de esto una realidad”.

500.000 nuevos españoles

Desde que arrancó la nueva ley Buenos Aires tiene aproximadamente 145.000 solicitudes en marcha. Según las cifras que maneja el portavoz de CeDEU en Cuba las cifras son similares, unos 110.000 descendientes de españoles quieren la nacionalidad. En Uruguay y Venezuela la cifra es menor, unos 50.000 en el primero y 80.000 en el segundo. “En definitiva creemos que entre 400.000 y 500.000 nuevos españoles se verían beneficiados en este plazo de dos años”, afirma.

La gran mayoría de los que residimos en el exterior somos personas con título universitario, con trabajo establecido y si la persona siente la necesidad de emigrar, con todo lo que ello implica, dejar familia, trabajo, serían aportes positivos

“España tiene actualmente dos millones cien mil residentes en el exterior, cifras que con las legislaciones que hubo en estos últimos 30 años, no ha supuesto ningún efecto llamada”, asegura De Hoz, “no se ha visto en ningún momento un proceso migratorio inverso”. De hecho, con la anterior Ley de Memoria Histórica se nacionalizaron 300.00 personas y “según datos de Instituto Nacional de Estadística emigraron un 20%”, afirma.

“La gran mayoría de los que residimos en el exterior somos personas con título universitario, con trabajo establecido”, dice, “y si la persona siente la necesidad de emigrar, con todo lo que ello implica, dejar familia, trabajo, serían aportes positivos para una España que está creciendo y que a futuro puede llegar a necesitar de gente preparada y formada”, comenta. De Hoz recuerda que la población en nuestro país envejece y las previsiones hablan de desequilibrio entre “aportantes y jubilados”.

No niega en ningún momento que contar con la nacionalidad española “da facilidades” para viajar, para venir a formarse, por eso dice que “estamos profundamente agradecidos, además de que es muy sentimental el poder sentirnos ciudadanos españoles”.

Juan Manuel asegura que desde octubre hay consulados que están aplicando la legislación “tremendamente bien” y hace especial mención al trabajo del cónsul general de Buenos Aires, Fernando García Casas, y a su adjunto, Juan Merino, del consulado de Buenos Aires, “tienen muchísimo conocimiento en materia de nacionalidad”, afirma. También destaca la labor de los consulados de Montevideo o de México DF, “aunque tenemos todavía algunos consulados que creemos que son mejorables en cuanto a que acaten algunos cónsules la instrucción”.

El deseo de una circunscripción propia

El camino iniciado hace 13 años ha dado sus frutos. Juan Manuel de Hoz ya es ciudadano español y en su cartera ya lleva el DNI que lo acredita. Pero cree que aún quedan pasos por dar. Una de las aspiraciones de los descendientes de españoles emigrados es evitar los plazos y que el acceso a la nacionalidad no esté limitado en el tiempo. Y tienen también otros objetivos.

La eliminación del voto rogado facilita a los españoles que viven en el extranjero participar en los procesos electorales del país con más facilidades burocráticas y según De Hoz “se va a empezar a dar un nuevo fenómeno, el del peso del voto exterior, que será más importante”. No debemos olvidar que el recuento de este voto en Madrid hizo cambiar la aritmética de la investidura del próximo presidente del gobierno.

“Hay una idea muy bonita que lanzó hace meses desde el Principado de Asturias su presidente Adrián Barbón, la creación de una circunscripción extranjera”, recuerda Juan Miguel. Una idea que él considera que “con el tiempo” va a ser necesaria. “Existe el Consejo de Residentes Españoles en el Exterior”, dice, “pero habrá que tener por lo menos un grupo de diputados y senadores que puedan manifestar en las Cortes aquellas cuestiones y problemáticas que tienen los españoles en el exterior. Italia, Francia y Portugal ya cuentan con ellas”, comenta convencido.

Esta nueva circunscripción evitaría, según De Hoz, una espera de 12 años para lograr “esta hermosa ley”, porque sería más resolutiva a nivel político, “no será un mero órgano consultivo”.

Por ahora, este argentino de 37 años que lleva inoculado en la sangre el amor a nuestro país, que ahora también es el suyo, se conforma con la nueva ley y espera que las amenaza de derogación que en la última campaña electoral se lanzaron desde los partidos de la derecha, no se produzca. No olvida que cuando sus peticiones llegaron al gobierno popular cayeron en saco roto y se negaron a tenerlas en cuenta.

“Estamos muy agradecidos. Esperamos que se siga avanzando en un futuro en esta misma instrucción y se pueda meter, cuando finalicen estos tres años de proceso, una nueva reforma del Código Civil”, repite, “es positivo para los dos lados del charco”.

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