Un vídeo de contenido sexual grabado a una pareja de veinteañeros en las fiestas de San Timoteo de Luarca, en el concejo asturiano de Valdés, en agosto de 2010, comenzó a circular por las redes sociales y llegó, entre otros, a dos chats de Whatsapp de una peña y alumnado de la universidad. La investigación de la Guardia Civil llegó a identificar a una treintena de personas que, 14 años después, han comparecido este martes en sede judicial.
Las 30 personas están acusadas de la difusión de las imágenes. Pese al elevado número de investigados, no se ha podido determinar la autoría de la grabación que fue realizada sin conocimiento, ni por tanto con el consentimiento, de las víctimas.
La magistrada sustituta del Juzgado de lo Penal 2 de Avilés, María León Escobedo, asume el enjuiciamiento de la vista oral, si bien el juicio ha tenido que trasladarse al salón de plenos del Palacio de Valdecarzana, sede del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), en Oviedo, por cuestiones de espacio.
Inicialmente, la Fiscalía pedía una pena de un año de cárcel pero en el transcurso de esta primera sesión del juicio ha anunciado que modificará sus conclusiones provisionales y elevará la pena a dos años y medio de cárcel.
Las abogadas Anabel Prieto Torices y Clara Solano, que ejercitan la acusación particular en representación de la pareja, interesan una pena individual de tres años de cárcel y cuantifican la indemnización en 20.000 euros por los daños morales ocasionados.
Los dos jóvenes y sus familias sufrieron un auténtico acoso, ya que según han confirmado, no solo se distribuyó el video, sino que además se hicieron montajes de fotografías con imágenes de ellos obtenidas a través de sus perfiles públicos en Facebook.
Las defensas de 25 acusados llegarán a un acuerdo de conformidad a través del reconocimiento de su participación en los hechos imputados, lo que les permitirá beneficiarse de una rebaja en caso de ser condenados que aún no se ha concretado. Los letrados de los otros cinco solicitan la absolución al negar que hubieran compartido las imágenes.
Algunas defensas han solicitado a la magistrada la prescripción de la causa por el tiempo transcurrido. Una petición a la que se han opuesto las abogadas de la acusación particular y que ha quedado pendiente de resolución.
Los 25 acusados que admiten los hechos han ido sucesivamente repitiendo la misma frase: “Reconozco los hechos y me ratifico en mi declaración judicial anterior”. No han tenido que extenderse en más explicaciones.
No ha ocurrido lo mismo con los otros cinco. Entre ellos hay un matrimonio. La mujer explicó que se enteró de la circulación del video “hace mucho, como siete u ocho años” cuando le llegó al Whatsapp de su marido.
Ambos lo vieron y al abrirlo ella se dio cuenta de que la protagonista era una amiga íntima de una compañera de trabajo suya, por lo que, según su versión, decidió avisar a ésta, pero insistió en que su intención no era difundirlo, sino ayudarla.
“Yo le pregunté a mi amiga: '¿Te lo paso?' Porque es algo fuerte y ella me contestó que sí y se lo pasé”, ha explicado. A la acusada no se le ocurrió avisar a la propia afectada: “Yo a ella no la conocía. Mi intención era buena. No lo hice en ningún momento por dañar a nadie”, ha argumentado.
Otro de los acusados ha corroborado que se enteró del vídeo a través de un grupo de WhatsApp en 2015 pero ha puntualizado que “provenía de un enlace a una página web que era de carácter público”. Él conocía a la chica de la imagen “de vista, por ser del mismo pueblo”. Y ha admitido que lo compartió con un amigo que pensaba que podía conocerla.
“Mi intención era que lo viera, no lo hice con ánimo de mofa porque no pretendía perjudicar a ninguno de los dos jóvenes que salían”, ha manifestado.
Según su testimonio, a ese enlace “podía entrar cualquier persona”, por lo que ha incidido en que desconocía que el video no había contado con el consentimiento de la pareja. “Ese vídeo llevaba cuatro o cinco años en internet”, ha alegado.
Otro acusado vio el video a través de un grupo de WhatsApp como miembro de una peña y no lo compartió con otros integrantes, pero sí habló de ese tema con una amiga, a la que envió unos fotomontajes que recibió con imágenes de la pareja.
“Se los pasé a mi amiga como una forma de ayudar a la amiga de la chica. Yo para qué lo iba a pasar si a mí no me importa nada”, ha sostenido. No obstante, ha negado conocer la autoría de la persona que realizó los fotomontajes.
Entre los acusados que no han reconocido los hechos también figuran dos hermanas que pensaron que se trataba de una broma cuando recibieron una llamada de una persona que se identificó como agente donde les informaba de la existencia de esas imágenes. Ninguna de ellas se encontraba en Asturias. Una vivía en Canarias y la otra estaba en Madrid.
“Me llamó un agente de la Guardia Civil. Me habló de un video. No sabía de qué me hablaba. Le dije que me sonaba que lo había visto en un chat de la universidad. Cuando colgué la llamada revisé mis conversaciones en los grupos de WhatsApp, pero no encontré ese video. No sé quién lo subió. Por aquel entonces yo tenía varios grupos de compañeros de clase de la universidad, pero no sabría decir en qué grupo estaba”, ha asegurado otra acusada.
“No conocía a ninguna de las dos personas que salían y por eso no presté ninguna atención al vídeo. Yo comparto cosas de humor, de risa, no esos de contenido pornográfico”, ha zanjado a preguntas de su defensa.
Esta primera sesión ha estado centrada exclusivamente en los testimonios de los acusados. Al término de esta jornada, la abogada Anabel Prieto Torices ha mostrado su satisfacción por el hecho de que después de 14 años se haya podido sentar en el banquillo a los 30 acusados, así como que un total de 25 hayan reconocido abiertamente su participación en los hechos.
La letrada de la acusación particular ha recordado el calvario que han sufrido tanto las víctimas como sus familias por estos hechos y ha dejado una puerta abierta a la modificación de sus conclusiones provisionales.
“Ha habido un auténtico acoso y derribo. La chica lo pasó realmente mal y se vio obligada a abandonar los estudios por un tiempo. No quería ni salir de casa. Incluso nosotras -por ella y su compañera Clara Solano- también lo hemos sufrido”, ha añadido.
Por su parte, el abogado Javier Díaz Dapena, que defiende a una de las acusadas, ha resaltado que sin pruebas de la difusión es imposible la condena.
“Lógicamente aquí nadie niega que no haya ocurrido algo que nunca debió ocurrir. Otra cosa es la responsabilidad”, ha concluido el letrado.
El juicio continuará el próximo jueves, día 6, con los testimonios de la pareja afectada y los agentes que intervinieron en la causa.