El FAPAS pide al Ministerio de Transición Ecológica que paralice el trampeo de lobos en Asturias

Dos meses después de solicitar la reunión con el Ministerio de Transición Ecológica, este martes, Roberto Hartasánchez, director del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes, ha mantenido un encuentro “cordial” con el Secretario de Estado de Medio Ambiente, el asturiano Hugo Morán y la directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación, María Jesús Rodríguez de Sancho.

Hartasánchez les ha entregado toda la documentación recabada por el FAPAS en la que acredita el trabajo de captura de lobos que, según ellos, ha ejecutado el Gobierno del Principado de Asturias en los últimos años. Unas capturas que se han realizado en el marco de un programa “supuestamente científico” que para el Fondo de Protección ha sido “manipulado” como una estrategia de gestión “para rebajar daños y tensiones en el mundo rural”, especialmente con la ganadería de montaña.

Hartasánchez asegura que este programa ha sido llevado a cabo “en el más absoluto secreto” y con “falta de transparencia” y ha acabado convirtiéndose en “un macabro trabajo de captura de lobos” que ha dejado a muchos ejemplares en “situaciones críticas de supervivencia”.

En la documentación que el FAPAS ha entregado al Ministerio hay numerosas pruebas gráficas que, según dicen, demuestran que se han utilizado trampas no autorizadas por la Unión Europea. Aparecen también lobos con gravísimas heridas, patas rotas o restos de trampas enganchadas al cuello.

Los videos aportados fueron grabados por las cámaras que el Fondo de Protección tiene desplegadas por distintos puntos de la geografía asturiana y que desde 2020 a 2022 registró cómo algunos ejemplares de una unidad familiar empezaban a aparecer con daños físicos, después de que uno de los lobos de la manada fuese radiomarcado.

Desde 2022 no existen más registros porque, según denuncia Hartasánchez, alguien “con técnicas profesionales” retiró todas las cámaras que FAPAS tenía desplegadas en una maniobra, que para el director, busca “no tener testigos” de lo que está sucediendo.

Todos estos daños han llevado a los lobos, según FAPAS, a “en su lucha por la supervivencia” atacar ganado doméstico y acercarse a zonas humanizadas, generando de esta manera más alarma social en el mundo rural asturiano y una falsa sensación de que la población de lobos se ha incrementado.

Hartasánchez cree que los daños de la fauna salvaje al mundo ganadero siempre han sido utilizados electoralmente por los gobiernos asturianos y asegura que el ejecutivo de la última legislatura no ha sido una excepción. Además denuncia que no les facilitan ningún tipo de información pese a solicitarla.

Parte de la financiación del programa denunciado por FAPAS viene del Ministerio de Transición de ahí que en el encuentro hayan solicitado que cancelen ya los fondos que destinan a este supuesto “trabajo con fines científicos” en el que también participa la Universidad de Oviedo y la empresa pública Tragsa.

Estas dos entidades han recibido en los últimos cuatro años encargos del Gobierno del Principado para trabajar en la elaboración de censo de lobos, con la licitación de diversos contratos. Pero ninguno de los trabajos de investigación ha arrojado conclusiones o, al menos, Hartasánchez asegura que pese a haber pedido la documentación de las investigaciones, nadie se las ha facilitado.

Lo que sí tiene claro el director de FAPAS es que en los Planes de Gestión del Lobo del Principado de Asturias nunca se ha contemplado el uso de radiomarcajes o trampas de captura como herramientas para el control de la especie, por eso cree que en estos contratos externos se han utilizado técnicas que no son apropiadas.

Tras el encuentro de esta mañana Hartasánchez espera que haya respuesta por parte del Ministerio y una explicación de lo que ellos denuncian que está pasando. El único objetivo del FAPAS es que se abandonen técnicas que dañan a los animales y descomponen unidades familiares de convivencia llevando a algunos ejemplares a actuar de manera individual y en entornos humanizados, algo que no es propio de la especie.