La presidenta de la Asociación Profesional de Informadores de Turismo (APIT) en Asturias, Ana Posada, achaca al intrusismo profesional la gran cantidad de “errores y burradas” que asegura que muchos guías que no están habilitados por el Principado de Asturias difunden en sus explicaciones sobre monumentos, historia o tradiciones ante los grupos de turistas que visitan la comunidad autónoma.
Defiende la necesidad de controlar esta actividad profesional para evitar que se dañe la imagen del colectivo que sí está habilitado por la administración asturiana.
“Los que van por libre están creciendo como setas. Están por todos lados”, lamenta la presidenta al referirse a las personas que, por su cuenta, trabajan como guías sin esa habilitación y suelen obtener a cambio una remuneración económica voluntaria, en forma de propina o donativo.
El control de la profesión
La presidenta de la asociación reconoce que ella tiene un dilema a la hora de abordar esta temática. Por un lado, incide en la importancia de efectuar la denuncia pública como vía para alertar a los turistas de que deben fijarse siempre si las personas que les van a enseñar una ciudad disponen de la acreditación oficial autorizada por el Principado y, por otro, no quiere darles publicidad.
Distinguir a un guía habilitado en la región de otro que no lo está es fácil, ya que los primeros disponen de un carné oficial donde consta un número de registro y tiene sobreimpreso el logo de “Asturias, paraíso natural”.
“Los guías turísticos habilitados por el Principado nos pasamos la vida estudiando, pagamos nuestros autónomos, el IVA, el IRPF, a Hacienda..”, enumera la presidenta en contraposición a aquellos que no lo están.
“Nuestra actividad está muy controlada. ¿Dónde va el dinero que ellos cobran al terminar las visitas?”, interpela.
La contaminación acústica
Ana apunta además otro problema que ella asocia al intrusismo, como la contaminación acústica: “En alguna ocasión he estado atendiendo a un grupo de turistas con los auriculares puestos y cerca nuestro, en espacios muy reducidos, se han juntado dos o tres personas de estos que van por libre con el micro a tope y ha sido imposible que mi grupo pudiera escuchar mis explicaciones de lo alto que ellos tenían sus micros”, indica.
La asociación ha detectado en los últimos años un incremento de guías procedentes de otras comunidades autónomas que optan por trabajar sin estar habilitados por el Principado. Según los datos que maneja, en su mayoría provienen de Aragón.
“Ahora mismo hay un vacío legal, porque no es ilegal que haya alguien que tenga carné que ejerza en otra comunidad. A nosotros nos gustaría que se habilitaran porque eso garantizaría que así se iban a hacer las cosas mejor”, corrobora.
Los comentarios erróneos
“En esta profesión tienes que saber de todo y estamos reciclando conocimientos continuamente. Sin embargo, nos llegan muchas veces quejas de turistas que dicen que no contamos bien las cosas porque nos meten a todos en el mismo saco”, se queja.
Ana pone algunos ejemplos para ilustrarlo: “He oído burradas como que el martes de campo, que es fiesta local en Oviedo, se celebraba todos los 7 de junio cuando esa fecha no cae todos los años en martes. O también han llegado a contar, al explicar la historia de El Fontán en la capital asturiana, que el restaurante Casa Ramón fue el único edificio de esa plaza que no se derribó. Un comentario que tampoco se ajusta a la realidad, porque lo echaron abajo y se volvió a levantar, pero lo dicen porque mantiene las columnas originales”.
Entre los principales requisitos que se exigen para acceder a la habilitación figuran el superar el examen que convoca el Principado y pasar un tribunal integrado por profesionales de distintas áreas de la administración, como historiadores o arqueólogos entre otros, y demostrar en otra prueba los conocimientos en idiomas, ya que además del idioma nativo es necesario saber un segundo idioma.
En el Principado hay en torno a 30 guías permanentes durante todo el año. Otra veintena lo hacen de manera esporádica o se dedican a la temporada. Los meses de primavera y otoño son los más fuertes y en ese espacio de tiempo se necesitan más guías, pero luego los meses de noviembre, enero y febrero son más flojos y no hacen falta tantos, según la presidenta.
Las visitas culturales se complementan con rutas por las distintas ciudades, tanto la zona central -Oviedo, Gijón o Avilés- como las alas oriental y occidental. Entre las preferencias siempre figuran Cudillero, Lastres, Tazones o Luarca.
En otras comunidades autónomas han empezado a poner límites en el número de integrantes de cada grupo de turistas, con una media de 25 personas como máximo. En Asturias de momento admiten hasta 55 personas por grupo, pero se está barajando la posibilidad de reducir su número, que estaría en una horquilla aproximada entre 25 y 30 personas. En el Principado también se está estudiando actualmente la posibilidad de prohibir la utilización de los micros, uno de los principales 'caballos de batalla' de la asociación.