Podría decirse que las hermanas Álvarez llevan la música en la sangre, de hecho, su relación con ella es algo tan natural que las ha acompañado, desde que nacieron, a lo largo de toda su vida. Son hijas de Paradiso, una de las librerías más icónicas de Gijón.
Dedicada a la venta de libros y discos, tanto nuevo como de segunda mano, y especializada en humanidades, narrativa, arte, teatro, cine, música y cómic, desde su fundación allá por el año 1976. Pero Mar y Alicia o Alicia y Mar son hijas también de José Luis Álvarez y Fany Sanguino, dos personas apasionadas de la música y la lectura, que les proporcionaron una infancia llena de libros y discos, y ahí comenzó todo.
Tranquilas y sonrientes, como acostumbran a plantearse la vida, las Pauline en la playa echan la vista atrás para contar su historia, aprovechando la promoción de su último trabajo, Los días largos, un disco en el que siguen profundizando en el imaginario poético y musical de este grupo de pop intimista, relacionado con su día a día y su entorno más cercano.
Ambas coinciden en que este trabajo es un canto costumbrista de la vida, profundo y muy ensoñado, haciendo gala al más puro estilo dream pop. Se trata del octavo disco en la historia del grupo, que nació en 1999 cuando ellas aún eran las Undershakers.
Ponerle fecha al día que comenzó su idilio con la música es trasladarse a casa de su vecina Gila Hevia, que daba clases de piano justo en el piso de abajo del que ocupaban ellas y sus padres. “Nuestra casa los sábados siempre sonaba a piano”, recuerda Ali, mientras su hermana Mar la deja porque es la pequeña y la que más habla, y va poco a poco recordando cómo ella empezó a tocar la guitarra en casa con su padre, una guitarra para diestros “y yo era zurda”, sonríe.
La vecina Gila enseguida vio que en aquellas niñas había madera y recomendó a sus padres que las mandasen a estudiar a la Escuela de Música, porque en aquellos años, finales de los 80, en Gijón aún no había conservatorio.
“Fue entonces cuando yo fracasé con el violonchelo”, recuerda Alicia riendo, mientras Mar comenzaba a tocar el piano, instrumento al que se dedicaría hasta que, en el instituto entró en contacto con el folk americano y pidió para reyes una flauta travesera a lo que su padre respondió “no te pienso comprar una flauta travesera, los reyes te van a traer una guitarra eléctrica”. Para Mar ese fue el principio de Undershakers, pues comenzó a dar clases de guitarra con Juan Mintegui, de La banda del tren, conoció a la batería del grupo en el instituto, cuando empieza en la facultad conoce a la cantante y decide incorporar a su hermana pequeña, Alicia.
En 1994 Undershakers gana el Concurso de Maquetas Ciudad de Oviedo y graba su primer single. Comenzará entonces una fulgurante carrera de garaje/pop en la que tienen la oportunidad de experimentar el crecimiento de la escena independiente estatal y la segunda ola del Xixón Sound, junto a Australian Blonde, Nosoträsh, Manta Ray o Doctor Explosion.
La primera ola de esta escena musical que, según explican las hermanas, arrancó gracias un montón de grupos haciendo música a la vez en Gijón, aunque ni siquiera hacían el mismo tipo de música. Fue en la década de los 80 con la banda Penélope Trip.
Mar y Alicia permanecerían en Undershakers hasta 1999. “Lo pasamos muy bien, ese cinco muyeres metides en una furgoneta, con el sentido del humor que teníamos...”, sonríen con cariño. Aquellos años fueron una experiencia muy divertida, pero también muy intenta, de la que aprendieron casi todo lo que saben. Pero ya entonces comenzaba a sonar en sus cabezas otro tipo de música, más íntima, más profunda, más personal, más Pauline. Y así, en 1999, Pauline en la playa saca su primer disco Nada como el hogar, y comienza un nueva etapa de música pop luminosa que ellas comparan al romanticismo de un atardecer de finales de septiembre.
“Somos gente que hace cosas”
Pauline en la playa es una constante en una vida llena de proyectos culturales, porque “somos gente que hace cosas”, aseguran ambas, y así llevan 25 años de creación continuada. La música siempre ha estado en muchos de los proyectos que han puesto en marcha, juntas o por separado, a lo largo de sus vidas, aunque no en todos. Ali estudió periodismo, profesión que ejerció durante casi veinte años en la Cadena Ser, mientras Mar es profesora de música y directora de la escuela de música Sonidópolis.
Además de la dedicación a sus respectivas profesiones, la maternidad llevó a ambas a abrir nuevos caminos: Mar fundó Petit Popo, junto a miembros de diversas formaciones asturianas que compartieron escena musical en los 90, con el objetivo de acercar el pop a los niños y niñas, y disfrutar en familia. Alicia, junto a su marido, experto en filología asturiana, David Guardado, La Fabriquina, una editorial independiente, fuente de creación cultural, libros y música.
De Undershakers queda en ellas el seguir disfrutando de la música con la misma intensidad y “el muyerío”, como ellas dicen, la sororidad que nace del hermanamiento entre mujeres de las que siempre se han rodeado. Lo que sí que reconocen que ha cambiado un poco es la escena musical, pues lo que antes se conocía como independiente ahora no es más que una etiqueta, así que las Pauline apuestan más por recuperar el “viejo” término underground.
“Cuando nosotras empezamos el juego lo repartían las discográficas, ahora son las plataformas”, explica Ali, pero a nosotras nos da un poco igual, reconocen ambas, porque “seguimos sieno un grupo cuya prioridad siempre ha sido la creación artística”. Lamentan que la rapidez con la que vive el mundo se haya trasladado también a la música, motivo por el que los grupos hoy en día tienen que hacer “todo a la vez en todas partes”. Ellas tienen claro que os números deben salir, lógicamente, y por ello deben hacer pequeñas concesiones a la industria, pero “con la mayor de las coherencias”.
'Yo quisiera ser John Wayne' es el primer sencillo de su último trabajo, después vino 'Que te parta un rayo'. Ambos forman parte de Los días largos se presentará al público en un concierto que tendrá lugar el próximo ocho de enero, en el Teatro Jovellanos de Gijón, y el 27 de febrero llegarán a Madrid para hacer lo propio en la Sala Clamores.