El día que Noelia paró en seco y se hizo la pregunta de qué podría ella aportar a este mundo, se dio cuenta de que para pensar con lucidez tenía que estar en calma. Y esa necesidad que ella tenía, era y es la misma que tiene gran parte de la sociedad actual. Fue en ese instante, justo después de llevar diez años al frente de una granja que producía huevos ecológicos y que la tenía absorbida entre papeleos, burocracias y gestiones administrativas.
La granja comenzaba, además, a dar pérdidas, y Noelia recordó la frase que tantas y tantas veces le habían dicho desde pequeña: “nena, acouga”. Y acougó, ¡vaya si lo hizo! Pero no solo acougó ella, también las decenas y decenas de personas que han pasado por su vivienda comunitaria ubicada en el corazón de Boal, una idea novedosa y arriesgada que ha conseguido que un año después de su apertura, nueve de las personas alojadas se hayan quedado definitivamente a vivir en el concejo.
El 'Acougo de Pita Sana', nombre completo del 'coliving' rural de Noelia García, Pablo Vélez, su pareja, y Xurde Vélez, su hijo, ha logrado afincar a más gente en el concejo que cualquier política llevada a cabo por la Administración.
Pero ¿dónde reside el éxito, por qué Noelia García consigue que la gente se enamore de un pueblo que para muchos pasa inadvertido; qué hacen ellos que las políticas del gobierno no logran? Respuesta rápida porque lo tiene claro, “funciona muy bien porque es algo que hacemos desde el corazón. Nosotros somos una familia que no tenemos más pretensiones que vivir tranquilamente, en comunidad y en contacto con la naturaleza.
El pueblo hace también mucho, en Boal todo el mundo acoge con cariño a la gente que llega nueva porque estamos deseando que nuestro pueblo esté vivo. En los bares, en las tiendas… la señora que te abre la puerta de casa y te invita a un café, el contacto humano“, concreta.
Difícil transmitir ese abrazo desde una oficina de un despacho y difícil, también, conseguir que más gente se quede a vivir en Boal, porque el medio rural asturiano tiene un grave problema de despoblación, pero tiene otro que favorece al primero, faltan viviendas para alquilar. “Nunca merece la pena tener una casa cerrada, una casa tiene que estar ventilada, abierta y conservada.
Muchos propietarios deberían de reflexionar sobre ello y darse cuenta de lo que implica, de las consecuencias que tiene negarse a no alquilar una propiedad. En este último año al menos cuatro personas no se han quedado a vivir en el concejo porque no encontraron una vivienda“, asegura la empresaria.
En el 'Acougo de Pita Sana', nombre vinculado a la antigua granja de huevos ecológicos que tenía la familia antes de apostar por este nuevo negocio, se respira calma y la luz entra de frente en todas las estancias y habitaciones.
Una enorme cocina, ubicada en la primera planta, es uno de los centros neurálgicos en los que la convivencia se arraiga. Huelen las especias de la tortilla mañanera que se cocina Eva María Marín, de Elche, que acaba de terminar sus estudios de auxiliar de veterinaria y ha venido un tiempo a pensar qué hacer ahora. A menos de medio metro otra de las huéspedes endulza lo que parece una tostada francesa.
La puerta de la nevera es un panel informativo que avisa de cosas tan esenciales en un pueblo como que los miércoles viene un pescadero de Castropol o que hay mercado en la plaza los lunes cada quince días. Una hoja en blanco sirve también para que cada persona que está en la vivienda apunte lo que falta o lo que hay que reponer.
El 'coliving' ha puesto a Boal a vivir en medio de tanto silencio. “Luego tenemos muchas dinámicas, cursos, paseos, rutas, presentaciones de libros... Aquí la gente que viene es porque quiere tener un contacto con la naturaleza, con el mundo rural y con la gente. Yo creo que al final es lo que todos necesitamos”, sentencia Noelia García y mira hacia arriba, pensando y reafirmándose en que su decisión fue la correcta: “acougar”.
Muchas de esas actividades se llevan a cabo en el huerto que la familia tiene a escasos dos kilómetros de Boal y donde se cultivan coles, repollos, maíz, berzas… El 'coliving' de Pita Sana se aleja del concepto elitista que suelen tener este tipo de alojamientos. “Nuestro concepto es otro”, recalca la empresaria.
Tres tipos de perfiles son los que suelen sentirse atraídos por este tipo de convivencia: nómadas digitales, gente que puede ejecutar su trabajo desde cualquier lugar y que huye del ruido de las ciudades; personas que buscan un lugar de transición para descubrir la vida en el pueblo antes de quedarse a vivir en la zona rural y, por último, artistas. “Escritores, cantantes… gente que quiere crear sin estar rodeada de ruidos”, concreta Noelia García.
Hace justo un año que este nuevo concepto de vivienda abrió sus puertas en Boal, la capital de un concejo que ronda los 1.500 habitantes. “Acerté cuando decidimos abrirlo, y acertamos rehabilitando estas tres casas. Recuerdo perfectamente a la primera pareja que vino, eran de Almería, refugiados climáticos, gente que escapa del calor asfixiante. Quizás sean un cuarto perfil también a tener en cuenta”, explica la propietaria, y abre uno de los ventanales enormes de una estancia, ubicada en la última planta y desde donde se ve la plaza, la Sierra de Penácaros, y las campanas de la iglesia que justo están tocando a muerto.
La lucha de esta familia se centra ahora en lograr tener el alojamiento lleno durante todo el año, pero lo cierto es que desde marzo a septiembre no hubo ni una plaza libre. “Yo es que todavía no me lo creo”, explica la empresaria, mientras pasa la mano por la barra de madera de la zona de cafetería y lectura. Catherine Blank baja por la escalera con un paraguas y un chubasquero en el brazo.
Su hijo acaba de empezar el cole en Boal. Criada en Hawai y tras vivir en la India, Japón, Kenia, California y Argentina, Blank vino con su marido y sus dos hijos al 'coliving' y ahora han decidido quedarse. Si todo va bien, en unos días, su hija pequeña también comenzará el cole.
“Nos encantó el entorno, la gente es cálida y real y la comunidad que han creado Noelia y Pablo es maravillosa. Hemos sentido esa bienvenida maravillosa del pueblo donde todo el mundo te recibe bien”, relata Catherine Blank. De todos los lugares del mundo, Catherine y su familia eligen Boal. Acougan en Boal… como tantas veces le recomendaron a Noelia cuando era pequeña. Acougar: parar, quedarse en calma y sosegarse.