El Centro de Experiencias Artísticas Pozu Santa Bárbara de Mieres vuelve a abrir sus puertas a la cultura y al arte de vanguardia, inaugurando la exposición Se está mejor en casa que en ningún sitio, que reúne cuatro obras clave de la artista francesa Jeanne Susplugas para sumergirse en su universo introspectivo de tintes surrealistas, tan crítico como poético.
Esta nueva muestra explora el concepto de ‘hogar’ como un espacio simbólico donde se entrelazan la intimidad y las tensiones contemporáneas. Está impulsada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Mieres y comisariada por el L.E.V. (Laboratorio de Electrónica Visual).
La artista multidisciplinar Jeanne Susplugas emplea en su obra una estética que, a primera vista, resulta cautivadora e incluso naíf, atrayendo a quien contempla su trabajo con su colorido y sus formas bien definidas. Sin embargo, esta apariencia superficial oculta una profundidad inquietante.
Temáticas como la salud mental, el agotamiento emocional, la alienación, el confinamiento o la medicalización de la sociedad se despliegan en esta propuesta expositiva desde una narrativa que oscila entre lo familiar y lo desconcertante. La exposición examina la relación del individuo con el espacio doméstico a través de un recorrido sensorial y profundamente inmersivo, formado por impactantes piezas en diversos formatos que van desde grandes instalaciones escultóricas a vídeo o una experiencia de realidad virtual.
La primera de las obras que se muestran en esta exposición, There's No Place Like Home (Se está mejor en casa que en ningún sitio), juega con la icónica frase de El Mago de Oz que da título a la muestra para cuestionar el concepto del hogar como refugio. Con esta vídeo instalación, en la que una mujer repite una y otra vez la afirmación de la película, Susplugas deconstruye la idea romántica del hogar como un lugar de seguridad y muestra el espacio doméstico como una posible trampa emocional, donde las tensiones internas se amplifican y la rutina se vuelve claustrofóbica. Como si recitara un mantra en bucle, en el que la repetición de palabras resulta más inquietante que reconfortante, la obra refleja cómo el confinamiento puede convertirse en un entorno hostil para la mente.
La instalación escultórica Flying House (Casa voladora), basada en una serie de ilustraciones de la artista, representa una casa suspendida en el aire de la que cuelgan múltiples objetos para simbolizar la inestabilidad de algo que debería ofrecernos todo lo contrario: de nuevo, el hogar. Desafiando las leyes de la gravedad, esta instalación juega con la noción del refugio doméstico como un concepto frágil, fluctuante e ilusorio, invitando al público a replantearse las conexiones emocionales y psicológicas que establecen con su entorno diario y los objetos materiales que poseen. Los objetos que emergen de la casa colgante materializan las respuestas de diversas personas sobre lo que elegirían llevar consigo si se vieran forzadas a abandonar su hogar apresuradamente, conscientes de que podrían no regresar nunca. Entre ellos, se pueden encontrar desde libros, ordenadores u objetos prácticos a diferentes tipos de armas.
La muestra incluye también el proyecto I Will Sleep When I’m Dead (Domiré cuando esté muerto), formado por seis esculturas y una experiencia de realidad virtual en la que se sumerge al espectador en un viaje por el laberinto infinito de la mente humana. La obra toma su título prestado de una canción del popular músico Bon Jovi y genera un recorrido íntimo y caótico en el que los conceptos y las emociones parecen fluir sin control. Una navegación visual entre neuronas y sinapsis, entre pensamientos materializados en forma de pictogramas, que el público puede recorrer según su voluntad. Las esculturas de gran tamaño que acompañan esta intensa experiencia inmersiva, casi psicoanalítica y única para cada persona, representan algunos de los elementos digitales y pictóricos con los que se encontrará en su camino el usuario al ponerse las gafas de realidad virtual.
Estos tres proyectos ocupan el espacio completo de la antigua Sala de Compresores del Pozu Santa Bárbara, mientras que la antigua Sala de Ventilación albergará la cuarta y última obra de la muestra: La Maison Malade (La Casa Enferma). Esta instalación ofrece una representación física del hogar como un espacio enfermo, adoptando la forma de una casa de cristal transparente que se encuentra completamente llena de cajas de medicamentos. Una crítica directa a la medicalización excesiva de la vida cotidiana occidental que plasma cómo las enfermedades generadas por una sociedad disfuncional son capaces de invadir los espacios más íntimos del individuo, generando una desconexión entre el cuerpo y la mente.
Esta exposción permancerá abierta al público hasta el próximo de enero de 2025.