De profesión, salvar un oficio tradicional: la alfarería en Asturias

Leticia Quintanal

Oviedo —

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Con un torno entre sus manos y moldeando piezas sin parar se siente como pez en el agua. La alfarería era lo que el destino le tenía preparado a esta canguesa de cuarenta y cinco años, nieta, hija, hermana y sobrina de alfareros de Llamas del Mouro, un pequeño pueblo de 25 habitantes, situado en Cangas del Narcea, en el suroeste asturiano. Allí su familia, y ahora ella, trabaja la cerámica negra, una tradición que tiene siglos de historia y cuyas piezas, elaboración y usos hablan de una parte muy remota de la cultura asturiana. De Llamas del Mouro han salido escudiellas, tazas, botijos, xarros o caveros, con un secreto básico y principal, que es el tiempo de cocción, porque es el que garantiza su característico color negro.

Verónica Rodríguez viene de una familia de alfareros, aprendió el oficio directamente de las manos de su abuelo cuando tenía seis años y desde entonces no volvió a hacer otra cosa.

La de Llamas del Mouro y la de Faro, un pequeño pueblo del concejo de Oviedo, son las dos últimas alfarerías que continúan en pie, y produciendo, en Asturias. Hubo varias, en Miranda (Avilés), Pola de Siero, Cangas de Onís o Villayón, pero ninguna ha sobrevivido al paso del tiempo ni tampoco encontró quién las quisiera.

Por eso no todos los días es fácil encontrarse con una persona apasionada por uno de los oficios tradicionales asturianos, y con toda la fuerza para garantizar su supervivencia. Y así, cuando Verónica se encontró hace algo más de diez años, en la Feria de la Ascensión de Oviedo, al último alfarero de Faro que, aunque ya jubilado, seguía elaborando algunas pocas piezas, y él le comentó que quizás la llamase si necesitaba que le echase una mano para poder aumentar la producción, dijo que sí cuando José Manuel Vega 'Selito' la fue a buscar a Cangas del Narcea. “Las dos cerámicas nos conocíamos, había muy buena relación, Selito conocía a mi abuelo”, recuerda Verónica.

Y así, hace casi dos años, en octubre de 2022, la última alfarera de Llamas del Mouro se fue a trabajar a Faro para “aprender las formas y esmaltes, porque las cerámicas eran muy distintas”, explica. Así, el taller de Selito en Faro comenzó a producir como hacía muchos años que no hacía, gracias a la implicación de Verónica, quien no por ello dejó de lado la cerámica canguesa que la vio nacer, por lo que compaginaba ambas labores.

En Faro pueden diferenciarse dos tipos de cerámica, la de color pardo oscuro y la vidriada. La primera, con un color que a veces alcanza el negro, se obtiene con la mezcla de tres barros a alta temperatura, muy ricos en materias silíceas y ferruginosas que, en muchos casos, se extraen de la misma zona. La segunda, la cerámica vidriada, está esmaltada en blanco con decoraciones en verde, amarillo, marrón y azul. Por su parte, los motivos decorativos en las piezas de Faro son geométricos y naturalistas, vegetales y animales, destacando entre estos últimos, la 'paxara' que es mitad pez, mitad pájaro.

A finales de julio del pasado año, el estallido del gas de un horno de cerámica, se llevó por delante una parte de la casa de 'Selito' y con ella, el taller donde ambos, Verónica y él, trabajaban desde octubre de 2022. Por suerte, solo hubo que lamentar daños materiales, ninguno personal, pero los alfareros de Faro se quedaron sin su lugar de trabajo.

En ese momento, Fina, una vecina de Faro, les ofrece a 'Selito' y a Verónica un espacio en su finca para que montasen un nuevo taller y pudiesen seguir trabajando. Él rechaza el cambio de ubicación “temporal” y Verónica acepta, poniendo en marcha, ella sola, ese taller donde continúa la producción de cerámica.

Asociación de Amigos de la Alfarería de Faro

De la mano de la Asociación de Vecinos de Faro, y motivada por la preocupación de sus integrantes por la posible desaparición del oficio y con él de la producción de cerámica, tras la jubilación de 'Selito' por motivos de salud, nace en 2012 la Asociación de Amigos de la Alfarería de Faro, presidida por el propio alfarero, quien años después, iría a buscar a Verónica a su pueblo natal. Lo cuenta Eva Sánchez, secretaria de la asociación y una de sus impulsoras como representante vecinal.

El día que quedamos con Verónica en el taller, el que habilitó en el espacio que tan amablemente cedió su vecina Fina tras la explosión, para hacer este reportaje, nos recibió una persona diferente a la que habíamos conocido en fotos, sin su característica sonrisa y gesto afable y cercano. La acompañaban su marido Jesús, Eva, Rafael y Sharon, todos ellos miembros de la Asociación de Amigos de la Alfarería.

La misma asociación que 'Selito' había presidido (incluso de manera honorífica) y a la que unas horas antes había renunciado, ante los medios de comunicación, para anunciar la creación de una nueva agrupación, la 'Xunta pola defensa de la Alfarería Tradicional de Faro', reivindicando la “manera tradicional” de elaborar las piezas y minimizando el contacto mantenido durante años con Verónica. Con ello se ha producido una escisión en la Asociación, que ha pasado de 23 a 12 miembros, según explica su secretaria, Eva Sánchez.

Desde la Asociación de Amigos de Faro asisten “atónitos y dolidos” a las declaraciones de su ex compañero. “Fue muy bueno, pero en ningún caso el mejor”, dice sobre su antiguo compañero Rafael Fueyo. Reconocen que las relaciones en el seno de la entidad comenzaron a “estropearse” cuando en 2018 le encargaron a uno de sus miembros, Toño Huerta, un catálogo de piezas de cerámica de Faro, cuyos textos “eran idénticos”, aseguran, a los de otra publicación firmada por Esperanza Ibáñez de Aldecoa, receptora del primer 'Barbón' por su documental 'Los procesos del barro'.

Al estar financiado el catálogo con subvenciones públicas, desde la Asociación decidieron desentenderse de dicha publicación y así se lo trasladaron a su autor y a la propia entidad que lo había financiado. “No le acusamos de nada, simplemente informamos de esa situación”, cuentan desde la Asociación. El resultado es que Toño Huerta, integrante de la nueva organización, acabó dándose de baja “de la noche a la mañana” de la Asociación.

'Parees Fest' y la cerámica de Faro

El 'Parees Fest' es un festival de muralismo contextual que nació en Oviedo en 2017, de la mano de los creadores artísticos Edu Crespo y Laura Lara. La de 2024 es la séptima edición de este evento cultural, social y artístico, que ofrece a la ciudadanía una nueva mirada de Oviedo a través de grandes paredes y medianeras.

En la primera edición fueron diecisiete los murales creados en diferentes zonas del concejo de Oviedo, porque las actuaciones no solo se acometen en la ciudad, también se han hecho en otras zonas de los alrededores de la capital asturiana, aunque no es el caso de este año, como Olloniego, Trubia o Tudela Veguín.

El leit motiv del certamen es la vinculación de las creaciones artísticas con el territorio. Así en anteriores ediciones del 'Parees Fest' los murales estuvieron dedicados a la minería, a la fábrica de armas de Trubia o al deporte tradicional asturiano, además de otras temáticas, siempre vinculadas al territorio asturiano, obtenidas a través de procesos de participación ciudadana.

En esta séptima edición son tres los murales que se han pintado y, en este caso, todos ellos localizados en un mismo barrio, el de Villafría-Otero y dedicados a la cultura asturiana. Así, tres muralistas, María Peña (Mapecoo), Slim Safont y Marat Morik elaboran estos días sus creaciones sobre la madreña, la manzana y la cerámica de Faro.

Sobre la artesanía de Faro elabora su mural el artista ruso, Marat Morik, quien “se ha involucrado mucho en el proceso”, tal y como explica Edu Crespo, y destaca por su dominio del grafiti, así como una estética contemporánea que combina realismo, cubismo y expresionismo.

Y es que para el director del certamen es imprescindible que el reparto de las temáticas sobre las que versen los murales parta de un proceso conjunto entre el festival y los artistas, para que formen parte también de la elección.

La idea es elegir grandes espacios donde no se vaya a construir y con la mayor visibilidad posible para hacer de estas creaciones una parada incorporada al circuito de visitas en Oviedo.

Excavaciones arqueológicas en Casa Tudela

Desde el pasado mes de abril, el arqueólogo Alfonso Fanjul preside la Asociación de Amigos de la Alfarería de Faro. Fue el encargado de liderar las excavaciones del año pasado en Casa Tudela, un yacimiento arqueológico catalogado, en Faro, de donde se han extraído más de 800 piezas que datan del s.XVIII, según nos cuenta Rafael Fueyo.

Ollas, platos, escudillas y hasta juguetes fabricados en Faro hace tres siglos, en las que, y gracias a las huellas de los alfareros, se ha podido conocer la existencia de población infantil dedicada a la alfarería en este pueblo ovetense. Junto a ella, las mujeres, también trabajaban en los alfares, se encargaban de la decoración de las piezas, a pesar de que siempre fueron los hombres los protagonistas de este oficio milenario.

Al igual que su cerámica, la Asociación de Faro espera con anhelo la construcción del futuro Centro de Alfarería, que el Ayuntamiento de Oviedo está próximo a licitar, según aseguran. Es un paso imprescindible para garantizar la continuidad de este oficio tradicional. Como aseguran sus integrantes “ahora Verónica tiene sobre su espalda la responsabilidad de tirar hacia delante con la alfarería en Asturias”.

La idea es que este nuevo centro tenga un taller con producción estable y una tienda para la venta. Una sala expositiva con piezas antiguas, un centro de investigación para conocer más su historia y una escuela- taller, son los espacios con los que está previsto que se complete el centro.

Algo más a mano en el tiempo está la cita con el premio 'Barbón de Faro', un galardón que la asociación entrega desde hace diez años, a finales del mes de septiembre, a personas y entidades que hayan destacado por su labor de divulgación y preservación de la alfarería. Este año, la junta directiva de la asociación, reunida el pasado mes de mayo, decidió conceder el premio a los medios de comunicación.