'Tierra de mariposas', el proyecto intercultural que recupera la memoria de la mujer rural a través del arte
Memorias de mujeres que contribuyen a la recuperación de espacios, físicos y emocionales, y a la construcción de nuevas narrativas en torno a la figura de las mujeres rurales. Lo que comenzó como un taller de encuentro organizado justo antes de la pandemia por La Ponte Ecomuséu, de la mano de Eva Martínez Álvarez, donde las paisanas del municipio asturiano de Santo Adriano recuperaban una memoria en cierta manera perdida de cantares, farmacopea, tradiciones, usos de espacios… y que daba lugar a una publicación con formato de libro, se ha convertido en un proyecto financiado por la UE.
Tierras de mariposas / Lands of butterflies cuenta con financiación del programa Europa Creativa y se desarrolla entre 2022 y 2024 con la colaboración de tres socios: La Ponte (que es, a su vez, coordinadora); la organización islandesa Landsbyggðin lifi (LBL); y la compañía francesa de teatro callejero, Grouppe ToNNe, que acaba de llevar a cabo una residencia artística en la localidad de Villanueva.
Un proyecto que pretende, más que arrojar conclusiones, contribuir a la reflexión y a una nueva narrativa referida tanto a las mujeres como al mundo rural a través de una metodología de trabajo participativo, del arte, “del poner encima de la mesa”. Esta evolución sufrida por la iniciativa corresponde a la intención de “profundizar la mirada aportando una perspectiva intercultural”, como explica uno de los coordinadores, Jeff Alberghi: “Islandia es muy diferente de Asturias, más la perspectiva artística francesa, que lo puede mirar con ojos nuevos y dar otra interpretación”.
Koparske es un pequeño pueblo remoto en la costa norte de Islandia. Santo Adriano es un concejo montañoso del interior de Asturias. Las diferencias geográficas, climatológicas, culturales… son evidentes. “Cuando vemos las fotos, aquí se llevaba a cabo una economía de subsistencia, donde todo el mundo trabajaba mucho, mientras que en Islandia en ese mismo momento las mujeres se organizaban en sindicatos reclamando espacios de cuidados”, contextualiza Violeta Gomis García, responsable del proyecto junto con Eva.
Ambas zonas parten de sitios diferentes, a pesar de ser zonas rurales. Cuando planteamos el proyecto, las islandesas no entendían la problemática, o no la sentían como algo reivindicable, pero con los talleres empezaron a cuestionarse cosas
“Ambas zonas parten de sitios diferentes, a pesar de ser zonas rurales. Cuando planteamos el proyecto, las islandesas no entendían la problemática, o no la sentían como algo reivindicable, pero con los talleres empezaron a cuestionarse cosas. Las organizaciones que trabajamos en ello tenemos también intereses diferentes, donde La Ponte ya tiene un recorrido con una base antropológica. Los puntos de vista históricos, socioeconómicos… son diferentes, aunque pueda haber lugares comunes”, añade. Al final se trata de “reflexionar desde lo particular y chiquitico”.
El proceso
Desde hace un año, y en procesos paralelos, La Ponte y LBL, con sus recursos y circunstancias, comenzaron a trabajar en tres fases. Una primera de investigación participativa con la realización de los talleres con las mujeres donde trabajar esa memoria en espacios seguros para recordar y compartir.
La segunda se desarrolla en la actualidad, con la celebración de las residencias artísticas, esta primera a lo largo de junio en Santo Adriano, y una segunda en el mes de agosto en Koparske. Según esas memorias recuperadas, el grupo de artistas crea esas nuevas narrativas del rol de la mujer en la sociedad rural, un cambio de discurso que coloque a las mujeres en el centro y las visibilice.
En esa tercera fase de visibilización es donde entra el grupo ToNNe, para que la parte artística “llegue a conectar desde otros lugares, con un discurso menos académico, que llegue donde no llegamos”, y se lleve a la reflexión sobre el futuro de los pueblos y de las mujeres que los habitan.
Todo este trabajo se cerrará en abril de 2024, cuando cinco mujeres de cada uno de los lugares viajen a Francia y presencien la obra final que firmará ToNNe. Un proceso que está en construcción, que se sustentará en el teatro callejero, la música y la ilustración.
Durante la estancia en Santo Adriano Domizia Tosatto, ilustradora, y Justine Desprez, música y artista audiovisual, han recogido bocetos, grabaciones y sones para elaborar unos pequeños vídeos y cuadernos de dibujo que expusieron el pasado sábado 1 de julio, cuando se despedían de este concejo asturiano. Como regalo Domizia ha donado un mural que se ha colocado en uno de los frontales del lavadero de Villanueva, en el que aparecen algunas de las mujeres que participaron en los talleres de danza y pandereta.
Y es que este mes de junio ha sido intenso ya que, gracias a la visita del grupo francés de la que también participaba el director artístico de la compañía Mathurin Gasparini, se han organizado varias actividades. Algo tan demandado como los talleres de danza y pandereta con Paz González Mesa, que se realizaron todas las tardes de los jueves (“un acto muy sencillo pero muy reivindicativo de espacios a través de una tradición como es la danza”); los cantares de chigre interpretados por mujeres o un encuentro en el que Xosé Ambás fue hilo conductor para sacar esos saberes muchas veces escondidos.
Dos espacios de trabajo muy simbólicos y significados, el lavadero y la huerta, han sido los de mayor uso durante este tiempo. Ya con motivo del 8M se hizo una intervención en el primero de ellos, con la realización y colocación de mariposas tejidas, y más recientemente se organizó un taller de lavado para sentir cómo era la tarea, la posición, el frío del agua en las manos… además de colocar una serie de retales escritos con sensaciones tras el proceso. En el huerto se ha creado un espacio comunitario, donde las que saben enseñan a las que quieren saber, en esa conexión con la tierra.
Se trata de un encuentro intergeneracional para involucrar a las mujeres rurales, no solo a las mayores, que son las transmisoras que atesoran toda esa memoria, también a las más jóvenes. Y la manera de escuchar a las nuevas generaciones, para que participen también en el proceso, es la creación de nuevas narrativas.
Aunque a veces las participantes “no entienden muy bien lo que se está haciendo, pero saben que se está reflexionando sobre algo”, explica Violeta. A lo que Mathurin añade que se trata de “generar esa nueva narrativa sobre el mundo rural y la mujer y, al mismo tiempo, que esta residencia permita hablar con el pueblo y hablar a través de esas narrativas. Es muy importante conectar el proyecto con el pueblo”.
“Escribes un proyecto, pero otra cosa es su implementación y la generación de esos espacios participativos”, explica Jeff, a lo que añade Violeta que “los talleres tienen su propio recorrido y evolución”, como si cada sesión cobrara vida, adoptando unas dinámicas que se convierten en “orgánicas”.
Reconocen que el primero de los talleres fue “más confuso, pero luego salieron ideas con el fin de compartir. Y de ahí surgió mapear los espacios del pueblo con un grupo regular de trabajo de unas cinco o seis mujeres, donde el perfil de las más jóvenes tiene una presencia menos regular”.
Destacan la participación de Patri, que con sus 9 ó 10 años “hizo preguntas muy interesantes que nos han dado mucho juego”. Un espacio de conciliación donde era habitual ver a peques acompañando a sus madres y que contó también con la participación de una embarazada que parió a dos días del fin de la residencia artística y que ha sido inmortalizada por Domizia en su mural donde mujeres de diferentes edades danzan: “es un retrato de una energía muy positiva. Fue muy hermoso”.
“Esto es algo que se venía desarrollando con los talleres de Andechando cola tradición, donde ponemos en valor oficios tradicionales, y los de baile estaban muy demandados, y que financia el Ayuntamiento. Es algo muy sencillo con una participación de unas 25 personas… Si esto no es activismo, ¿qué es?”, resalta Violeta.
Todo este acompañamiento puso en contexto al grupo artístico, que durante las dos primeras semanas de estancia llevaron a cabo diferentes encuentros “con un montón de gente del pueblo. La escucha y ver cómo participaban en las actividades ha sido de gran ayuda para entender el lugar”, explica la ilustradora que ha bocetado en diferentes cuadernos todo lo vivido.
Estas ilustraciones serán el hilo conductor del diario de viaje que está realizando Mathurin. “No solo se trata de extraer información, sino dejar algo para el pueblo, lo que ya estaba contemplado en el proyecto”, explica Violeta. De ahí todo este trabajo artístico, los vídeos, el mural donado…
Grouppe ToNNe está integrado por 15 personas con perfiles multidisciplinares en torno a las artes, aunque la base de esta compañía es el teatro y la música. Depende del proyecto participan unos u otros. En un principio se concibe una velada para abril del 24, que será más una especie de conversatorio que una pieza de teatro al uso; se podría decir que sería una teatralización participativa.
Hacemos dos tipos de trabajos, por un lado teatro de calle que va girando por distintos lugares; y por otro los viajes que hacemos, a partir de los que creamos piezas con lo que sacamos de los encuentros
En ella participarán cinco mujeres de Santo Adriano y otras cinco de Koparske. “Hacemos dos tipos de trabajos, por un lado teatro de calle que va girando por distintos lugares; y por otro los viajes que hacemos, a partir de los que creamos piezas con lo que sacamos de los encuentros”. A través de estas intervenciones buscan que “la gente se cuestione cosas”, cuenta Mathurin.
La cultura y lo comunitario como polo tractor
Ubicados en un valle parecido del sureste de Francia, ubicado al norte de Avignon y al sur de Lyon, en el caso de Mathurin y Justine se definen como “muy anclados al mundo rural”, destacan como diferencia la relación con la música tradicional. La compañía cuenta con una larga experiencia y organiza espectáculos que “giran por el mundo entero”. Explican que Grouppe ToNNe es un empleador importante, dando trabajo a más de 100 personas en el valle: “y con esa gente se multiplican los proyectos”.
La innovación social, los proyectos comunitarios, la cultura, movilizan y asientan población, y esto es algo que está pasando también en Santo Adriano y en los valles del Trubia. La Ponte (que el próximo 15 de julio celebra su décimo aniversario) es uno de estos dinamizadores sobre el terreno.
El Centro de Emprendimiento Villa Tecnológica El Sabil, la agente de desarrollo local, Cristina López Santa Cruz, o actividades como el Festival Comunitario Saludriano Late, otros. “La gente se junta para hacer cosas, hay más movimiento en el valle y están pasando cosas interesantes” relata Violeta, que llegó de Madrid hace cuatro años.
Jeff participó en 2019 en un proyecto maravilloso, Rural Experimenta, pionero en el medio rural y auspiciado por La Ponte en aquella primera edición bajo la batuta del programa Cultura y Ciudadanía del Ministerio de Cultura. Procedente de Valencia y francés de origen, ha buscado el quedarse en Asturias.
Tiene un amplio bagaje profesional trabajando desde lo comunitario y al ser preguntado sobre el papel que juega la sociedad civil en todos estos proyectos de dinamización de los territorios responde que “estamos quizás maleducados en el sentido de que tiene como que ser la Administración quien haga las cosas, pero no deja de ser un actor más. Lo importante es la comunidad y un territorio no vive sin comunidad”.
A esta reflexión Violeta añade que “si la comunidad pide, la Administración tiene que dar, pero hay que tener en cuenta que en un territorio pequeño la Administración son dos personas. Es importante, de todas maneras, que apoye la iniciativa popular y se implique en los procesos comunitarios”.
Y de esta manera nos resumen cómo se construye territorio, cómo se contribuye a su mantenimiento, cómo crece la comunidad y cómo se ocupan y reivindican espacios en los que las mujeres tienen mucho que decir.
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