Hace una década que un grupo de mujeres de Gijón y Laviana, en Asturias, le echó un pulso a un gobierno y doblegó a su ministro de Justicia. Hace diez años que un grupo de mujeres se enfrentó al gobierno de Mariano Rajoy y lograron la dimisión de su ministro, Alberto Ruiz-Gallardón.
Es muy fácil hablar con ellas, pero es difícil que lo hagan en primera persona. Hablan de sentimientos, emociones, de lo que hicieron, de cómo lo hicieron, pero ninguna lo hace en singular. El ‘yo’ no existe porque para ellas fue una victoria de las mujeres. Ninguna habla de lo que hizo, aportó o consiguió en una iniciativa que supuso un antes y un después en las movilizaciones feministas. Y es que las mujeres del Tren de la Libertad demostraron el 1 de febrero de 2014 lo que realmente significaba la palabra sororidad.
“El primer momento de sororidad de mi vida”, “la primera movilización feminista grabada”, “la demostración de que juntas somos poderosas”... son algunas de las frases con las que Begoñita, Pili ‘peque’, Aida, Maricusa o Alicia describen hoy, diez años después, aquellas semanas previas a que todo cambiase.
El documental ‘Yo decido. El tren de la libertad’ y el libro ‘El tren de la libertad. Las mujeres decidimos’, recogen todo lo sucedido aquel 1 de febrero de 2014
Son quienes han puesto voz a las decenas de mujeres que trabajaron en la organización de la gran movilización, y también quienes han puesto voz al centenar de miles de mujeres que el 1 de febrero de 2014 inundaron las calles de Madrid, y lo hicieron de la mano de la Tertulia Feminista Les Comadres, de Gijón, y la Asociación de Mujeres por la Igualdad del Valle del Nalón (Mujeres Por la Igualdad de Barredos).
Desde la distancia y el reposo de estos diez años, son aún más conscientes de la verdadera dimensión que adquirió aquel tren que salió de la estación de Gijón, rumbo a Madrid, el 31 de enero de 2014, con 150 mujeres asturianas.
Un documental titulado ‘Yo decido. El tren de la libertad’, elaborado por las mujeres cineastas que participaron en esta movilización, y el libro ‘El tren de la libertad. Las mujeres decidimos’, que va ya por su tercera edición, constituyen la verdadera hemeroteca de las emociones, momentos y situaciones vividas aquellos días. El Tren de la Libertad tiene 20 premios y dos parques, uno en Gijón y otro en Laviana, y un manifiesto que recoge la esencia de la libertad exigida por las mujeres, antes y después de aquella experiencia, y que no ha perdido un ápice de actualidad.
La propuesta que prendió la llama
Para contar la historia del Tren de la Libertad hay que volver la vista atrás, hasta el 21 de diciembre de 2011, cuando Alberto Ruiz-Gallardón es nombrado ministro de Justicia. Buscando su primera comparecencia parlamentaria como ministro, encontramos una intervención en la que anunciaba su intención de modificar la Ley 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, aprobada por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Aquella fue una ley muy contestada por el Partido Popular y por la Iglesia, sobre todo en el artículo que permitía la interrupción del embarazo a los 16 años, sin consentimiento paterno/materno. La propuesta del nuevo ministro de Justicia pasaba por volver a la Ley de 1985 en la que las mujeres debían alegar motivos que justificasen su decisión.
Aún habría que esperar dos años para que, durante la cena posterior a una conferencia de la filósofa Amelia Valcárcel, Gallardón en la televisión plantase el germen, sin saberlo ni pretenderlo, del futuro Tren de la Libertad. Lo cuentan Begoña Piñero y Pilar Fernández, presidenta y secretaria, respectivamente y por aquel entonces, de la Tertulia Feminista de Les Comadres. “Empezamos a soltar improperios y cuando nos quisimos dar cuenta todo el bar nos secundaba”, cuenta Begoña, y ése fue el momento en el que decidieron que había que hacer algo. Tenían la seguridad de que la gente respondería, lo que no imaginaban era hasta qué punto. “Pensábamos que iríamos a Madrid 100 mujeres, y mira qué movilización”, recuerda Pilar.
“Hay que llamar a Maricusa”, “vamos a vernos todas en Laviana”, “¿y si redactamos un manifiesto y lo llevamos al Congreso de los Diputados?” “Vámonos a Madrid”, “¿cómo, caminando?”, “imposible, no llegamos ni en un mes”. “Vamos en tren”. Era finales de diciembre de 2013.
A partir de aquella comida de compañeras feministas, aquel 26 de diciembre, se ponía en marcha la que sería, aunque ellas aún no lo sabían, la mayor movilización feminista hasta el momento. Pilar cuenta cómo empezaron a ser conscientes de la que se les venía encima cuando comenzaron a recibir correos y apoyo en redes sociales. Grupos de mujeres de toda España se ponían en contacto con ellas para sumarse a su reivindicación. “Estábamos consternadas, asustadas, teníamos miedo. Hasta que llegamos a Valladolid, el 31 de enero, no tuve claro que lo íbamos a parar”, reconoce Pilar, de Les Comadres.
El Tren de la Libertad es el claro ejemplo de lo que seríamos capaces de hacer si aprovecháramos los momentos con unidad
Para Aida Fuentes, de Mujeres Progresistas de Barredos, el Tren de la Libertad fue uno de los dos momentos clave, desde el punto de vista de la movilización y la consecución de objetivos para las mujeres. El otro, asegura, “el año pasado con la dimisión de Rubiales”. Ella y Maricusa Argüelles recuerdan la persecución a la que eran sometidas las mujeres que abortaban, antes de la legalización y de que llegasen los viajes a Londres, el sufrimiento al que se las sometía y el inmenso peligro que aquello suponía para sus vidas.
“Cuando empezaron los viajes a Londres hacíamos escote” (colectas) recuerda Maricusa. Por todo lo vivido sabían que no podían consentir ni un paso atrás en los derechos conseguidos. Aida reconoce que el acierto fue hacer coincidir la movilización con un momento en que la gente ya respondía, la interrupción del embarazo era un derecho completamente asumido por la sociedad. “El Tren de la Libertad es el claro ejemplo de lo que seríamos capaces de hacer si aprovecháramos los momentos con unidad”, reconoce Aida.
El apoyo de las mujeres cineastas
Si bien Gijón y Laviana fueron el eje central en la movilización del Tren de la Libertad, hay una pata importante sin la que este banco estaría cojo y es el Colectivo de Mujeres Cineastas. Más de 80 mujeres dedicadas al cine: directoras, guionistas, operadoras de cámara, productoras, directoras de fotografía…salieron a la calle aquel 1 de febrero para filmar lo que en Madrid iba a suceder. Era su forma de manifestar su rechazo a la reforma anunciada por el Gobierno.
Un correo electrónico y una sugerencia, que se hicieron virales, fueron suficientes para que en muy poco tiempo estuviese organizado el proyecto de la película documental sobre el Tren de la Libertad. La directora y guionista, Alicia Luna recuerda aquella primera reunión, en el Nuevo Teatro Fronterizo de Madrid, tras aquel correo electrónico de la socióloga y crítica Pilar Aguilar Carrasco, desde Francia, a la cineasta Chus Gutiérrez.
El punto de encuentro era la Estación de Atocha, la cantidad de gente que había allí, esperando a las mujeres de Asturias, era imposible de explicar, cuenta Alicia. Recuerda cómo todas se volcaron en el que ella siempre definirá como “el primer gran momento de sororidad de mi vida”, gracias al que maduró mucho y se sintió dentro de un colectivo de mujeres en el que daba igual la edad. El proyecto del Tren de la Libertad “marcó nuestra forma de pensar, nos hicimos más fuertes y generamos un grupo de cineastas, de todas las edades, que aún permanecemos unidas”.
Mujeres de toda España salieron de sus pueblos y ciudades para acompañar, en Madrid, al Tren de la Libertad, pero también hubo concentraciones en otras ciudades del mundo: Buenos Aires, París, Edimburgo o Roma. Fueron horas y horas de rodaje, que posteriormente supusieron meses de montaje. “Un pedazo de trabajo que siempre agradeceremos a Teresa Font”, asegura.
Fue el primer gran momento de sororidad de mi vida. Me cambiaron la vida, son mujeres muy pequeñas de estatura y muy grandes en su capacidad lucha. Sigo aprendiendo de ellas
Alicia Luna vive en Asturias tras su experiencia con el Tren de la Libertad. “Me cambiaron la vida, son mujeres muy pequeñas de estatura y muy grandes en su capacidad lucha. Sigo aprendiendo de ellas”, dice sobre las mujeres del Tren.
Ocho meses después de ocupar las calles se logró el objetivo y el ministro de Justicia presentó su dimisión al ver retirada la reforma de la Ley 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo que él había liderado. “Lo estaba escuchando en la radio, mientras conducía hacia la floristería de Begoñita”, cuenta Pilar. “Aparqué, me bajé del coche, entré en la floristería y la abracé. Éramos inmensamente felices”.
Begoña Piñero tiene claro que mereció la pena todo el trabajo, pues gracias al Tren muchas mujeres perdieron el miedo a manifestarse en defensa de sus derechos. Fue la primera gran concentración feminista de todas las que vendrían detrás. Es consciente del necesario apoyo recibido por muchos partidos y organizaciones de izquierdas, pero el germen del Tren de la Libertad salió de Gijón y Laviana, y es una victoria del colectivo feminista, asegura. Pilar Fernández reconoce como un logro, “que supimos hacer bien, porque en Les Comadres ya estábamos acostumbradas”, el hecho de que las organizaciones políticas y sindicales supieron mantenerse en un segundo plano sin intentar copar protagonismo.
El décimo aniversario del Tren de la Libertad se conmemora este jueves, en el Ateneo de Madrid, donde se presentará la tercera edición del libro El tren de la libertad. Las mujeres decidimos, coordinado por Carmen Suárez, miembro de Les Comadres, que no pudo ser presentado cuando se publicó en 2020, por restricciones derivadas de la pandemia.