La Universidad de Oviedo inviste a la tercera mujer Doctora Honoris Causa, en sus más de 400 años de historia
Quienes la conocen dicen de ella que es una persona culta, inteligente y generosa en todas sus facetas. Fue catedrática de Historia Antigua en la Universidad del País Vasco y, actualmente, colaboradora honorífica en su Departamento de Estudios Clásicos. Ana Iriarte Goñí será además, a partir de ahora, Doctora Honoris Causa por la Universidad de Oviedo, a propuesta del Grupo Deméter. Maternidad, género y familia, fundado y liderado por profesoras de la institución académica asturiana.
Sonríe al otro lado de la línea telefónica, cuando atiende la llamada de elDiario.es Asturias, pues desde Euskadi espera “impresionada e ilusionada” a que llegue el momento de su investidura en Oviedo. Reconoce que este es un “pequeño reconocimiento” y que en ningún caso se considera una igual a las mujeres, pocas, solo tres, que recibieron este nombramiento en la Universidad de Oviedo, pues “son unas grandes”. Se refiere a Margarita Salas y Sheila Sherlock.
“Rosa tiende a meterme en embolados”, cuenta riendo. Se refiere a Rosa Cid, catedrática asturiana, amiga y responsable de esta propuesta. Ana Iriarte estaba en Pérgamo cuando recibió la noticia, y lo hizo con sorpresa y gratitud, pues, pese a haber sido informada de que su nombre había sido propuesto, jamás pensó que llegaría a materializarse.
En su ruta por las tierras de Herodoto y Troya, se había apartado, tras bajarse de un teleférico, porque estaba mareada, fue entonces cuando miró su teléfono y vio la noticia en un digital asturiano. “Se me pasó el malestar de golpe, pero seguía mareada, aunque por otros motivos, más alegres”, cuenta.
Iriarte entró en contacto con académicas asturianas hace casi treinta años, en 1989, en Jarandilla de la Vera (Cáceres), en el congreso fundacional de ARYS, la Asociación Antigüedad, Religiones y Sociedades. Allí se encontró por primera vez con las historiadoras Rosa Cid y Amparo Pedregal, y allí comenzó a forjarse una estrecha y prolija relación profesional, a la vez que una sincera amistad que las ha traído hasta aquí.
En aquel congreso Ana supo de los derroteros de la Historia Antigua en España, pues venía de París, donde se había formado durante trece años y había preparado y presentado su tesis doctoral, y allí la perspectiva era muy distinta a la existente en la España de finales de los 80 y principios de los 90.
Discípula de la helenista y antropóloga, Nicole Loraux, al igual que su maestra, tenía una concepción muy distinta de la historia antigua y del papel de la mujer en ella, de lo que se tenía aquí en España, lastrada por cuarenta años de dictadura. Eso asombró de ella a sus colegas asturianas en sus primeras tomas de contacto, y sin embargo, es la propia Iriarte quien asegura que también tuvo mucho que aprender de ellas.
Tras impartir una conferencia en Asturias en marzo de 1992, en la que fue su primea visita a una región y a una universidad a la que quiere y “que se hace querer”, en 1994 impartió sus primeras clases en los recién estrenados estudios de género de la Universidad de Oviedo, a través del Programa de Doctorado en Género y Diversidad, que posteriormente se transformaría en el Máster de Género y Diversidad.
París, década de los 80
Ana Iriarte inició su carrera abordando, a través de un estudio, la manera en que los griegos definieron la comunicación con la mujer en la Antigua Grecia, profundizó sobre el sentido político del teatro y se preguntó, por ejemplo, cómo podría una mujer ejercer la ciudadanía si no tenía derechos políticos para hacerlo: sin voz pública, sin derecho al voto o sin posibilidad de ocupar cargos políticos.
Paralelamente a su inmersión en la Grecia antigua y el papel que jugaban las mujeres en ella, Ana Iriarte vive un París que, tal y como ella reivindica, “no era un punto de turismo de masas y enamorados cursis”. La capital francesa era en aquellos años una explosión del desarrollo político y del pensamiento feminista, que bebía de Mayo del 68, y donde los maestros de Iriarte, como Jean Pierre Vernant, centraban sus debates en la política, mientras que la ciudad vivía un fuerte movimiento feminista que estaba interesado por la mujer en todos los sistemas, incluso en la Antigua Grecia, donde la democracia había nacido negando el voto a las mujeres.
Ana Iriarte suponía una bocanada de aire fresco que podía renovar los estudios del mundo antiguo desde una doble vertiente: el género y la antropología histórica
Rosa Cid se refiere a aquella recién llegada como “una bocanada de aire fresco que podía renovar los estudios del mundo antiguo”, y lo hacía desde una doble vertiente. Por un lado, incorporando la perspectiva de género, es decir, demostrando lo nunca visto ni pensado hasta ese momento en España, que se podía hacer una buena historia desde el compromiso feminista; y por otro lado, incluyendo la antropología histórica, abordando el análisis de los mitos desde una visión histórica.
La escuela francesa de la que procedía Ana Iriarte era absolutamente transgresora para la España de la década de los 90, pues Iriarte estaba en contacto con intelectuales como Michel Foucault o Gilles Deleuze, y otras menos transgresoras como Jaquellines de Romilly.
Por ser pionera en la introducción en España de nuevas metodologías de estudio del mundo antiguo, por su carácter innovador y por la novedad de su obra y su aportación a la historiografía española, Rosa Cid considera que el reconocimiento que Ana Iriarte recibirá mañana miércoles es más que merecido y necesario.
El reconocimiento profesional por parte de sus colegas asturianas es recíproco por parte de esta pamplonesa que destaca la valentía del equipo de la institución académica del Principado a la hora de poner en marcha los estudios de género en la Universidad de Oviedo, pioneras en su implantación. Y es que a principios de la década de los 90 lo estudios de género estaban absolutamente infravalorados, cuenta, y “ellas, conocedoras de lo que estaba sucediendo en otros países europeos, sabían que los estudios feministas tenían presente y futuro”, concluye.
Grupo Deméter
El Grupo Deméter es un grupo de investigación fundado en 2006 por la catedrática de Historia Antigua en la Universidad de Oviedo, y especialista en historia de las mujeres y género en la antigüedad, Rosa Cid. Deméter está formado por historiadoras especializadas en la historia de las mujeres, aunque a lo largo de estos casi 20 años ha ido creciendo e incorporando también el perfil de juristas y algún historiador. Es el grupo que ha propuesto a Ana Iriarte para el Honoris Causa.
Deméter surgió de la necesidad de analizar la historia con perspectiva de género, cambiando el sujeto estudiado y colocando a la mujer en el foco. En estos momentos están inmersas en el proyecto de investigación 'Vulneravilidad intrafamiliar y política en el mundo antiguo', cuyo principal objetivo es definir los sujetos de vulnerabilidad en el interior y exterior de la familia en la Antigüedad griega, romana y egipcia. Partiendo de una perspectiva social y cultural, proponen otorgar relevancia, por ejemplo, a los grupos de edades, la opción entre población libre y esclava, o la que se da entre ciudadana y no ciudadana.
De esta forma, Susana Reboreda Morillo, de la Universidade de Vigo, y Rosa María Cid López, de la Universidad de Oviedo, lideran un grupo internacional de historiadoras e historiadores de universidades españolas (Vigo, Oviedo, País Vasco, Barcelona, Zaragoza, Madrid); italianas (Bolonia, Benevento, Nápones) y de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ana Irirarte será investida recibirá el grado de Doctora Honoris Causa mañana miércoles, 6 de noviembre, a las doce del mediodía, en el Paraninfo del Edificio Antiguo de la Universidad de Oviedo, sumándose de esta forma a la científica española, Margarita Salas (1996) y a la médica británica, Sheila Sherlock (1998), ambas del área de Medicina, y convirtiéndose en la tercera Doctora Honoris Causa de la universidad asturiana, la primera del área de Humanidades.
Desde 1967 hasta la actualidad son 76 los doctores honoris causa por la Universiadd de Oviedo, con solo tres mujeres, incuida Ana Iriarte Goñi.
La brecha existente, por tanto, entre el número de hombres y mueres investidos Honoris Causa es evidente y producto de la invisivilización de las mujeres a lo largo de la historia en el ámbito académica y en todos los ámbitos. En este sentido, el propio rector Ignacio Villaverde, asegura que esta es una realidad en la que hay que ir trabajando y el equipo rectoral se ha puesto manos a la obra.
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