¿Le suena la FP básica?
Sí, ese es el nuevo nombre que la LOMCE ha puesto al PCPI, la alternativa de carácter profesional que el sistema ofrece a los chavales de 16 años con dificultades para terminar la secundaria.
Entra en vigor el curso que viene, dentro de cuatro meses, y todavía no se sabe siquiera en qué institutos se impartirá.
Sí, lo explicaba muy bien su compañero Daniel Sánchez Caballero. Conviene leer la noticia: no es que no se sepa en qué institutos se va a impartir el nuevo programa, es que todavía no se ha desarrollado el currículum de ese nuevo programa ni se ha decidido qué profesores van a impartir ni se han adecuado las aulas a las nuevas enseñanzas.
Parece que bajo el oropel de la Marca España y el brillo de nuestros triunfos futbolísticos seguimos siendo un país de Pepe Gotera y Otilio.
Ese es el problema de aprobar una reforma de la educación por cojones, de espaldas a la comunidad educativa y sin haber llegado a un acuerdo con las comunidades autónomas, que son las encargadas en última instancia de desarrollar la ley. Seguimos cerrando los ojos al problema de base: hay una contradicción entre la estructura del Estado, que ha transferido las competencias educativas a las comunidades autónomas, y la necesidad de unidad y criterio único que requiere una reforma de este calado. Ante esta situación sólo hay dos soluciones: o bien el Gobierno central recupera las competencias en educación y diseña la totalidad de política educativa (no sólo la ley general, sino también su desarrollo: la financiación, el diseño del currículum y la formación de profesorado) o el ministro se convierte en coordinador de intereses y son las comunidades autónomas las que elaboran de facto la ley. Lo que no se puede hacer es firmar con testosterona una ley educativa que no satisface a ninguna Consejería de Educación, y luego pedir que sean ellas las que la desarrollen y la financien, porque se producirán cortocircuitos, descoordinaciones y chapuzas como esta: la ley ordena y manda que la FB básica entre en vigor el curso que viene y los institutos, que dependen de las comunidades autónomas, ni siquiera saben si la impartirán. Con una estructura cuasi federal del Estado como la nuestra, la sinergia entre las instituciones resulta vital para una reforma educativa tenga éxito. O se hace así o el Gobierno recupera las competencias educativas y asume las consecuencias. No caben las medias tintas.
¿Cree que esa es la razón por la que la reforma de Wert ha nacido muerta?
El problema es que no ha nacido muerta. Ha nacido fracasada, pero viva; es decir, moribunda. Así que dará mucho la lata, hasta que se derogue. El hecho de que nazca viva es que durante los pocos años que permanezca en vigor causará inconvenientes, e incomodidades a padres, alumnos e institutos. Y además, gracias a su mal funcionamiento, contribuirá modestamente al desprestigio de la enseñanza pública, algo que el ministro Wert, que no es tonto, sabe perfectamente. Así que contestando a su pregunta: sí, esa es una de las razones por las que la ley Wert ha fracasado antes de entrar en vigor. Pero no es la única. Aunque la ley educativa se ha cambiado muchas veces en pocos años, todavía no se ha hecho una auténtica reforma de la enseñanza, porque seguimos más o menos aprendiendo lo mismo de la misma manera desde hace bastantes años, pese a que el mundo está cambiando muy deprisa. ¿Qué debe aprender un niño en primaria? A lo mejor solo debe aprender a sumar, restar, multiplicar, dividir, leer, escribir y saber expresarse en público aguardando su turno de palabra. ¿Qué debe aprender un alumno de secundaria? ¿Hacemos hincapié en los conocimientos o en las habilidades? ¿En cuáles? ¿Por qué no reflexionamos sobre las virtudes pedagógicas del teatro? ¿Por qué no hablamos de metodología en vez de enzarzarnos en batallas lingüísticas? No se puede hacer la ley y luego pedir que se desarrolle el currículum y se forme al profesorado. El procedimiento es exactamente el contrario: cuál debe ser el currículum, quién lo impartirá. A partir de ahí, se desarrolla una ley.
Aplicar las conclusiones a las que se llegue tras una reflexión seria cuesta dinero: los colegios e institutos deben acondicionarse, el profesorado debe formarse.
Es que si me apura, le diría que la reforma de la educación se reduce a una cuestión de dinero. Es intolerable en un país con semejante tasa de desempleo juvenil miles de alumnos de FP se queden fuera del sistema porque no hay oferta suficiente de plazas. Nuestros políticos son en general muy catetos y además no están interesados en combatir de verdad la desigualdad social. Por eso siguen colocando la educación en la columna de gastos.
Pregunta: ¿Por qué autoentrevistas?
Respuesta: Porque al fin y al cabo todas las columnas de opinión son respuestas a unas preguntas que se han borrado.
P: Hable por usted, no por los demás.
R: Bueno, no sé si todas. Las mías sí. Cuando tengo que escribir una columna me hago preguntas, las contesto y luego borro la parte del entrevistador.
P: Y aquí ha decidido dejarla.
R: Sí, para darle voz a mi otro yo.
P: ¿Y no es un poco esquizofrénico eso de hacerse preguntas, contestarlas y llevarse la contraria?
R: Un poco, pero es la única manera que tengo de saber lo que pienso sobre las cosas. Y además no siempre estoy de acuerdo con mis opiniones.