Pregunta. ¿Le parece que le pregunte sobre las Marchas de la Dignidad?
R. Como quiera, pero no hay mucho que añadir a lo que ya se ha dicho y a lo que se dirá mañana (por hoy): que las marchas fueron un éxito absoluto, que molestaron mucho a la autoridad competente, como lo demuestran las tonterías dichas desde la Comunidad de Madrid, y que hay que salir a la calle cada vez que el Gobierno diga que la crisis ha terminado, para demostrarle que por mucho que repita la mentira, esta no acabará convirtiéndose en verdad aunque se aproximen las elecciones europeas.
P. ¿De qué le apetece hablar entonces?
R. Podemos hablar de dignidad, si quiere. Hablemos de esta escalofriante foto y del titular que abre la noticia: “Me da lástima, no lo vamos a dejar en la calle como a un perro”, dice Antonia Martos refiriéndose a su marido, condenado cuatro veces por maltrato y sobre el que pesa todavía una orden de alejamiento. No se me ocurre un ejemplo más diáfano de indignidad que vivir con el que te muele a palos. Y no hablo ya de la sentencia del juez, sino de ella misma, de la educación recibida por esta mujer y por otras muchas, tan efectiva que ha conseguido bloquear su propia dignidad y proyectarla en lástima por su verdugo. La foto merece el Pulitzer. Esto sí que es Marca España. Marca España, etiqueta negra.
P. ¿Le habría gustado el que manifiesto de las Marchas por la Dignidad hubiese mencionado este tipo de maltrato?
R. Ya sé que no se puede mencionar todo, pero no hubiese estado mal que el manifiesto se hubiese incluido un guiño, un simple guiño, al repunte de la violencia no sé si llamarla machista, de género o conyugal, que estamos viviendo estos días. Entre el lunes y el martes pasado cayeron 5, que suman 18. Dieciocho muertas en lo que llevamos de año. Cuando hablamos de desesperación y suicidios provocados por los desahucios y la crisis económica, se nos olvidan estas víctimas.
P. ¿Cree que hay relación entre la crisis económica y la violencia machista?
R. No hay una relación directa evidentemente, porque el fenómeno ya existía cuando éramos un país rico. Pero sí creo que la crisis tiene algo que ver con las noticias de estos días. Y no solo porque la crisis provoque en muchos bestias un malestar y una frustración que descargarán sobre sus parejas, sino por algo más tangible. A esta mujer, Antonia Martos, le da lástima que el padre de sus hijos se quede en la calle tirado como un perro. Y es cierto que una persona no puede quedarse desamparada. Pero su pensión, modesta y recortada por la crisis, no le alcanza para pagar un domicilio alternativo. Y al parecer tampoco le alcanza el presupuesto a la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, recortado también por la crisis, que no se ha hecho cargo de este hombre, como sería su obligación.
P. Ha dicho usted que no sabe cómo llamar a este tipo de violencia. ¿Le parece mal llamarla violencia machista?
R. A mí no, pero a la ley sí. En su artículo 1 la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género entiende por violencia de género la que “se ejerce sobre éstas [las mujeres] por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”. Si violencia de género no es la que ejercen todos los machos sobre las hembras, sino solo la que ejercen los machos que tienen relaciones de afecto con sus víctimas, no deberíamos hablar de violencia machista, sino de violencia de pareja o conyugal. Y yo creo que sí se debe hablar de violencia machista. Pero esta ley ha permitido que el Gobierno no considere dentro de la categoría violencia de género el asesinato de Z.M., una prostituta que murió a manos de Juan Manuel C., un militar que había contratado sus servicios. Si lo de Antonia Martos es una indignidad, lo de Z.M. es una indignidad que se comete sobre otra indignidad.
Pregunta. ¿Le parece que le pregunte sobre las Marchas de la Dignidad?
R. Como quiera, pero no hay mucho que añadir a lo que ya se ha dicho y a lo que se dirá mañana (por hoy): que las marchas fueron un éxito absoluto, que molestaron mucho a la autoridad competente, como lo demuestran las tonterías dichas desde la Comunidad de Madrid, y que hay que salir a la calle cada vez que el Gobierno diga que la crisis ha terminado, para demostrarle que por mucho que repita la mentira, esta no acabará convirtiéndose en verdad aunque se aproximen las elecciones europeas.