¿Qué impresión le dan los candidatos que hasta el momento han manifestado su intención de presentarse a secretaria general del PSOE?
Pérez Tapias me merece respeto como reserva espiritual, pero no me lo imagino renovando a PSOE en los términos que se necesita, demasiado mayor para conectar con el electorado que ha dejado de votar socialista; el tal Sánchez me parece guapetón. Sería un buen cartel, no lo niego. Pero solo eso: un cartel. Y al otro no lo conozco de nada. El único que me produce una cierta curiosidad es Eduardo Madina, siempre me la ha producido, pero estas cosas que se leen últimamente sobre su vinculación a una parte del aparato, y en especial a Rubalcaba, me decepcionan un poco. Es cierto que en un partido tan esclerótico y vertical como el PSOE es necesario arrimarse a alguien con poder si se quiere sacar la cabeza, pero temo que su relación con lo peor del partido sea algo más que un simple apoyo para tomar impulso. Entre ellos seguro que se conocen de haber ido a las colonias esas que organizan los socialistas para sus cachorros. Pero los espectadores no sabemos nada de ninguno de los cuatro. Ahora, igual que le digo eso le digo que el único que ha cambiado algo en el PSOE —y sin haber tocado pelo todavía— es Madina, que ha conseguido que en la elección del secretario general participe toda la militancia. Me hace gracia que los viejos partidos como el PSOE se muevan hacia el asambleísmo mientras que los nuevos como Podemos se piensen si no sería mejor organizarse con delegados (risas).
¿Habría preferido a Susana Díaz?
No entiendo las esperanzas que despierta Díaz. Yo vivo en Andalucía y desde que ella está en la Junta de Andalucía no he notado cambio alguno en mi vida de clase media ni para bien ni para mal. Para mí es como si Manuel Chaves no se hubiera marchado nunca. Por cierto, que otra de las cosillas que me hacen mirar con cierta simpatía a Madina es el mal rollo que provoca en Manolo, el de la Tortilla. Pero, claro, generar antipatías en tus mayores, aunque es un buen indicio, no es suficiente para liderar un partido.
¿Qué necesita el PSOE para no convertirse en un partido irrelevante en las próximas elecciones?
¡Y yo qué sé! Posiblemente lo que necesita es un secretario general que no sea del PSOE (risas). Debería permitirse que los partidos políticos ficharan secretarios generales como los clubes de fútbol fichan entrenadores para gestionar plantillas difíciles. Fuera de bromas: el drama del PSOE es que su regeneración pasa por hacerse el harakiri. Las cosas han llegado a un punto en el que no son posibles las medias tintas. Y me da la impresión de que el nuevo secretario general, sea quien sea, buscará precisamente eso, las medias tintas, querrá nadar y guardar la ropa; querrá adecentar la fachada del sistema, pero sin tocar sus vigas maestras. Lo de siempre. Todavía resuenan en mí las palabras de Felipe González en no sé qué congreso: restañar heridas. O las de Zapatero: no os fallaré... Para que el PSOE resultara creíble entre los votantes que lo han abandonado tendría que liderar una honrada y radical renovación del sistema político. Ahora mismo la gente percibe al PSOE como un freno a los deseos de reforma, no como un motor. Motor del cambio es Podemos o Izquierda Unida. Incluso UPyD parece más radical que el PSOE.
¿UPyD le parece más radical que el PSOE?
A veces sí. Radical no es sinónimo de hooligan. Ni siquiera es sinónimo de izquierdista. Radical significa perteneciente o relativo a la raíz. Y solucionar los problemas de raíz es una cosa buena, ¿no? UPyD por ejemplo reclama una reforma del sistema electoral, que es un aspecto radical del sistema. En ese sentido, UPyD es más radical que el PSOE. Lo que quiero decirle es que renovar la raíz del sistema político implica una pérdida de poder de los dos grandes partidos y una renuncia a sus estructuras de empresa. ¿Usted sabe el dolor que produce eso? La trágica paradoja del PSOE es que si quiere sobrevivir, tiene que derribar un edificio, y que él es una de las vigas que sostienen ese edificio.
¿Derribarlo o reformarlo?
Derribar, reformar, qué más da. No es el momento de enredarse con las palabras. En lo que cada vez más gente está de acuerdo es en que hay que redactar otra vez ciertos títulos de la Constitución, pensar de otro modo ciertas cosas que han salido mal, pensarlas más despacio y sin la amenaza de un golpe de Estado. ¿Qué más da si llamamos a eso reforma o derribo? Lo importante es que esa pulsión está en la calle; te puede gustar más o menos, pero es una corriente imparable. O te unes a ella con honradez, aportando tus ideas —tu moderación si queremos llamarla así—, o esa corriente te llevará por delante. El PSOE no ganará las próximas elecciones generales. Y quizás tampoco las siguientes. Pero si algún día quiere volver a hacerlo, el PSOE que salga del nuevo congreso tendrá que romper con la generación de Felipe González de la misma manera que él rompió con el socialismo del exilio. De manera radical. Aunque eso le convierta durante un tiempo un partido menor, como lo fue durante los primeros años de la Transición, cuando convivía con el simpático PSP de Tierno Galván. Espero que Madina, si gana, vuelva a las raíces, y le pida prestado el lema a Pablo Iglesias: podemos. Podemos, pero del verbo podar.
Pregunta: ¿Por qué autoentrevistas?
Respuesta: Porque al fin y al cabo todas las columnas de opinión son respuestas a unas preguntas que se han borrado.
P: Hable por usted, no por los demás.
R: Bueno, no sé si todas. Las mías sí. Cuando tengo que escribir una columna me hago preguntas, las contesto y luego borro la parte del entrevistador.
P: Y aquí ha decidido dejarla.
R: Sí, para darle voz a mi otro yo.
P: ¿Y no es un poco esquizofrénico eso de hacerse preguntas, contestarlas y llevarse la contraria?
R: Un poco, pero es la única manera que tengo de saber lo que pienso sobre las cosas. Y además no siempre estoy de acuerdo con mis opiniones.