Opinión y blogs

Sobre este blog

Entrevista a Antonio Orejudo sobre la conferencia política del PSOE y la Navidad

La conversación tiene lugar en una céntrica cafetería, frente a un ventanal por el que se ve a un operario del Ayuntamiento colocar desde una grúa los primeros adornos de Navidad.

Pregunta. ¿Le gusta la Navidad?

Respuesta. ¿La Navidad? ¿Se refiere usted a la campaña publicitaria que viene después de Halloween y antes de las rebajas de enero? Preguntarme que si me gustan las Navidades es como preguntarme si me gustan las campañas electorales.

P. Le noto de mal humor.

R. Es que me irrita que las campañas empiecen tan pronto.

P. ¿Las campañas de Navidad?

R. No. Las campañas electorales.

P. ¿La campaña electoral para las europeas?

R. Bueno, sí, aunque las que vienen ahora son las europeas, lo que han empezado a preparar los partidos son las elecciones generales. Las europeas están despojadas completamente de su verdadero espíritu, y sólo servirán para catar al electorado, para ver si está maduro o si hay que darle una dosis mayor de propaganda. Esta vez además están colocadas en un momento perfecto. Serán como una encuesta sobre intención de voto, pero a lo bestia y subvencionada con dinero público.

P. Pero todavía quedan siete meses. Y para las generales, casi dos años.

R. Ya, pero los partidos ya han empezado a colgar ya sus estrellitas de Navidad, como ese funcionario del Ayuntamiento que vemos ahí. Primero fue Ciudadanos, con una visita de su líder a Madrid; ahora es UPyD, que se divorcia de los socialistas en Asturias, reelige a Díez, y aprueba una moción que prohíbe aceptar dádivas. Pero lo mejor está por llegar.

P. ¿La campaña del PP?

R. No sé si el PP está para muchas campañas. Primero tiene que cerrar esa vía de agua llamada Bárcenas. Además yo creo que al PP no le conviene ganar las europeas. Si Rajoy gana, se dispararían todas la alarmas. Yo creo que es mejor que siga haciéndose el muerto, y luego de repente que baje los impuestos, para que la gente note más calderilla en el bolsillo cuando vaya a votar. Esa es la mejor campaña electoral. No sabe usted el poder que tiene el Síndrome de Estocolmo.

P. ¿Qué es entonces lo mejor?

R. Lo mejor va a ser la conferencia política del PSOE el próximo fin de semana. Yo no me la pierdo. Ya he comprado palomitas.

P. ¿Qué espera usted de esa conferencia?

R. Me espero una exhibición de ilusionismo espectacular que va a dejar a David Copperfield en bragas. Allí, encima del escenario, en directo, televisado por todas las cadenas, el Gran Pérez Rubalcaba va a hacer desaparecer delante de nuestras narices el dinosaurio que cambió la Constitución española en 2011. Yo me espero algo formidable.

P. Para ser usted un simple lector de periódicos, como le gusta decir en estas entrevistas, tiene las cosas muy claras, y los prejuicios muy firmes. Quizás sería más prudente esperar al resultado de esa conferencia antes de juzgar sus resultados.

R. Tiene usted razón, y le ruego que me disculpe si lo que acabo de decir le ha parecido un juicio de valor sobre el futuro. Naturalmente, no puedo predecir lo que va a suceder en esa conferencia, pero tengo derecho a desconfiar de un cónclave pilotado por el antiguo régimen, por mucho que San Garzón los guíe.

P. ¿Y no cree que son precisamente actitudes como la suya, extremadamente crítica y escéptica, las que fragmentan la oposición de izquierdas y las que a la larga benefician a la derecha?

R. No. Todo lo contrario. Desde 1982 y hasta el momento en que Zapatero cambia la Constitución, el PSOE ha sido con sus políticas de centro derecha una máquina generadora de escépticos y descreídos. ¡Encima de haberlo padecido no me eche a mí las culpas!

P. ¿Qué tendría que hacer el PSOE para que usted lo votara?

R. Uf, qué pregunta más difícil... No sé... Supongo que unirse en una gran coalición de izquierdas que presentara un programa electoral con un único punto: la puesta al día, artículo por artículo, de nuestra vieja constitución.

La conversación tiene lugar en una céntrica cafetería, frente a un ventanal por el que se ve a un operario del Ayuntamiento colocar desde una grúa los primeros adornos de Navidad.

Pregunta. ¿Le gusta la Navidad?