Siempre nos toca publicar esta autoentrevista el mismo día que se producen los grandes acontecimientos de nuestra Historia, y tengo que esperar una semana para preguntarle por ellos. ¿Qué le ha parecido la elección de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE?
Como decía un tuit, ahora mismo no recuerdo de quién, lo primero que tendría que cambiarse el nuevo secretario general del PSOE es el nombre, porque dices “Pedro Sánchez” en la consulta del médico y se te ponen en pie siete tíos. El tuit proponía que se lo cambiara por el de Max Power, pero a mí no me acaba de convencer como nombre para un Secretario General socialdemócrata. El otro día leí que “Sánchez y Díaz” habían propuesto no sé qué, y me costó trabajo saber a quién se refería.
Apellidándose usted Orejudo, no es extraño que Sánchez y Díaz le resulten anodinos. Sin embargo, no parece que el nombre sea lo más importante en política.
Hombre, no es lo más importante, pero un buen nombre siempre ayuda. Tenga en cuenta que la política es hoy más que una variante del show-business, donde el nombre artístico puede alzarte o sepultarte para siempre. Ahora, también le digo que apellidándose Orejudo tampoco llegaría a ninguna parte. Habrá que darle alguna vuelta a lo de Max Power…
¿No le parece más importante la ideología?
Sí, sí, también tendría que cambiar la ideología. O por lo menos sus modelos ideológicos, que según ha dicho son Felipe González y Renzi. Francamente, si esas son sus referencias, mejor apaga y vámonos: por un lado el fraude ideológico más colosal de los últimos 30 años de democracia, el verdadero origen de la catástrofe socialista; y por otro un joven político italiano que no tuvo reparos en traicionar a su compañero de partido para convertirse en presidente del Gobierno. Insisto en lo que he dicho alguna vez: mientras el PSOE no renuncie al legado de Felipe González con la misma solemnidad con que Felipe González renunció al legado de Marx, el PSOE no levantará cabeza. O quizás sí la levante, pero tendrán que pasar dos generaciones, cuando los niños de la ESO no sepan muy bien si Felipe González vivió antes o después de Cánovas del Castillo.
Coincide usted en su crítica a Pedro Sánchez con el editorial de El País y cierto artículo de Vidal-Folch, que censuraban al nuevo secretario general por haber ordenado votar en contra de Juncker en el Parlamento Europeo. editorialartículo
Vidal-Folch es un columnista que leo, que respeto y del que aprendo mucho. Sin embargo, me llamó la atención que en esa columna a la que usted se refiere no hubiera ni una sola referencia a un hecho que acababa de suceder: por primera vez los militantes del PSOE elegían a su secretario general que en la campaña electoral había dejado clara su oposición a la política neoliberal que representa Juncker. En otras palabras: los militantes del PSOE habían votado que no a Juncker. Tanto Vida-Folch como el editorial de El País le reprochaban a Sánchez que en la votación a Juncker no se hubiera comportado como una persona mayor y que en cambio hubiera hecho caso a la opinión de los niños, es decir, del electorado. Hay una generación de políticos y periodistas (a la que pertenecen Vidal-Folch y el director de El País) que no acaban de comprender que la política ha dejado de ser algo exclusivo de las personas mayores. Si algo bueno ha traído esta crisis económica e institucional es la exigencia de los ciudadanos a participar más directamente en las decisiones política que se toman en su nombre.
No puedo terminar la entrevista de hoy sin preguntarle por los dos manifiestos que han salido a la luz estos días sobre la cuestión catalana. ¿Ha firmado alguno de ellos?
No, no he firmado ninguno. Hay cosas del manifiesto de Vargas Llosa y compañía que comparto, pero yo soy más de templar gaitas que de poner los cojones sobre la mesa. De haber firmado alguno, habría firmado el de quienes piden un estado federal, aunque no explican muy bien cómo sería esa España federal.
En qué cosas está de acuerdo con el manifiesto de Vargas Llosa y los demás.
Qué cosas me pregunta… usted quiere que me apedreen. A ver, yo creo que el nacionalismo es un sentimiento que desaparece con un poco de autosugestión, así que no me lo tomo muy en serio. Pero en este asunto, aunque parece que estamos hablando de sentimientos, en realidad estamos hablando de dinero.
Pues hablemos de dinero.
Pues mire, qué quiere que le diga: la situación fiscal del País Vasco es cojonuda, así que me parece muy bien que se implante también Cataluña. Lo que no sé a qué está esperando Susana Díaz para pedir que se nos aplique en Andalucía, a ver si así mejora un poco nuestra vida en Almería, que es donde yo vivo y pago el mismo IRPF que mis colegas de la Pompeu i Fabra. Lo digo porque aquí no tenemos vía férrea ni autovía que nos conecte con Málaga y Murcia, que son las dos provincias con las que limitamos. Y los viajes en avión son tan caros que a veces sale más a cuenta ir a Londres con un low cost y de allí pillar un vuelo barato a Madrid. Se lo digo con la mano en el corazón: Almería is not Spain.