Construir una nueva sociedad, responsabilidad de todos

La educación en valores no está de moda. Lo reconocen incluso los expertos. Sin embargo, probablemente en pocas ocasiones había sido tan necesaria como ahora. La globalización y la rapidez con la que se producen cambios en las estructuras sociales están poniendo a prueba nuestra capacidad para adaptarnos a este entorno inestable.

Así, en los últimos años han aparecido nuevos modelos familiares y nuevas formas de relacionarse a través de la red, la violencia de género ha comenzado a emerger en edades tempranas, la desigualdad ha dejado de estar localizada en los países del sur, siendo cada vez más un problema dentro de las fronteras de todos los países, y los procesos migratorios que vivimos actualmente con la diversidad cultural que ello conlleva requieren que la sociedad, tanto niños como adultos, estemos preparados para entendernos los unos a los otros y apoyarnos.

Entender las diferencias y atajarlas es clave en esta cuestión. La diferencia entre hombres y mujeres, la diferencia entre pobres y ricos, la diferencia entre quien está en posiciones de poder y quien está de alguna manera sometido, la diferencia entre los de aquí y los de allí. La diferencia de oportunidades. O lo que es lo mismo, conocernos, respetarnos y ayudarnos.

Los niños, ciudadanos activos

En el ámbito educativo hay algunas firmas que apuntan a este camino, como Tracey Burns, analista del Centro de Investigación e Innovación Educativas de la OCDE, para quien la educación del futuro pasa por despertar la curiosidad de los alumnos; o Ramón Flecha, sociólogo que se ha dedicado a concretar teorías y prácticas que superen las desigualdades sociales, dedicando importantes esfuerzos a la integración escolar de niños y niñas de diferentes orígenes. Pero mientras algunos expertos ponen el acento en la educación en valores como estrategia de aprendizaje, los responsables de las políticas educativas aguardan la publicación de nuevos informes PISA que destacan los resultados de los alumnos en forma de nota.

Educar es mucho más que seguir un currículum académico. Con esta convicción, en Ayuda en Acción hemos puesto en marcha un proyecto para involucrar a los más pequeños en la lucha contra las injusticias y educarles en los valores que de verdad importan. A través del apadrinamiento entre niños, son ellos quienes ayudan a otros niños, quienes les escriben cartas, quienes toman una posición ante el mundo y se comprometen. Es una herramienta para ayudar a los padres a educar a los niños y niñas en la tolerancia, la igualdad, la paz y el respeto que los convertirá en ciudadanos activos, solidarios y con empatía hacia los problemas de su entorno. Ciudadanos capaces de cambiar el mundo. Porque, además de combatir la pobreza allá donde se produzca, construir la sociedad que queremos también es nuestra responsabilidad.

La única respuesta posible a los retos de hoy es recuperar el papel activo que tenemos todos, independientemente de nuestra edad, para construir la sociedad en la que queremos vivir. Los valores no se enseñan con un discurso, sino con el ejemplo. Con el joven que cede el asiento. Con el hombre que intercede cuando alguien violenta a alguien. Con el anciano que reprende un mal comportamiento a un desconocido. Con la señora que se involucra con el colegio de su barrio. Con el niño que conversa con un niño diferente a él y comprende que tener las mismas posibilidades para aprender y desarrollarse es una cuestión de derechos.

La educación en valores no está de moda. Lo reconocen incluso los expertos. Sin embargo, probablemente en pocas ocasiones había sido tan necesaria como ahora. La globalización y la rapidez con la que se producen cambios en las estructuras sociales están poniendo a prueba nuestra capacidad para adaptarnos a este entorno inestable.