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Una de cada dos mujeres sufre violencia de género en Mozambique

Celia Peñas, Equipo de gestión y proyectos Mozambique

La violencia hacia mujeres y niñas constituye uno de los atentados contra los derechos humanos más generalizado en todo el mundo. Según ONU Mujeres, al menos una de cada tres mujeres y niñas han sufrido violencia a lo largo de su vida. En el África subsahariana la proporción aumenta severamente. En Mozambique, por ejemplo, algunos estudios señalan que este problema alcanza al 54% de las mozambiqueñas, es decir, a una de cada dos mujeres. Seguramente este dato sea aún más alarmante si tomamos en consideración otras fuentes que indican que alrededor del 55% de las mujeres de este país justifican la violencia física por parte de los hombres.

Gracinda Armando, natural de Pemba (Cabo Delgado), es un ejemplo de estas cifras. El 8 de noviembre de 2013 casi pierde la vida en el brutal ataque con una catana que le infringió su esposo, dejándole terribles secuelas. Además de las heridas que le causó en el cuerpo y en la cabeza, le amputó salvajemente las manos. Gracinda se dedicaba a la agricultura y ahora, consecuencia de la agresión, no puede trabajar y carece de medios de vida. Continúa viviendo en su aldea con su hermana, de la que es totalmente dependiente: “yo antes hacía todo, ahora necesito ayuda incluso para vestirme”. Gracinda fue víctima de un marido que la echó de casa por no darle hijos después de tres años de matrimonio y que la agredió brutalmente tiempo después cuando ella se negó a volver.

A lo largo de la historia, las mujeres se han organizado para poner al descubierto y combatir la violencia de género y han logrado modificar leyes, políticas, usos y costumbres tradicionales. Sin embargo, a pesar de estos importantes avances, en algunos países aún existen leyes y políticas abiertamente discriminatorias y en la práctica totalidad del planeta la discriminación “de hecho” sigue siendo una realidad

Una de estas organizaciones es MULEIDE (Mujer, Ley y Desarrollo), que trabaja por los derechos de las mujeres en Mozambique. A través de sus trabajadoras y activistas voluntarias realiza acciones de divulgación, formación, sensibilización y concienciación por la igualdad, así como acompañamiento legal a las víctimas ante los estamentos judiciales. Esta organización ha sido encargada de la coordinación del Grupo de Trabajo por los Derechos de las Mujeres del FOCADE (Foro de Organizaciones de la Provincia de Cabo Delgado), integrado por varias organizaciones en sistema de alternancia democrática. El trabajo en red de esta alianza les constituye como grupo de presión para realizar acciones y posicionamientos conjuntos ante las autoridades y la sociedad mozambiqueña, en la lucha contra la violencia y en la aplicación de las leyes que promueven los derechos de las mujeres.

Ayuda en Acción y su socio en el país, ActionAid Mozambique, han trabajado conjuntamente desde el año 2006 con fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) para fortalecer a la Red FOCADE y a organizaciones como MULEIDE. Estas acciones han favorecido su sostenibilidad y su proyección como organizaciones de servicio social y de promoción de la igualdad.

El caso de Gracinda no hace sino poner de relieve lo necesarias que son estas organizaciones. Con la movilización social y el acompañamiento legal y gratuito de MULEIDE se consiguió que el tribunal resolviera el ingreso en prisión de su agresor con pena de 15 años, si bien la indemnización económica nunca le será pagada porque el imputado carece de recursos. Pero lo esencial es la restitución de su vida. MULEIDE gestiona con las autoridades sanitarias la provisión de prótesis y, mientras estas llegan, ha lanzado campañas locales para conseguir fondos de sustento hasta que Gracinda pueda valerse por sí misma. Además, la organización hace seguimiento de su vida en la aldea junto a las instituciones de seguridad, pues Gracinda aún hoy ha de soportar además el acoso y las amenazas de la familia del agresor. 

La legislación de muchos países africanos aún no protege, cuando no vulnera abiertamente, los derechos de las mujeres y las niñas. En Mozambique, y gracias al trabajo de estas organizaciones sociales, se ha conseguido una de las legislaciones más progresistas de toda África en materia de derechos de las mujeres. Además y según International Parliamentary Union, el país ocupa una de las primeras diez posiciones en el ranking mundial de mayor participación de mujeres en los parlamentos. Sin duda es un gran avance el reconocimiento de estos derechos en la ley, pero el problema sigue siendo su cumplimiento. Por desgracia, casos como el de Gracinda se dan muy a menudo en todo el país. Por este motivo, el trabajo realizado por MULEIDE en las comunidades es vital para visibilizar un problema que se esconde –más aún en el medio rural–, para la denuncia y acompañamiento ante los servicios legales, la concienciación de la sociedad y de las administraciones del Estado y finalmente para el desarrollo en igualdad de derechos.

Como cada año, el 25 de noviembre y coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, MULEIDE y todas las organizaciones que en el mundo promueven la defensa de los derechos de las mujeres, darán comienzo a las actividades y movilizaciones de la campaña 16 días de activismo contra la violencia de género16 días de activismo contra la violencia de género. Estas acciones, bajo el lema “Pinta tu mundo de naranja”, culminarán el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos. Es un momento de todas y todos para reflexionar y actuar por una vida libre de violencia en la que historias como la de Gracinda no tengan cabida.

La violencia hacia mujeres y niñas constituye uno de los atentados contra los derechos humanos más generalizado en todo el mundo. Según ONU Mujeres, al menos una de cada tres mujeres y niñas han sufrido violencia a lo largo de su vida. En el África subsahariana la proporción aumenta severamente. En Mozambique, por ejemplo, algunos estudios señalan que este problema alcanza al 54% de las mozambiqueñas, es decir, a una de cada dos mujeres. Seguramente este dato sea aún más alarmante si tomamos en consideración otras fuentes que indican que alrededor del 55% de las mujeres de este país justifican la violencia física por parte de los hombres.

Gracinda Armando, natural de Pemba (Cabo Delgado), es un ejemplo de estas cifras. El 8 de noviembre de 2013 casi pierde la vida en el brutal ataque con una catana que le infringió su esposo, dejándole terribles secuelas. Además de las heridas que le causó en el cuerpo y en la cabeza, le amputó salvajemente las manos. Gracinda se dedicaba a la agricultura y ahora, consecuencia de la agresión, no puede trabajar y carece de medios de vida. Continúa viviendo en su aldea con su hermana, de la que es totalmente dependiente: “yo antes hacía todo, ahora necesito ayuda incluso para vestirme”. Gracinda fue víctima de un marido que la echó de casa por no darle hijos después de tres años de matrimonio y que la agredió brutalmente tiempo después cuando ella se negó a volver.