Adam McKay: “Si te avisan de que hay un incendio y tu respuesta es que el aviso ha sido aburrido, hay un problema”
Adam McKay (Filadelfia, 1968) estaba buscando ideas para hacer una película sobre el cambio climático cuando, en una conversación con el periodista y guionista David Sirota, una ocurrencia lo hizo reír: Armagedón se acercaba y a nadie le importaba. Fue la semilla de No mires arriba, uno de los títulos de mayor éxito en la historia de Netflix, con cuatro nominaciones a los Oscar, incluida mejor película y mejor guion original.
Contada en forma de sátira, es la historia de dos científicos (Leonardo di Caprio y Jennifer Lawrence) que descubren que un cometa colisionará contra la Tierra en seis meses, destruyendo todo el planeta. La cinta se ha convertido en el relato que, para muchos, mejor explica nuestra reacción ante la crisis climática. En contra de lo que uno esperaría ante tal amenaza, ni el presidente de su país (Meryl Streep) ni los medios de comunicación (Catherine Blanchett, Tyler Perry) parecen demasiado interesados y el comportamiento social que se desata recuerda a la vida real hasta extremos preocupantes. Por supuesto, no faltan las alusiones al negacionismo y a las divisiones en dos bandos. La película consigue que nos riamos de la estupidez humana ante la catástrofe que se le viene encima.
Cuando planeamos el rodaje no sabíamos que una pandemia mundial se nos venía encima. En toda mi carrera jamás he experimentado algo igual, que el guion se hiciera realidad de esa manera
McKay proviene de la tradición de la comedia, por lo que no es extraño que su mirada del cambio climático incluya el humor. Sus comienzos como guionista del programa Saturday Night Fever y más tarde, sus primeros éxitos en el cine con el cómico americano Will Ferrell, demuestran que este director y guionista sabe perfectamente cómo usar desde los chistes más gamberros hasta la ironía más aguda. Sus dos últimas películas, La gran apuesta, sobre la burbuja económica global que explotó en 2008, y El vicio del poder, acerca del vicepresidente de Estados Unidos detrás de la guerra de Irak, Dick Cheney, mostraron una forma más directa de crítica social. McKay nos explica por qué ahora ha elegido el cambio climático.
Es curioso que eligiera un cometa que se va a estrellar contra la Tierra para hablar del cambio climático en vez de un fenómeno más relacionado con el clima. ¿Qué quiere contarnos?
La película quería hablar de la extraña falta de acción de los humanos ante la crisis climática. Al reemplazar el clima por un cometa, el foco apunta a los trepas en el meollo político y a las reacciones egocéntricas en las redes sociales. Ese era el verdadero objetivo de la película.
Y se encontraron que, justo cuando iban a comenzar a rodar, estalló la pandemia del coronavirus. ¿En qué cambió su película cuando vio cómo reaccionaba el mundo ante esta adversidad?
Cuando planeamos el rodaje, no sabíamos que una pandemia mundial se nos venía encima ni, por supuesto, anticipamos la respuesta que iba a generar, especialmente en Estados Unidos, donde ha habido tantas divisiones y tanta desinformación y furia. Así que reescribí parte del guion antes de empezar el rodaje. Algunas cosas tomaron un matiz más absurdo, y otras las quité porque se acercaban demasiado a lo que estábamos viendo. En toda mi carrera jamás he experimentado algo igual, que el guion se hiciera realidad de esa manera.
¿Por qué eligió el humor para un tema tan poco cómico como la crisis climática?
Consideré muchas ideas sobre cómo tratar algo tan grande como la crisis climática. Algunas eran más dramáticas, otras eran thrillers o bien historias a partir de un personaje. Finalmente, David Sirota llegó con esta idea de que se acercaba Armagedón y a nadie le importaba. Me hizo reír y me di cuenta de que podíamos hacer una película en la que la audiencia se riera junta también. Eso podría ser positivo ahora que estamos tan divididos. Vamos tan a degüello a por el otro en nuestra cultura que pienso que el humor puede ser muy bueno. Además, si puedes reírte, significa que no estás abrumado por lo que ocurre. Así que hacer una comedia se convirtió en una motivación para hacer la película.
Muchas personas han perdido la confianza en nuestras instituciones. Me parece que uno de los errores que se están cometiendo ahora es reprender a los que han perdido la confianza en vez de intentar entender de dónde procede ese sentimiento
Algunas escenas grotescas en la película, como los mítines del presidente o las presentaciones de ideas grandiosas del magnate tecnológico, recuerdan demasiado a la realidad. ¿Cómo hemos llegado a aceptar como normales posiciones que parecen tan ridículas en la ficción?
Creo que lo que ocurre es que muchas personas han perdido la confianza en nuestras instituciones, lo cual se remonta a 20 ó 30 años atrás. La epidemia de opioides en Estados Unidos, con los médicos recetando medicamentos muy peligrosos para malestares tan comunes como un dolor de muelas, o la escalada hacia la guerra de Irak, que se basó en una evidencia que luego resultó en su mayoría falsa. También por el neoliberalismo del mercado, que llevó al cierre de las fábricas en Estados Unidos y otros países. Lo que se ve es una repetición de que las instituciones nos están fallando, lo que ha creado una inmensa desconfianza. Me parece que uno de los errores que se están cometiendo ahora es reprender a los que han perdido la confianza en vez de intentar entender de dónde procede ese sentimiento.
La película parodia la obsesión de los medios de comunicación por ser entretenidos y evitar las malas noticias. ¿Cómo afecta esto a la sociedad?
Hay un peligro cuando relacionas las noticias con la idea de que tienen que ser divertidas y conseguir clics. La manera en la que las noticias existían antes, y que por mi edad todavía puedo recordar, se basaba en que debían proveer un servicio público que ofreciese información necesaria para funcionar como ciudadano y estar a salvo como persona. Pero, desde que hemos ligado la idea de las noticias con el entretenimiento, algo que hemos visto a través de las décadas, se han ido alejando cada vez más de la realidad. Esto es muy peligroso. Si alguien llega a tu casa para avisarte de que hay un incendio y que debes evacuar, hay un problema si tu respuesta es, bueno, ese aviso ha sido un poco aburrido, o no me parece adecuada tu forma de vestir o que no hayas sonreído. Tenemos un problema y aquí es donde, en gran parte, está nuestra cultura ahora.
¿Cree que su película podrá cambiar algo?
Hubo un momento, hace unas décadas, en el que las películas tenían un gran impacto. Fíjate en las películas que se hicieron en los años 60 como Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? o Siete días de mayo, o las que se hicieron a finales de los 70 y principios de los 80 como El síndrome de China o Silkwood sobre el peligro nuclear. Uno de los mejores ejemplos es la serie de televisión El día después, que habla de una catástrofe nuclear. Por lo visto, Ronald Reagan la vio y cambió su política nuclear y, quién sabe, quizá evitó una guerra. Las películas pueden ser muy poderosas. O las series de televisión, o la música. Así que, ¿creo que esta película puede cambiar algo? Por supuesto que no, pero quién sabe, a lo mejor se puede convertir en una mota de polvo en una montaña mucho más grande que finalmente creará una diferencia.
Con la plataforma de acción ciudadana que ha lanzado en Netflix, ¿qué quiere conseguir?
Hemos tenido mucha suerte en esta plataforma que ha lanzado Netflix. Contamos con algunos de los mejores expertos climáticos, científicos y activistas para crearla, y hemos intentado que fuera muy simple y directa. Así que espero que cualquiera que haya visto la película y no conozca ningún lugar donde acudir para saber qué puede hacer al respecto, se pueda acercar a esta página web.
Espero que nos despertemos y reaccionemos en los próximos seis meses, o un año, o dos, porque nos acercamos a algo muy peligroso que puede realmente destruir nuestras instituciones y entidades científicas, que son las que pueden solucionar este problema
Lo que dice, además, es muy sencillo: conversa sobre estos temas, exige más a tus líderes y a los medios de comunicación y, sí, haz también algunos cambios personales. Aunque, debemos admitirlo, la mayoría de los daños los están realizando las grandes corporaciones. Lo que queríamos era asegurarnos de que alguien que esté viendo la película, aún quedándose en la zona de Netflix, tenía un lugar donde ir.
Tras su crítica mordaz, ¿le queda esperanza de que vayamos a tomar las decisiones apropiadas para afrontar el cambio climático?
Sí, todavía soy optimista. Una de las cosas que no nos gusta a los humanos es el dolor. Si observas nuestra historia, siempre despertamos cuando hay dolor y el dolor ya está aquí. Es decir, cuando hay incendios en el oeste de Australia respondemos inmediatamente. Además, tenemos avances tecnológicos increíbles como las energías renovables, aunque hayamos tardado demasiado tiempo en usarlas. Yo espero que nos despertemos y reaccionemos en los próximos seis meses, o un año, o dos, porque, de lo contrario, nos acercamos a algo muy peligroso que puede realmente destruir todas nuestras instituciones y entidades científicas que son las que pueden solucionar este problema. Si continuamos esperando y esperando, entonces sí que me empezaré a asustar.
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