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Ciencia ciudadana para rastrear la expansión de mosquitos por Europa

Laura Rodríguez

24 de octubre de 2020 17:32 h

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Para identificar a un mosquito hay que fijarse en su tórax, la parte del cuerpo de donde salen sus seis patas y dos alas. Los de la familia Aedes, como el mosquito tigre, tienen unas manchas blancas o amarillas que los hace más llamativos. Mientras que el mosquito común o Culex pipiens es simplemente de color amarillento o marrón.

En la aplicación de ciencia ciudadana Mosquito Alert los usuarios suben sus fotografías a través de de su móvil y un grupo de entomólogos clasifica cada espécimen según sus características. En los cinco años que lleva funcionando ha registrado más de 18.000 avistamientos y, en 2018, recibió la primera noticia de una especie que hasta entonces nunca se había advertido en España: el mosquito del Japón. La foto que se envió desde Asturias sirvió para que un grupo de expertos se acercara a la región y descubriera la existencia de varias poblaciones que confirmaba que la especie ya se había asentado en la zona.

A partir de este mes, Mosquito Alert se extenderá por Europa ante el aumento de casos autóctonos en el continente de enfermedades como el dengue, el zika, el chikungunya y la fiebre del Nilo Occidental.  Su objetivo es rastrear cinco especies de mosquitos que actúan como vectores para el contagio: el mosquito tigre, el mosquito de la fiebre amarilla, el mosquito del Japón, el mosquito de Corea y el mosquito común.

“Somos conscientes de que esto no es como buscar pájaros o mariposas porque hay poca gente que no odie los mosquitos”, comenta por teléfono el director de Mosquito Alert, Frederic Bartumeus, “pero cada vez hay más personas que se animan a enviarnos lo que encuentran porque, desde que empezamos, son comunes los brotes de estas enfermedades en Europa y los ciudadanos están preocupados”.

Solo en septiembre de este año, según los datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, se han registrado 18 casos locales de dengue en Italia y Francia, y 168 de fiebre de Nilo Occidental en Grecia, Italia, Alemania, Rumania y España. Algunos estudios predicen que para 2030 es probable que en algunos países mediterráneos se vean también casos de fiebre amarilla.

“Estamos viendo un crecimiento muy rápido de especies invasoras fruto de la globalización y nuestra relación con los ecosistemas”, dice Rubén Bueno, director técnico de Lokímica, uno de los laboratorios que trabaja en el control de mosquitos que causaron a finales de agosto el brote de fiebre del Nilo Occidental en Andalucía. “La distribución de muchas variedades de fauna y flora en el planeta está cambiando a gran velocidad, y esto ocurre también con los mosquitos”, explica.

El ejemplo del mosquito tigre en España

En España, el ejemplo más paradigmático es el mosquito tigre. Originario del sureste asiático, esta variedad llegó a Cataluña en 2004, y desde entonces se ha extendido por gran parte de la península. Su capacidad para adaptarse a las ciudades y reproducirse en pequeños posos de agua como los que dejamos en los platos de las macetas, hace que sea casi imposible erradicarlo y que pueda convertirse en una amenaza sanitaria por ser vector de enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya.

Sin darnos cuenta, somos nosotros quienes estamos potenciando su expansión. El mosquito tigre ha salido de los bosques tropicales a través de neumáticos usados, plantas de decoración como las bromelias, en barcos de carga o en el bambú de la suerte que tenemos en nuestras casas.

“El coche también es un lugar perfecto para ellos”, añade Bartumeus, “el mosquito tigre tiene poca potencia de vuelo, pero no necesita grandes hábitats así que el interior de un coche, con su tapicería oscura, su temperatura cálida y el CO2 que los mamíferos humanos emitimos al respirar, le resulta muy acogedor. De este modo, pueden hacer un viaje de Murcia a Madrid en solo unas horas”.

Pero el mosquito no solo tiene que llegar a un destino, luego debe poder criar sus larvas y prosperar. En este sentido, el cambio climático, con sus inviernos suaves que permite a los huevos sobrevivir todo el año, contribuye a que estas especies puedan asentarse aunque, según estos expertos, el tema es mucho más complejo.

Cambio global más que cambio climático

“En realidad, los efectos del cambio climático en las poblaciones de mosquitos no son sencilos”, explica el biólogo de la plataforma ciudadana. “En el norte de Europa es más evidente porque solo la subida de la temperatura ha permitido la aparición de ciertas especies en lugares que antes se consideraban impensables, como el mosquito tigre en Suiza. Pero en algunos casos, como en el sur de España, en los que es probable que haya más sequías e incluso lluvias erráticas que no permitan la acumulación de aguas, es menos obvio”.

“A nosotros nos gusta más hablar de cambio global”, explica Rubén Bueno, “de modo que incluya todos los efectos que vemos por las transformaciones en el ecosistema. Al estudiar las enfermedades emergentes y zoonóticas es mucho más útil considerar, además del cambio climático, otras variables como la globalización, la deforestación, la modificación de hábitats o la urbanización descontrolada. Todo esto distorsiona los ecosistemas y, a diferencia del clima, que cambia a una velocidad más lenta, algunos de estos factores pueden alterarse casi de la noche a la mañana”.

Esto ocurre, por ejemplo, cuando se trasvasa un río o cuando se crea un sistema artificial de regadío. “Murcia es uno de los sitios de España donde menos llueve así que no debería haber apenas mosquitos. Y, sin embargo, tiene una concentración altísima de mosquitos tigres”, dice Bartumeus. “La razón es que ahora tiene sistemas de regadío, campos de golf y una gran población urbana. El clima aquí no podría explicar lo que encontramos pero mirando los ecosistemas globales lo entendemos mejor. Y eso es lo que deberíamos empezar a plantearnos para combatir estas enfermedades: cómo podemos crear entornos y ciudades más saludables”.

La preocupación de las enfermedades zoonóticas y las epidemias está mucho más presente con la actual crisis del coronavirus, por eso para quienes trabajan en el control de los mosquitos hay cierto optimismo de que en el futuro seremos más conscientes de la necesidad de vigilar y poner las medidas antes de que se extiendan las especies invasoras o brote alguna enfermedad.

“Es probable que esto promueva una cierta cultura preventiva de las zoonosis”, nos dice Rubén Bueno tras acabar su jornada de trabajo estudiando las poblaciones de mosquitos que están causando los brotes en Andalucía, y concluye: “Esperemos que también aliente un enfoque más multidisciplinar. Necesitamos especialistas en cambio climático, biólogos, entomólogos, veterinarios, virólogos, parasitólogos y médicos que aporten su punto de vista para poder prepararnos”.

Este artículo ha sido realizado por Ballena Blanca. Para saber más sobre este proyecto periodístico, infórmate aquí.