Ya se sabía de estudios que hubieran conectado la contaminación del aire con partos prematuros y menor peso de los bebés al nacer, pero había poca información sobre ello en España. Ahora, dos investigaciones del Instituto de Salud Carlos III publicadas de forma reciente aportan datos específicos para todo el país.
El primero de los trabajos, publicado en Science of the Total Environment, asocia la polución que respiramos con un 17% de los partos prematuros registrados en el país entre 2001 y 2009. En concreto, los investigadores constatan que cuando suben los niveles de contaminación en las capitales de provincia aumentan los partos prematuros (de menos de 37 semanas de gestación) en el país, relacionando 5.731 casos con mayores concentraciones de NO y 15.860 casos con incrementos de PM durante ese periodo de nueve años.
“Esto también significa que bajando 10 microgramos la contaminación se conseguiría reducir un 17% los partos prematuros”, incide Julio Díaz, uno de los autores de la investigación y jefe de Área del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III.
A diferencia de los estudios de cohortes, que realizan un seguimiento de la exposición individual a contaminantes de mujeres durante todo su embarazo, estos son trabajos estadísticos que pueden demostrar la vinculación de los partos prematuros con la polución, pero no una causalidad directa. Ahora bien, su ventaja es que son mucho más baratos y permiten abarcar una población mucho más amplia.
“Está claro que hay una asociación estadística y se trata de una asociación robusta”, incide el investigador Díaz, que explica que estas conexiones se han encontrado analizando los registros de contaminación media de todas las capitales de provincia semana a semana entre 2001 y 2009, y confrontándolos con los casos de nacimientos prematuros en ese mismo periodo de nueve años.
El segundo estudio, publicado en Environmental Research por este mismo grupo de investigación del Instituto de Salud Carlos III, relaciona el 13% de los nacimientos con bajo peso (de menos de 2.500 gramos) con la contaminación de nuevo entre 2001 y 2009. Esta vez, son 6.105 los casos que se relacionan con mayores concentraciones de PM y más de 9.385 casos con NO en ese periodo de nueve años.
Aunque hoy en día los medios suelen hacerse bastante eco de las muertes relacionadas con la contaminación del aire, este grupo de investigación de Madrid lleva años sacando estudios que muestran que la mortalidad es únicamente la parte más trágica de los múltiples efectos en la salud de la mala calidad del aire que respiramos. “Las muertes son solo la punta de la pirámide, pero como ocurre con el nacimiento de un bebé con bajo peso, hay muchos otros impactos que pueden ocasionar graves consecuencias de por vida”, incide Díaz, que prefiere hablar de nuevo de lo mucho que se podría evitar con una reducción de 10 microgramos de estos contaminantes. “Es conocido el caso de China, donde se registró un aumento de 24 gramos de peso de los bebés nacidos como consecuencia de las medidas anticontaminación tomadas durante los Juegos Olímpicos de 2008”, detalla el físico.
Desde un punto de vista biológico, los investigadores del Instituto de Salud Carlos III mencionan otros estudios que han relacionado la entrada de contaminantes en el torrente sanguíneo de las mujeres embarazadas, a través de la respiración, con un estado de estrés oxidativo, pro-inflamatorio y pro-trombótico, que puede producir hipertensión en las madres y otras alteraciones a nivel placentario que acaben provocando este tipo de complicaciones.
Para Díaz, todos estos indicios deberían ser más que suficientes para considerar a las mujeres embarazadas grupos de riesgo en los episodios de aumento de la contaminación.
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