¿Sirve poner un filtro de microplásticos en la lavadora? El experimento real de 30 hogares en Canadá

Sara Acosta

28 de septiembre de 2023 22:10 h

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En cada lavadora que la científica Dominique Claveau puso entre junio y noviembre de 2021, apuntó todo tipo de datos: lavado con agua fría o caliente, programa y duración, tipo de ropa, de detergente, cuántos lavados al día. Después de unas cuatro o cinco lavadoras, hacía una maniobra que también realizaban otros 30 hogares, y que consistía en vaciar y limpiar el filtro de microplásticos que habían instalado para un experimento de ciencia ciudadana.

“Las fibras textiles son la principal fuente de contaminación de ríos y océanos por microplásticos, queríamos saber cuánto de esa polución se puede ahorrar deteniéndola donde se produce, en este caso, en la lavadora”, comenta Claveau por videoconferencia desde Montreal, donde trabaja como directora de proyectos en la Universidad Politécnica.

Las microfibras de la ropa representan el 35% de la contaminación por microplásticos, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Estas partículas, inferiores a 5 mm e invisibles al ojo humano, se desprenden por millones de los tejidos sintéticos con cada lavado; también se sueltan de los neumáticos de los vehículos con el rodamiento, o de los productos cosméticos. En definitiva, están por todas partes, llegando a ríos y océanos, al interior de los peces, y de los humanos. Ya es sabido que estamos comiendo plástico.

Las fibras textiles son la principal fuente de contaminación de ríos y océanos por microplásticos, queríamos saber cuánto de esa polución se puede ahorrar deteniéndola donde se produce, en este caso, en la lavadora

A la académica Dominique Claveau la idea del experimento le llegó por Catherine Houbart, activista ambiental y directora de la organización conservacionista GRAME. Houbart había descubierto “con gran sorpresa” que el río San Lorenzo, uno de los principales ríos de Norteamérica y frontera natural entre Estados Unidos y Canadá en su primer tramo, es uno de los más contaminados por microplásticos del mundo; de modo que quería abordar el problema junto a la ciudadanía, en casas y con lavados reales, no haciendo girar una lavadora en un laboratorio. Una vez realizado el experimento necesitaría que la universidad analizara los datos.

Hacer visible lo invisible: 12,8 toneladas de plástico retenidas

La organización GRAME compró los filtros a un fabricante canadiense, y buscó voluntarios que, durante seis meses, fueron apuntando, igual que Dominique y que la propia Catherine, todos los detalles sobre sus lavados. Se les pidió que cada cierto tiempo limpiaran los filtros, instalados de forma externa y conectados a las lavadoras, y que aislaran la materia que salía de ellos. “Yo al principio usaba un filtro de café para tirar el agua que sobraba, no se podía desechar tal cual en el lavabo porque esta también contenía microplásticos”, apunta Claveau. Los voluntarios metían lo atrapado por el filtro en pequeñas bolsitas de plástico con cierre hermético, que algunos congelaban y otros secaban. Después, las enviaron por correo postal en dos tandas a la Universidad Politécnica de Montreal.

En el laboratorio, primero secaron y pesaron las muestras. A continuación, limpiaron la materia y dejaron fuera los tejidos naturales como el algodón. “Lo que obtuvimos era el reflejo de cómo está compuesta la ropa, que no siempre coincide con lo que marca la etiqueta”, explica la investigadora de la politécnica. Lo que salió es que el 32% de los tejidos recuperados eran plástico. “Con los datos en la mano, sacamos la calculadora”, como ha explicado Mohammed Abourich, autor del informe tras el experimento.

El estudio concluyó que el filtro atrapa el 87% de los microplásticos que se desprenden en cada lavado, y que un hogar canadiense medio podría desviar de los cursos de agua 16 gramos de materia plástica al año, el equivalente del peso de una botella de plástico de refresco de 500 ml. Extrapolado a la escala de la ciudad de Montreal, esto significa un potencial de 12,8 toneladas de plástico evitadas.

A Catherine Houbart de GRAME lo que más le sorprendió fue, por un lado, la cantidad de microfibras que se generan en un único hogar, “se hizo visible lo que suele ser invisible”, comenta por videoconferencia desde su oficina en Montreal. También, que el filtro debería estar dentro de la lavadora. “Muchos candidatos al final nos dijeron que no podían unirse al proyecto porque no tenían espacio donde colocar el filtro. No es realista que dejemos de consumir fibras sintéticas, lo mejor sería que estos filtros estuvieran integrados en las máquinas, como en Francia”, analiza.

En el país europeo será obligatorio a partir de 2025 la venta de lavadoras con filtros de microplásticos integrados, con el objetivo de reducir esta contaminación masiva. Mientras, queda pendiente qué hacer con los restos que se recogen. En este experimento canadiense se tiraron a la basura. “Es verdad que la materia no desaparece, lo que hacemos es moverla de sitio, pero creo que es mejor que soltarlos a lo bruto en el medio ambiente”, concluye la investigadora de la Universidad Politécnica de Montreal. 

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