La neoyorkina Sharon Lerner lleva años investigando por qué hemos acabado rodeados de plástico. Su experiencia en reportajes sobre medio ambiente y productos químicos, algunos de ellos ganadores de varios premios como el que realizó sobre el Teflon, le han demostrado que hay que buscar más allá de lo que vemos. Como buena periodista, Lerner ha aplicado la famosa máxima de su oficio: “sigue el rastro del dinero” y ha advertido que los 4 billones de dólares que mueve la industria del plástico han ejercido un papel fundamental para que hoy en día se generen más de 300 millones de toneladas de este material. Uno de sus últimos trabajos, que acaba de aparecer en la publicación de periodismo de investigación The Intercept, relata las estrategias de las compañías de petróleo y de bebidas para evitar las regulaciones contra el plástico y revela que la medida favorita de los supermercados y de muchas políticas, el reciclaje, tiene en realidad un lado mucho menos conocido.
¿Quiénes están detrás de los enormes beneficios del plástico?
Los plásticos están compuestos en su mayoría por combustibles fósiles, bien sea carbón, petróleo o gas. Aunque normalmente no lo relacionamos, muchas de las compañías que asociamos a estos combustibles, como Exxon Mobile, Chevron o Shell, están detrás de la producción de plásticos. De hecho, constituyen una de sus mayores fuentes de beneficios.
¿Cómo no nos dimos cuenta de que acabaríamos con un problema de basura tan inmenso?
En realidad sí que hubo una reacción entre los años 50 y 70, al menos en Estados Unidos. Con el aumento de la producción, se empezó a tener conciencia de que los plásticos tenían que desecharse en algún sitio, ya que era un material que no se desintegraba fácilmente, y hubo oposición. Muchos entendieron que, la misma durabilidad que hacía atractivos a los plásticos, creaba un problema ya que podían tardar cientos de años en desaparecer. Y hoy hasta esto es discutible porque parece que lo que ocurre es que el plástico se va descomponiendo en piezas cada vez más pequeñas que acaban en el aire, el agua, la tierra, nuestra comida y hasta nuestros cuerpos.
También en esa época surgió una campaña de anuncios financiada por las compañías de bebidas que empezó a responsabilizar al consumidor de la basura que se estaba generando, ¿qué ocurrió?
A finales de los años 60, varios activistas propusieron un impuesto para las botellas de usar y tirar, y sugirieron que fueran las propias compañías las que se responsabilizaran de la gestión de su propia basura. Como respuesta, las empresas de bebidas y envases crearon una campaña de marketing con anuncios en televisión a través de la organización Keep American Beautiful, que denunciaba a las personas por no ocuparse de su basura.
¿Qué es lo que pretendían?
Se buscaba responsabilizar al consumidor de la basura y hacer que se sintiera culpable. Uno de esos spots, The Crying Indian (El indio que llora), se convirtió en un anuncio emblemático en Estados Unidos y he encontrado otro anuncio muy representativo de la misma campaña, en el que directamente se compara a la gente con cerdos. Lo curioso es que las compañías que estaban financiando estos spots, Coca-cola, Pepsi-cola y otros fabricantes de bebidas, al mismo tiempo luchaban contra los impuestos en las botellas de usar y tirar, que es lo que realmente hubiera creado una diferencia.
Coca-Cola ha vuelto a ocupar el primer lugar en el ranking de compañías que más contaminan, según el nuevo informe global que elabora cada año la organización Break Free From Plastic.Break Free From Plastic.
Coca-cola es la empresa que más contamina, produciendo hasta tres veces más plástico que las siguientes tres compañías juntas. Hoy en día produce 117.000 millones de botellas de plástico al año. Es importante que miremos la historia para saber por qué estamos aquí, ya que las cosas podrían haber sido diferentes.
Aunque las estrategias se han refinado, ¿por qué la industria del plástico defiende el reciclaje?
Es una manera de dar una imagen de preocupación por el medio ambiente y al mismo tiempo no implica ninguna responsabilidad financiera por su parte ni supone la reducción de la producción de plástico. Las compañías han ensalzado el reciclaje como la única solución pero, aunque parezca una medida fantástica, en la realidad no es posible.
¿Qué problemas tiene el reciclaje del plástico?
En Estados Unidos, por ejemplo, en el año que más plástico se recicló no se llegó ni al 10% de lo que se había consumido. Aunque estamos promoviendo el reciclaje, en realidad no tenemos un sistema para gestionarlo. Y esos plásticos que usamos muchas veces acaban en países más pobres donde se exportan.
En su investigación, usted ha hablado con muchos representantes de la industria. ¿Acaso ellos no están también preocupados?
Yo creo que mucha gente en la industria es consciente de la envergadura del problema. El público está más preocupado y la prohibición de China a seguir aceptando el plástico de Europa y Estados Unidos ha contribuido a que se haga más visible. Además, las redes sociales ofrecen imágenes devastadoras como las del video de la tortuga con la pajita de plástico incrustada en su nariz. Muchas de las personas que trabajan en la industria del plástico viven en una especie de conflicto.
Sin embargo, las soluciones no llegan. ¿Hay avances en las medidas que se proponen?
Las soluciones al plástico que propone la industria siempre implican continuar con su producción e incluso incrementarla exponencialmente. Una de sus propuestas favoritas, el reciclado químico –que se trata de un proceso en el que los plásticos se descomponen en sus elementos para ser usados de nuevo como combustible– supone un sistema muy ineficiente que requiere del uso de mucha energía y para el que aún no se tiene la tecnología para hacerlo rentable. No se proponen medidas genuinas que, como la mayoría de los expertos señalan, solo puede venir de crear menos plástico.
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