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Resulta paradójico que una especie de árbol foránea y muy criticada, el pino de Monterrey (Pinus radiata), original de California, sea la que más está contribuyendo a reducir la contaminación del aire en las ciudades y alrededores del País Vasco. “El Pinus radiata no está muy bien visto porque viene de fuera, pero es una especie perenne, tiene hojas todo el año y ese aspecto es fundamental para absorber la contaminación atmosférica”, comenta Silvestre García de Jalón, investigador en el Centro Vasco de Cambio Climático (BC3) y uno de los autores de un nuevo estudio que cuantifica la polución que los árboles eliminan en esta Comunidad Autónoma.
Aparte de que su tejido permita absorber polución durante todo el año, la cuestión es que esta especie de pino “es el árbol más abundante en el País Vasco, con bastante diferencia respecto a otras especies”, añade García de Jalón. Se introdujo para la industria de la madera.
Mediante modelos matemáticos, estos científicos han medido la cantidad de partículas y gases contaminantes que son retenidos y absorbidos por las hojas, ramas y troncos de los árboles y han analizado el efecto de cada uso de suelo, es decir, urbano, agrícola o forestal. El estudio revisa los contaminantes NO (que sale de los tubos de escape de los coches), SO (asociado a las fábricas y centrales térmicas), PM (de nuevo, los autos), CO y O (ozono, otra vez los vehículos y las industrias).
El principal resultado es que los bosques de coníferas, con una cubierta arbórea del 83,88%, son los que más contaminantes retienen, el 21% de toda la contaminación atmosférica. Estos bosques, curiosamente, resultan “fundamentales”, no solo por la superficie que ocupan en la región –el 25%–, sino sobre todo porque la mayoría de las coníferas en el País Vasco mantiene las hojas durante todo el año. A estas coníferas, entre las que también se encuentran el pino salgareño (Pinus nigra), el pino silvestre (Pinus sylvestris) y el abeto de Douglas (Pseudotsuga menziesii), le siguen los bosques de especies frondosas, como los hayedos o encinares en capacidad para absorber la polución.
El análisis desvela un dato importante en este sentido: estos bosques disminuyen la polución porque se encuentran cerca de las ciudades. En total, los árboles en el País Vasco redujeron en 2016 hasta 9.325 toneladas de O, 9.158 t de partículas PM, 2.192 t de NO, 608 t de SO y 174 t de CO.
En el caso del NO, por ejemplo, se cuantificó una gran cantidad en los bosques al sur de las áreas metropolitanas de Bilbao y San Sebastián, que se explica por el desplazamiento de los gases NOx que salen de los coches en las zonas urbanas cercanas a estos bosques. “La contaminación se genera en áreas urbanas, pero a 20 kilómetros de ellas los valores de polución son bastante altos”.
Sin embargo, los bosques no son los espacios más importantes para reducir la contaminación en la ciudad, sino los árboles que crecen en el lugar donde se encuentra la contaminación. “Para reducir la polución a través de las hojas y los tejidos de las plantas, estos son mucho más importantes en la ciudad que en las zonas rurales por su proximidad a la población”, explican los autores.
De hecho, cuando se miran más de cerca los datos de contaminación por tipo de suelo, resulta que un solo metro cuadrado de arbolado en la ciudad reduce más contaminación que esa misma superficie en un bosque de las afueras. “Y esta diferencia sería aún mayor si se plantaran en la ciudad árboles perennes, pues los que suele haber en los núcleos urbanos son de hoja caduca”, puntualiza García de Jalón. Si las hojas de los árboles se mantuvieran todo el año, la polución sería aún menor.
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