Pelea científica por el 'apocalipsis' de los insectos

Un análisis publicado en Rethinking Ecology pone en duda la última revisión científica que disparó las alarmas sobre la situación de los insectos en el planeta. La réplica de los investigadores Atte Komonen, Panu Halme y Janne Kotiaho, del Departamento de Biología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Jyväskylä (Finlandia), no cuestiona el declive de los insectos, pero sí los métodos utilizados por este trabajo que tuvo una gran repercusión en medios de comunicación de todo el mundo y algunas de sus conclusiones, que consideran alarmistas.

El trabajo que critican fue realizado por el ecólogo español Francisco Sánchez-Bayo, de la Universidad de Sidney (Australia) y publicado el pasado mes de febrero en la revista Biological Conservation con el título 'Worldwide decline of the entomofauna: A review of its drivers'. Se trata de una muy extensa revisión de 73 estudios publicados en los últimos 30 años sobre la situación de diferentes grupos de insectos, que concluía que al ritmo actual un 40% de las especies de insectos podrían extinguirse en las próximas décadas.

Los investigadores finlandeses afirman que el principal problema de la investigación es que los autores buscaron los estudios revisados en la base de datos Web of Science usando las palabras clave 'insect' (insecto), 'decline' (declive) y 'survey' (estudio). “Si buscas declives, vas a encontrar declives. No estamos cuestionando el declive de los insectos, pero cuestionamos la tasa y el alcance de los declives”, inciden los investigadores finlandeses.

En una entrevista realizada por este medio el pasado 22 de febrero, el investigador Francisco Sánchez-Bayo se defendía de las críticas e insistía en la gravedad de los datos: “Algunos científicos afirman que exageramos, incluso se quejan de que hayamos utilizado la palabra 'catastrófico', pues consideran que es demasiado. Pero en el proceso de publicación en Biological Conservation ninguno de los revisores se quejó de eso, ninguno dijo que esto es alarmista. A los números hay que ponerles palabras, y si hemos perdido el 80% de los insectos en 30 años, la palabra es 'catastrófico”.

El ecólogo español se refería en concreto a tres estudios de los 73 analizados, que encuentran desplomes del 80% de media de los insectos (en peso) en lugares tan diferentes como Puerto Rico, Alemania o Reino Unido. “Los investigadores realizan un muestreo en una zona, cogen todos los insectos de cualquier especie que hay ahí, los pesan y comparan el resultado con lo que había hace 30 años usando el mismo método. La disminución ha sido tremenda: el 80% del peso en insectos ha desaparecido en 30 años, esa es la media. Y esa es la misma cifra para los tres estudios. Es increíble. Si calculas la pérdida anual, esto es un 2,5% de biomasa menos al año”, incidía entonces Sánchez-Bayo.

Por su parte, los investigadores finlandeses critican la recopilación de la Universidad de Sidney por algunas cuestiones de metodología y defienden que muchas de las extinciones de los estudios revisados suponen pérdidas de especies en sitios específicos o regiones, que no pueden ser directamente extrapolables para la extinción a escalas más grandes.

Por otro lado, también se muestran muy críticos con la dureza del lenguaje empleado en el trabajo sobre la situación de los insectos: “El texto es rico en intensificadores no científicos como 'dramatic' (impresionante), 'compelling' (imperioso), 'extensive' (extenso), 'shocking' (impactante), 'drastic' (drástico), 'dreadful' (terrible), 'devastating' (devastador)”, incide la réplica de los finlandeses.

Para el investigador Sánchez-Bayo, utilizar este lenguaje resulta necesario para transmitir la gravedad de una situación a la que no se está dando suficiente importancia. Sin embargo, los finlandeses consideran que esto hace perder credibilidad a la ciencia. “Como científicos activos en popularizar la conservación, nos preocupa que este tipo de enfoques erosione la importancia de la crisis de la biodiversidad, y que esto haga aún más difícil el trabajo de conservación y mine la credibilidad de esta ciencia”, argumentan los investigadores de la Universidad de Jyväskylä.

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