Quien haya visitado alguno de los 15 parques nacionales del país, quizá no sepa que desde que pone los pies dentro de estos espacios protegidos, se activan distintos sistemas para intentar saber cómo y por dónde entró; y, una vez en el interior, por qué senderos camina. Conocer estos detalles resulta clave para regular la afluencia de visitantes, decidir qué rutas son las más importantes y, sobre todo, analizar el impacto en la fauna y la flora según su fragilidad. En 2018, la figura de protección más exigente de un espacio natural cumple 100 años con una constatación: cada vez más personas los visitan, así que calcular cuántas entran en ellos es muy importante.
¿Cómo se sabe cuánta gente entra en un espacio protegido? “Una manera es contar coches en los aparcamientos y estimar una media de personas por vehículo; también con contadores de peatones y de bicicletas enterrados en el suelo, o poner a alguien en los senderos a apuntar persona a persona de la mañana a la noche”, enumera Javier Gómez, responsable de proyectos de uso público de espacios protegidos de Europarc, una organización que reúne a las instituciones que deciden cómo se planifica y gestiona un espacio protegido.
Gómez añade a esta lista los aforadores de coches –“¿nunca te has fijado en esas cajas de color verde situadas en el arcén?”– que cuentan los vehículos que pasan las 24 horas. Y luego están, por supuesto, las encuestas y los registros en los centros de visitantes. Pero en los estudios que Europarc realiza desde hace años sobre la capacidad de acogida de los espacios protegidos, se ha visto que solo un 20% de la gente que entra en ellos pasa por estos centros.
Esta es una de las zonas de sombra en el conteo de visitantes, pero no es la única. En el momento en el que se puede acceder por más de un sitio y hay gran afluencia de gente, ser infalible resulta imposible. Es el caso de Sierra de Guadarrama, que disparó la curva de aumento de visitantes en los parques nacionales cuando entró en esta lista de espacios protegidos en 2013: ese año, las estadísticas recogieron dos millones más.
Guadarrama es el segundo parque nacional más visitado después del Teide. Pero sus dimensiones –ocupa casi 34.000 hectáreas entre dos provincias, Madrid y Segovia– y sus múltiples puntos de entrada hacen muy complicado saber cuánta gente realmente accede. “Nos resultaba imposible controlarlo por los métodos tradicionales, este era uno de nuestros problemas, que es un parque muy permeable que además tiene a 50 kilómetros en línea recta una ciudad de cuatro millones de habitantes; esto no pasa en Daimiel o Doñana. Aquí vienen cada vez más ciudadanos estresados para ver un árbol o un pájaro”, resume con sorna Paco Herrero, jefe del servicio de uso público del Parque Nacional de Sierra de Guadarrama.
Herrero decidió llamar a varias compañías de telefonía móvil solicitando un servicio nada usual: que le ayudaran a contar visitantes. Orange resultó la elegida y junto a la empresa de análisis de datos Kineo Mobility se desarrolló este nuevo testeo durante 2016 y 2017. El sistema funciona con la señal de móvil que captan las antenas cercanas y que abarca el 20% de la cuota de mercado. “Es tan brutal el número de datos que entra que siempre es representativo”, matiza Herrero. Los datos que van llegando de cada usuario son completamente anónimos, solo queda asociada una referencia a cada uno, que es la que después sirve para hacer un seguimiento.
La iniciativa supuso filtrar y filtrar información, pues no todo lo que la señal de móvil capta sirve, y construir un modelo matemático: “Eliminamos aquellos usuarios que permanecen menos de 30 minutos, pues entendíamos que únicamente atraviesan el parque, pero no son visitantes; también quitamos los que pasan más de ocho horas, pues es probable que sean residentes; aunque luego hay que añadir a los turistas que pasan una noche; dimos muchos pasos para depurar muy bien la información y que fuera útil”, resume Luis Navalón, técnico de uso público en el espacio protegido y responsable del proyecto. Navalón explica que Guadarrama es el primer parque nacional en España que recurre al big data. “Los datos con los que se trabaja contienen las posiciones geolocalizadas por triangulación entre antenas tanto si hay cobertura como si no la hay sin necesidad de tener activado el GPS”, comenta.
Gracias a los móviles –“todo el mundo entra con un móvil”, opina Herrero– , aquí han podido tener información de zonas ciegas –“no teníamos cifras de lugares como Boca del Asno o el valle del Lozoya”–, saber de qué provincia acude la gente, “pensábamos que el 75% venía de Madrid y el 25% de Segovia, pero resulta que hay muchos más visitantes segovianos, un 40%”—, y sobre todo, por dónde se desplazan dentro del parque cada hora del día, el tiempo medio de estancia o el índice de gente que regresa a visitarlo. “Lo primero que nos sorprendió fue comprobar que nuestras estimaciones con los métodos tradicionales no se desviaban mucho. Pero el móvil en Guadarrama no es que sea útil, es casi obligatorio. En caso de aumento de visitantes, ayuda a limitar la entrada para mejorar la calidad ecológica”, matiza Herrero. Para este técnico, los móviles son útiles en aquellos parques donde hay muchos visitantes o tienen muchas vías de entrada. “Pero incluso en aquellos con una sola es útil porque así sabes dónde están, es una herramienta que tiene mucho recorrido”.
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