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Para llegar a su trabajo en la organización Greenpeace de Alemania, que está en Hamburgo, Marissa Reiserer se desplaza en su bicicleta plegable hasta el tren, y desde la parada donde se baja recorre el último tramo hasta la oficina de nuevo en bici. Para ese trayecto en transporte público tiene un abono por el que paga 49 euros al mes. Pero es que además con ese mismo título puede desplazarse por todo el país en metro, bus, tranvía y tren. “Para mí esto es muy útil, yo viajo mucho por trabajo y me parece increíble que sea tan fácil ir a otras ciudades sin pensar en comprar ningún otro billete”, cuenta por videoconferencia.
Alemania inauguró el pasado mes de mayo el Deutschland-Ticket, un billete único que por su precio y comodidad está desplazando viajes del coche privado hacia el transporte público. Reiserer, que es la responsable de movilidad de Greenpeace, explica que esta organización ahora pelea por que el abono baje de precio a 29 euros, pero no duda de que resulta una medida eficaz también para reducir el impacto ambiental de los coches, el cual representa en Europa el 12% de las emisiones de CO2, el principal causante del cambio climático.
Otros países europeos están dando pasos similares, haciendo de este tipo de billete claramente una medida climática, como el KlimaTicket de Austria. El pequeño país alpino puso en marcha este abono único en octubre de 2021. Por una suscripción anual que vale 1.095 euros (91,25 euros al mes) y 821 euros para los jóvenes, se puede viajar en todos los medios de transporte locales y regionales en las nueve provincias federales. La medida se presenta así: “Es mucho más que un simple billete de transporte público, también es un billete con el que esperamos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París”, en referencia al acuerdo internacional vigente para reducir el aumento de temperatura del planeta en 1,5 grados.
Estos dos países, en particular Alemania, por su mayor cantidad de población y una estructura política parecida, han sido la inspiración de Greenpeace en España para su campaña ‘T-lleva’, que persigue instaurar aquí un abono único de transporte público por 30 euros al año. La organización ha lanzado el debate en un contexto en el que el próximo 31 de diciembre terminarán los descuentos en los abonos de transporte urbano e interurbano que el gobierno y las autonomías pusieron en marcha por el aumento de la inflación. “En líneas generales será positivo y una herramienta para luchar contra el cambio climático que favorezca la reducción de emisiones en el transporte”, comenta Cristina Arjona, responsable de movilidad de la organización conservacionista.
Tres meses con un billete de nueve euros ahorran aproximadamente la misma cantidad de CO2 que un año de límites de velocidad en las autopistas
En Alemania, el Deutschland-Ticket es el sucesor del billete de nueve euros, una medida especial que el Gobierno activó en el verano de 2022 y que resultó un éxito rotundo. Como respuesta a la escalada de precios, entre los meses de junio y agosto funcionó un abono de tarifa única para todo el país.
La medida, financiada en un 50% por el Gobierno federal y en un 50% por las regiones, demostró que impulsar el transporte público desvía el uso del vehículo privado y por lo tanto tiene un impacto muy relevante en la reducción de emisiones de CO2.
Un estudio encargado por el Gobierno a la Asociación de Empresas de Transporte (VDV en sus siglas en alemán) y a Deutsche Bahn, la principal empresa ferroviaria del país, concluyó que el 10% de los desplazamientos realizados sustituyó un viaje que de otro modo se habría hecho en coche. El informe calculó las emisiones evitadas teniendo en cuenta los viajes transferidos del automóvil a los autobuses y trenes en 1,8 millones de toneladas de CO2. “Tres meses con un billete de nueve euros ahorran aproximadamente la misma cantidad de CO2 que un año de límites de velocidad en las autopistas”, explicó en una nota el director general de la Asociación de Empresas de Transporte, Oliver Wolff.
El éxito fue lo que de algún modo obligó al Gobierno a afrontar la continuidad de la medida. Ahora, el Deutschland-Ticket de 49 euros estará vigente hasta 2025, y los estudios preliminares que se han realizado arrojan resultados parecidos: por el momento se ha desplazado el 8% de trayectos que se hubieran realizado en coche. En cuanto a la reducción de emisiones, es menor de la esperada, en principio porque el precio es menos atractivo. La previsión de la Agencia Federal de Medio Ambiente (UBA) es que este abono único logre una reducción de emisiones de entre 0,5 y 0,6 millones de toneladas de CO2 anuales.
Lo más peliagudo de estas medidas ha sido cómo gestionarlas y financiarlas. Austria, donde el 85% de los trayectos en coche fue sustituido por el transporte público en los primeros meses desde su implantación, necesitó una negociación de dos años entre el Gobierno federal y los operadores de trenes. De hecho, en Francia, su presidente Emmanuel Macron se ha abierto recientemente a implantar un billete similar “con las regiones que quieran”, como ha comentado en un programa de televisión.
Greenpeace en España sugiere varias formas de financiar un abono único aquí, el cual costaría unos 2.000 millones de euros, según sus estimaciones
En Alemania ahora se analiza cómo se reparte su coste, más elevado de lo esperado. Greenpeace en España sugiere varias formas de financiar un abono único aquí, el cual costaría unos 2.000 millones de euros, según sus estimaciones. Se podrían cobrar impuestos al queroseno en los aviones, que ahora mismo es un combustible fósil exento de tributación, o aumentar la recaudación a los hidrocarburos en general. “El dinero para un abono único de transporte está ahí, pero hasta ahora se ha gastado en ayudas que dañan el clima”, según Arjona.
Lo que es seguro es que cada vez más países están dando pasos similares. Hungría inauguró su billete único el mismo día que Alemania, el 1 de mayo de 2023, por un precio idéntico, 49 euros al mes y un descuento del 90% para los estudiantes. Portugal ha seguido la misma línea y desde agosto ofrece un abono por 49 euros pero únicamente para los trenes; no incluye el transporte público urbano ni interurbano.
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